Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Las dos alas de una tribu
Mi historia favorita sobre el tema de los hombres y las mujeres en la ciencia, o en cualquier otro ámbito, es de una tribu de algún lugar de Latinoamérica. No estoy segura de qué país. Creo que es Guatemala, pero no estoy segura. En esa tribu de indígenas el jefe me dijo: “Nosotros pensamos que la tribu es como un águila. Un ala es masculina y la otra es femenina. Y solo cuando las dos alas son iguales, la tribu es capaz de volar”.
*Jane Goodall
Jane Goodall es una de las científicas más conocidas y reconocidas. Forma parte de un grupo de investigadoras que cambió la manera de entender a los primates. Su especial mirada la ayudó a percibir el comportamiento de los chimpancés como ninguna otra persona lo había hecho antes. Aunque si se habla de ciencia y de mujeres, probablemente quien nos venga inmediatamente a la cabeza sea Marie Curie. En estas líneas quiero recordar a otra “Marie”: ella no era científica, pero conoció la ciencia de cerca y participó, sin ninguna duda, en su progreso.
Poco se sabe de Marie Laurent (1826-1910) hasta que se casó con Louis Pasteur. Se conocieron cuando el científico trabajaba como profesor de física y química en la Universidad de Estrasburgo. Marie era la hija del rector de aquella institución. Contrajeron matrimonio en 1849 y tuvieron cuatro hijas y un hijo: Jeanne, Jean-Baptiste, Cécile, Marie-Louise y Camille. Solo Jean-Baptiste y Marie-Louise alcanzaron la edad adulta. Jeanne y Cécile fallecieron a causa de unas fiebres tifoideas y Camille, con solo 2 años, de un tumor en el hígado. Probablemente esta tragedia familiar contribuyó a que Pasteur se interesara por comprender las enfermedades de la época en la que le tocó vivir.
Educada en un medio intelectual, curiosa e inteligente, Marie se apasionó inmediatamente por las investigaciones de su marido y se puso a su servicio. Trabajó como su secretaria y redactora científica además de ayudarle activamente en sus experimentos. Entre otras muchas labores, Marie crio los gusanos de seda que Pasteur necesitaba para sus investigaciones sobre las enfermedades que estaban arruinando la producción la industria de la seda en el sur de Francia. Por cierto, el científico descubrió que la enfermedad se debía al hongo Nosema bombycis. También fue Marie quien se hizo cargo de los niños mordidos por animales con rabia y que Pasteur atendió con su tratamiento experimental contra esta enfermedad.
Las dos alas del matrimonio Pasteur trabajaron unidas, pero la historia solo conoce el nombre de Louis, el ala masculina. El trabajo de Marie ha permanecido en la sombra, como el de otras muchas mujeres, probablemente muchas más de las que pensamos.
Aquella era otra época, el destino de la mayoría de las mujeres era conseguir un buen matrimonio y dedicarse al cuidado de su familia. Aunque muchas esposas de científicos fueron sus asistentes de investigación y, de esa manera, contribuyeron al avance del conocimiento.
Hoy en día ninguna mujer tiene impedimentos legales para acceder a ninguna carrera, a ninguna. Pero los datos demuestran que aún estamos muy lejos de la igualdad real.
El pasado 4 de marzo se presentó en la sede del Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) la publicación Igualdad en Cifras MEPF. Los datos recogidos en este informe corresponden al curso 2016-2017 y a todo el estado español.
Entre otros muchos datos, el informe muestra que la brecha de género en las disciplinas científico-tecnológicas predomina entre el alumnado de todos los niveles de enseñanza, desde la formación profesional hasta las carreras universitarias. Por ejemplo, solo el 8% de los estudiantes que cursan Informática en formación profesional de grado medio son mujeres, y en el caso de Electricidad y Electrónica en formación profesional superior, menos del 5% del alumnado es femenino. En la enseñanza superior, con datos del curso 2017-2018, únicamente el 12,2% de estudiantes del grado de Informática son mujeres y solo hay un 28,4% de alumnas en los grados de Ingeniería, Industria y Construcción. En el otro extremo, solo el 22% de estudiantes que cursan grados relacionados con la Educación son hombres.
En general, las chicas tienen más éxito que los chicos a la hora de superar los estudios de secundaria y bachillerato, los módulos de formación profesional y los estudios de grado y de máster. En el conjunto de la educación superior universitaria y no universitaria, el 51,9% de las mujeres de 25 a 29 años ha finalizado estudios superiores frente al 40,9% de los varones de ese mismo grupo de edad.
El informe muestra que esa “feminización” de los estudios se invierte a la hora de acceder al mercado laboral: según datos de 2018, las mujeres tienen peores tasas de empleabilidad en todos los niveles de formación entre los 25 y los 64 años. La tasa de paro en el grupo de mujeres entre 25 y 34 años es del 19,1% en media (frente al 16,1% en el mismo grupo de edad de hombres), aumentando la brecha a medida que disminuye el nivel de formación en hombres y mujeres.
El informe también indica que sigue habiendo muchas “Marie”, muchas mujeres trabajando a la sombra de sus compañeros varones, que son los que lideran y deciden.
Volviendo a la cita de Jane Goodall, en nuestra “tribu”, las alas masculina y femenina siguen siendo muy distintas, en particular en el tipo de estudios elegidos por hombres y mujeres. Para volar en buenas condiciones, sin ninguna duda, harían falta más chicos interesados por la educación y más chicas atraídas por la ingeniería y la informática.
Por cierto, hablando de alas, recordemos la pregunta planteada por Edward Lorenz en una conferencia que impartió en 1972: ¿Puede el aleteo de una mariposa en Brasil producir un tornado en Texas? El matemático hacía referencia al famoso “efecto mariposa” de la teoría del caos. Desconozco cuantas alas de mariposa son necesarias para originar un “tornado” que ayude a nuestra “tribu” a volar en igualdad. Pero urge que ese tornado llegue.
*Cita extraída de “Lecciones de vida de un espíritu indomable”. Proyecto de educación del BBVA ‘Aprendemos Juntos’ realizado con la colaboración de El País y Grupo Santillana. Enero 2019
*Marta Macho es doctora en Matemáticas, profesora de la UPV/EHU. Dirige el blog Mujeres con ciencia
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