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Hallowert
Alice Ann Lynch es una joven descerebrada a la que, según parece, no se le ocurrió un disfraz de Halloween más 'diver' que el de víctima del atentado de Boston. Recordemos los hechos: hace un año, el quince de abril de 2012, la explosión de dos bombas caseras al paso de las más de cinco mil personas participantes en el maratón de aquella ciudad, la carrera urbana más antigua del mundo, provocó la muerte de tres personas, además de varios cientos de heridos. Y así, ni corta ni perezosa (bueno, un poquito corta sí) ha posado en Twitter convenientemente vestida de corredora, con las correspondientes heridas en piernas y rostro. Para mi gusto la sonrisa que luce es lo que la hace poco creíble, pero es sólo una opinión personal.
Pero lo que, vete a saber por qué (o después de beber qué), la buena de Alice Ann pensaba que sería 'la bomba', la gracia más piada de la noche, se ha convertido en su pesadilla: las críticas a su ocurrencia han sido tantas y de tal virulencia que la empresa para la que trabaja la ha despedido de manera fulminante, además de verse desposeída de su cuenta de twitter. Según parece, la cosa ha llegado a tales extremos que la pobre chica y hasta su familia se han visto sometidas a un auténtico linchamiento digital (qué paradoja, dado su apellido), con amenazas de muerte y todo.
José Ignacio Wert es un talludito y descerebrado ministro de Educación del Gobierno de España a la que hace unos días, no sé si imbuido del espíritu de Halloween, se le ocurrió disfrazarse del 'coco de la retroactividad' y salir a asustar erasmus. Y de esta guisa tiro de BOE para disponer, con el curso ya iniciado, las clases más que empezadas y las maletas y mochilas ya desechas, modificar forma de otorgar las becas a los estudiantes universitarios que participan en el programa Erasmus. La modificación suponía, como ya es sabido, que alumnas y alumnos que ya eran beneficiarios de una de esas becas de carácter complementario (vinculadas a requisitos tales como conocimiento de un idioma extranjero, pero no a renta), dejaban de serlo a no ser que fueran también beneficiarios de una beca de las denominadas de carácter general (vinculadas al criterio de la renta de las y los postulantes).
Como señalaba este diario, Los estudiantes de Erasmus se movilizaron en las redes sociales para pedir la retirada de esta nueva fórmula de concesión de las becas y exigiendo, en virtud del principio de no retroactividad, que se respetaran las becas ya concedidas. También se anunciaron manifestaciones ante las embajadas españolas de varias ciudades europeas, e incluso actuaciones ante los tribunales. Hasta la organización juvenil del PP se posicionó públicamente en contra de la decisión de Wert. La presión ha tenido como consecuencia la retirada de la medida (¿cómo se hace? ¿se publica la retirada de la disposición en otro BOE?). El ministro ha dicho que, en todo caso, se aplicará a partir del curso que viene, pero entonces el debate será ya otro, relativo al contenido mismo de la beca Erasmus y a los criterios para su concesión (hay opiniones diversas al respecto).
“Sé que estuvo mal. No estaba pensando”, escribió Alice Ann Lynch en su último mensaje de disculpa. Que se sepa, Wert no ha dicho nada parecido. Sí, ha pedido disculpas “por los inconvenientes causados”, pero me suena mucho a eso de “si alguien se ha podido sentir ofendido”: más una frase hecha a beneficio de inventario que un reconocimiento sincero del error cometido. Sobre todo, Wert no ha aclarado en qué estaba pensando cuando tomó la decisión.
Alice Ann ha pagado cara su insensatez; incluso demasiado, diría yo: ¿qué tiene que ver su tontuna festiva con su desempeño laboral? Wert sigue -¡qué miedo!- patroneando la educación en España. Plenamente respaldado por Rajoy, ese otro señor disfrazado de presidente de Gobierno.
Alice Ann Lynch es una joven descerebrada a la que, según parece, no se le ocurrió un disfraz de Halloween más 'diver' que el de víctima del atentado de Boston. Recordemos los hechos: hace un año, el quince de abril de 2012, la explosión de dos bombas caseras al paso de las más de cinco mil personas participantes en el maratón de aquella ciudad, la carrera urbana más antigua del mundo, provocó la muerte de tres personas, además de varios cientos de heridos. Y así, ni corta ni perezosa (bueno, un poquito corta sí) ha posado en Twitter convenientemente vestida de corredora, con las correspondientes heridas en piernas y rostro. Para mi gusto la sonrisa que luce es lo que la hace poco creíble, pero es sólo una opinión personal.
Pero lo que, vete a saber por qué (o después de beber qué), la buena de Alice Ann pensaba que sería 'la bomba', la gracia más piada de la noche, se ha convertido en su pesadilla: las críticas a su ocurrencia han sido tantas y de tal virulencia que la empresa para la que trabaja la ha despedido de manera fulminante, además de verse desposeída de su cuenta de twitter. Según parece, la cosa ha llegado a tales extremos que la pobre chica y hasta su familia se han visto sometidas a un auténtico linchamiento digital (qué paradoja, dado su apellido), con amenazas de muerte y todo.