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El académico y el profesor
Me he sentado a escuchar el debate de investidura de lehendakari, convencido, puede ser porque estamos en medio de un campeonato de fútbol, de que iba a encontrarme con una contienda futbolística en la que los contendientes iban a desplegar sus estrategias para meterle al otro más goles que los recibidos. Y me he encontrado con un debate desigual entre un académico y un profesor que por las mañanas curra y por las tardes enseña lo matinalmente aprendido.
Aunque pudieran parecer similares, la diferencia es evidente. El académico es quien ha pensado mucho, incluso a veces bien, pero que alimenta su conferencia de lecturas ilustradas y de sus propias reflexiones, pero que, aunque sabe cómo plantar patatas, jamás lo ha hecho y aunque sabe cómo se monta una mesa, jamás lo ha hecho. El profesor currela es quien explica en su charla lo que ha aprendido cultivando patatas y construyendo muebles, lo hará mejor o peor, eso depende de cada cliente, pero lo sabe hacer y conoce lo que cuesta hacerlo.
No solo he visto un exceso academicismo exento de visión práctica en Otxandiano, es que de saque se ha confundido al comenzar su discurso con una crítica al desconocimiento del programa concreto de su rival Pradales, cuando el debate no prevé que cada cual critique el programa del otro sino que se trata de que cada candidato explique al parlamento su programa, para que los diferentes grupos los contrasten y se decidan apoyar a uno o al otro. No es un debate entre candidatos, es un debate entre candidatos y los grupos parlamentarios.
A partir de ahí, y sin entrar en más profundidades, porque es un análisis a botepronto según han terminado las intervenciones de los candidatos, creo que las mayores diferencias se han podido observar en los puntos de partida y visiones de la actualidad, así como en los modos de concretar los compromisos programáticos.
Mientras Otxandiano ha dedicado parte del comienzo de su charla a hablar de lo mal que todo va, incluido el riesgo de una tercera guerra mundial y de la trágica fuerza del neoliberalismo, Pradales lo ha dedicado a valorar nuestra pertenencia al universo europeo, a nuestra inserción en Europa. Pudiera parecer baladí este análisis de entrada, pero supone que a lo largo de su intervención [EH] Bildu proponga permanentemente ir a la contra de la marcha de las cosas y cambiarlas radicalmente, eso sí, defendiendo la profundización de la democracia, mientras que PNV sugiere amoldarse democráticamente a las cambiantes realidades, en este caso poniendo siempre a las personas en el centro.
A partir de ahí ha venido el desglose de multitud de acciones a desplegar en el futuro gobierno, y es ahí donde he encontrado importantes divergencias. Mientras desde [EH] Bildu se generaliza, desde Pradales se ha presentado una panoplia con bastante mayor concreción. Esa es la diferencia entre el teórico y el práctico.
El solo ejemplo extractado del discurso de Otxandiano de que para 2030 logremos una tasa de autoabastecimiento alimentario del 50% o de reducción en un 70% de nuestra dependencia exterior en energía, permite inicialmente pensar que se trata de retos loables y defendibles, hasta que analizas nuestra realidad de autoabastecimiento actual, tras añadirle los 6 años que nos quedan para alcanzar su meta, concluyes que la hipótesis y la realidad chocan.
A partir de ahí, sin saber cómo pueden lograr tal apuesta, recuerdas que su compromiso en Gipuzkoa comenzó con mejorar rápidamente el reciclaje de residuos y terminó obligando a todas y todos a gestionar las basuras con el método del puerta a puerta.
Mientras tanto, las concreciones de Pradales se han referido a nuevas líneas concretas de metro, al soterramiento en Gasteiz, a aumentar un 6% el presupuesto de programas predoctorales o a actuaciones concretas de actuación contra la violencia machista, que por cierto Otxandiano ni ha citado.
Todo ello sin profundizar en que Otxandiano habla de dos grandes mayorías en el Parlamento, la abertzale y la de izquierdas, en las que, casualidad, ellos se ubican en ambas, sin referirse a que la mayoría que hoy va a elegir lehendakari sintetiza ambas.
Y todo ello sin profundizar en que, tras hablar con profusión de la necesidad de multiplicar lo público y sus servicios, al hablar de Educación, mientras Pradales ha citado el necesario impulso de la educación pública, Otxandiano ni la ha citado, refiriéndose genéricamente a impulsar la educación en centros autogestionados.
Y todo ello sin profundizar en que tras una legislatura en que todo lo peor del Gobierno vasco era la gestión de la sanidad, Otxandiano no le ha dedicado al tema ni 20 segundos mientras Pradales ha desglosado una larga lista de medidas concretas.
En definitiva, aunque el académico habla bien y tiene conocimiento teórico de lo que tiene que hacer un Gobierno vasco, me quedo con quien, sin hablar peor, sabe concretar lo que hay que hacer, sabe lo que se puede prometer y, sobre todo, sabe cómo hay que hacerlo.
Me he sentado a escuchar el debate de investidura de lehendakari, convencido, puede ser porque estamos en medio de un campeonato de fútbol, de que iba a encontrarme con una contienda futbolística en la que los contendientes iban a desplegar sus estrategias para meterle al otro más goles que los recibidos. Y me he encontrado con un debate desigual entre un académico y un profesor que por las mañanas curra y por las tardes enseña lo matinalmente aprendido.
Aunque pudieran parecer similares, la diferencia es evidente. El académico es quien ha pensado mucho, incluso a veces bien, pero que alimenta su conferencia de lecturas ilustradas y de sus propias reflexiones, pero que, aunque sabe cómo plantar patatas, jamás lo ha hecho y aunque sabe cómo se monta una mesa, jamás lo ha hecho. El profesor currela es quien explica en su charla lo que ha aprendido cultivando patatas y construyendo muebles, lo hará mejor o peor, eso depende de cada cliente, pero lo sabe hacer y conoce lo que cuesta hacerlo.