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El año de los cambios

El año que acabamos de estrenar llega cargado de retos y cambios para nuestra sociedad. Retos de diversa índole, pero que nos van a afectar a todos de una forma más o menos intensa. Afrontamos un año más de una crisis que no acaba de terminar a pesar de los mensajes triunfalistas basados en cifras macro de los Gobiernos central y vasco, que nos quieren vender sus deseos de “recuperación de la economía y despegue del crecimiento”. Este va a ser un año con importantes citas electorales, en las que las encuestas, tan cocinadas como esas cifras macroeconómicas de las que hablábamos, vaticinan grandes cambios en el panorama político vasco y estatal.

En este sentido, parece que Grecia se ha convertido en el canario en la mina para ver si un frente de izquierdas como Syriza es capaz de llegar a gobernar y si será capaz de revertir una situación cada vez más desesperada para la ciudadanía de ese país. Aquí será Podemos, que paradójicamente descarta ese frente de izquierdas mientras aplaude a Syriza, quien parece que recogerá el malestar de la ciudadanía frente a las políticas “austericidas” impuestas desde la Troika y el FMI, que han desarrollado el Partido Popular, el PSOE o el PNV allí donde han gobernado. Ahora, estos partidos claman al cielo e intentan asustar a la ciudadanía con el fantasma de la inestabilidad y del populismo que ellos mismos han creado.

Otro punto de inflexión para este año es el otro gran desafío causado –más bien agudizado- por el deterioro progresivo del estado del bienestar: el “desafío independentista” que se concretará en Catalunya en unas elecciones plebiscitarias y que aquí se empeñan en reproducir desde la izquierda abertzale, que ya se ha ofrecido al lehendakari Urkullu para iniciar un proceso similar al catalán en base al derecho a decidir de la ciudadanía vasca.

Pero no son estos los cambios importantes a los que me refería, aunque sin duda habrá que seguirlos con mucha atención. Otros cambios, que apenas salen en prensa y que por eso no están en el debate político cotidiano y no suscitan el interés de la ciudadanía, van a determinar de manera más profunda nuestro futuro. Me refiero a los retos en la lucha contra el cambio

climático, a la crisis energética y al Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión, el tristemente famoso TTIP. Estos son temas de los que habla algunos partidos e incluso hay propuestas al respecto, pero no hay ningún partido salvo Equo que ofrezca alternativas basadas en la ecología. La ecología entendida como tema transversal que condiciona todas las demás materias que preocupan en mayor o menor medida a los electores.

Este año se celebra en París la gran Cumbre climática que tiene que ofrecer nuevas y efectivas soluciones al cambio climático. Acabamos de salir del año más cálido desde que se tienen registros y ya muchos expertos nos avisan que determinados aspectos del cambio climático son irreversibles. Pero, y a pesar de décadas de avisos y de datos científicos irrefutables, este parece ser el tema cenicienta que siempre podemos dejar aparcado para abordarlo en otra ocasión. Pues ya no, ya es hora de tomar decisiones drásticas si queremos revertir el desastre medioambiental y humano que nos va a traer el cambio climático que nosotros mismos hemos creado.

En cuanto a la crisis energética, es la causa de que no salgamos de la crisis siguiendo los modelos clásicos del capitalismo basados en la absurda creencia de que nuestros recursos son ilimitados. Los neoliberales defienden que la supuesta ley de la oferta y la demanda regula materias como el petróleo, aun cuando también se ha demostrado que ya hemos superado el 'peak oil' y que la energía neta a disposición de la actividad económica es cada día menor, lo que hace que nos resulte imposible crecer como lo hemos hecho desde que se inició la Revolución industrial basada en la quema de combustibles fósiles. Pues bien, la volatilidad de los precios es uno de los indicadores de que hay problemas en la producción de petróleo, el impulsor verdadero de la economía capitalista, y si bien ahora mismo los precios bajos del barril de crudo permiten un cierto repunte de las cifras económicas, en un par de meses la situación puede ser la contraria, con elevados precios que terminarían de desmentir la presunta “recuperación”.

Y la última, pero no menor, gran amenaza que nos depara este 2015 es el TTIP, tratado de libre comercio que sus promotores esperan firmar este mismo año. Este tratado entre EEUU y la Unión Europea supone una amenaza para la democracia, para nuestro modelo de protección social y para nuestro medioambiente. Gracias a la filtración de los Verdes europeos se ha conocido el contenido de lo que se está negociando de espaldas a la ciudadanía. Se trata de que las empresas multinacionales tengan más poder que la ciudadanía, algo inaceptable y que se traduciría en el fin de muchos de los derechos que se han conseguido afianzar en Europa durante el pasado siglo y que conforman nuestro modo de vida.

El año que acabamos de estrenar llega cargado de retos y cambios para nuestra sociedad. Retos de diversa índole, pero que nos van a afectar a todos de una forma más o menos intensa. Afrontamos un año más de una crisis que no acaba de terminar a pesar de los mensajes triunfalistas basados en cifras macro de los Gobiernos central y vasco, que nos quieren vender sus deseos de “recuperación de la economía y despegue del crecimiento”. Este va a ser un año con importantes citas electorales, en las que las encuestas, tan cocinadas como esas cifras macroeconómicas de las que hablábamos, vaticinan grandes cambios en el panorama político vasco y estatal.

En este sentido, parece que Grecia se ha convertido en el canario en la mina para ver si un frente de izquierdas como Syriza es capaz de llegar a gobernar y si será capaz de revertir una situación cada vez más desesperada para la ciudadanía de ese país. Aquí será Podemos, que paradójicamente descarta ese frente de izquierdas mientras aplaude a Syriza, quien parece que recogerá el malestar de la ciudadanía frente a las políticas “austericidas” impuestas desde la Troika y el FMI, que han desarrollado el Partido Popular, el PSOE o el PNV allí donde han gobernado. Ahora, estos partidos claman al cielo e intentan asustar a la ciudadanía con el fantasma de la inestabilidad y del populismo que ellos mismos han creado.