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40 años de cuento en Enkarterri, el trastero de Bizkaia

Inés Unzaga

17 de abril de 2023 17:43 h

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Érase una vez una comarca situada sobre una gran extensión de bosques y valles al noroeste de Euskadi. De nombre Enkarterri, la comarca de apenas 32.000 habitantes ha estado gobernada durante décadas por unos poderosos señores que, movidos por la codicia, esquilman sus recursos mientras mantienen al pueblo engatusado con falsas promesas y ruines prebendas.

Este sería el comienzo de este relato si fuera un cuento, pero tristemente no estamos fabulando. La realidad es que, tras más de cuatro décadas bajo el mandato jeltzale, apoyado casi siempre en la muleta socialista, el territorio vizcaíno ha acabado convertido en una de las zonas más pobres del país del oasis. Triste pero cierto.

Los y las vecinas de la comarca de Enkarterri somos los vascos que poseemos la renta per cápita más baja de todo Euskadi, tan sólo superados por los vecinos de la Rioja Alavesa. Según los últimos datos publicados por Eustat, frente a la renta media de 22.343 euros anuales que disfruta de media el conjunto de la ciudadanía vasca, la encartada tan sólo disponemos de 18.972 euros/año.

Son datos, no cuentos. Hechos objetivos, medibles y contrastables. Como también lo es ese otro dato que nos indica que más de 3.000 habitantes de la zona sufren insuficiencia de recursos económicos para abordar de forma regular la cobertura de las necesidades básicas, particularmente las relacionadas con los gastos de alimentación, vivienda y calzado, según se recoge en el Plan Comarcal 2030, elaborado por el Gobierno vasco y la Diputación. Además, la tasa de paro de la comarca es superior a la media del País Vasco, el índice de población en riesgo de pobreza es el doble que en el resto de Bizkaia y la mitad del territorio carece de banda ancha ultrarrápida. Indicadores demoledores que demuestran la situación de marginalidad que sufrimos actualmente en Enkarterri, motivada por un abandono institucional que se ha hecho crónico sin que aún haya saltado ninguna alarma. 

Pese a la contundencia de los datos, los políticos jeltzales continúan “sacando pecho” siempre que se les ofrece la ocasión y, en épocas electorales, consiguen sacar también algún conejo de la chistera en forma de puestos de trabajo que nunca acaban de llegar. Muy al contrario, en estas cuatro décadas en la que han gobernado, -solos o con los socialistas-, tanto en la Mancomunidad como en gran parte de los ayuntamientos, las y los vecinos hemos asistido impotentes a la desaparición de toda la industria de la Cuenca del Cadagua, -hasta 10.000 puestos de trabajo tuvimos en los años 80-, sin que las instituciones supieran -o quisieran- promover una reconversión rentable y de calidad como la que se ha realizado en otras zonas de Euskadi.

Aquí lo único que han llegado han sido vertederos, incineradoras, plantas de biomasa, proyectos de macro parques eólicos y otros tipos de actividades contaminantes y peligrosas. Por todo esto y porque son ya demasiados años de soportar ser tratadas como ciudadanas de segunda, ha llegado el momento de acabar con este cuento y dejar de ser el trastero de Bizkaia para darle a esta comarca la oportunidad que se merece con vidas dignas y de calidad para quienes vivimos en ella.

Érase una vez una comarca situada sobre una gran extensión de bosques y valles al noroeste de Euskadi. De nombre Enkarterri, la comarca de apenas 32.000 habitantes ha estado gobernada durante décadas por unos poderosos señores que, movidos por la codicia, esquilman sus recursos mientras mantienen al pueblo engatusado con falsas promesas y ruines prebendas.

Este sería el comienzo de este relato si fuera un cuento, pero tristemente no estamos fabulando. La realidad es que, tras más de cuatro décadas bajo el mandato jeltzale, apoyado casi siempre en la muleta socialista, el territorio vizcaíno ha acabado convertido en una de las zonas más pobres del país del oasis. Triste pero cierto.