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Aplauden a Biden, pero no reconocen el bombardeo de Gernika

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Recuerdo la escena. Siendo portavoz en el Congreso le pedí una entrevista al embajador alemán Guido Brunner. Llevábamos años trabajando para que la Villa de Gernika tuviera algún tipo de reconocimiento por parte del Gobierno alemán. El embajador se puso de pie y teatralmente me preguntó si veía en él el aspecto de un aviador de la Legión Cóndor. “En usted no, pero en lo que usted representa sí”, le dije. La reunión acabó como el rosario de la aurora.

No nos desanimamos. Seguimos trabajando. En el Grupo teníamos a Eduardo Vallejo, que era de Gernika y fue su alcalde. Gracias a él tiene la localidad el mosaico con el cuadro de Gernika, algo que costó un mundo conseguir. Hoy es una cita fotográfica para quien acude a la Villa. Nuestra petición de que el cuadro de Picasso estuviera en Gernika ha sido constante. Si las bombas fueron para Gernika, si Picasso dijo que el cuadro iría a España cuando volviera la República y si Gernika la consideraban parte de España, ¿por qué el cuadro tenía que estar en Madrid cuando las bombas habían caído en Gernika?

Muy sencillo. El Museo de Arte Reina Sofía, sin el Guernica, es medio museo.

Sabiendo esto y siempre a última hora negociamos un tiempo de espera. Con Solana logramos que en el ínterin pusieran en el parque una escultura de Henry Moore y posteriormente la escultura de Chillida que Oteiza calificó como el mayor urinario vasco, inaugurada por Jorge Semprún.

Y seguimos y seguimos insistiendo hasta que, gracias a una conjunción de esfuerzos donde destacaría el protagonismo de los Verdes y socialdemócratas alemanes, se produjo un milagro, hecho insólito nunca seguido por el Gobierno español con la misma argumentación que me formuló Guido Brunner. “El gobierno español es democrático y nada tiene que ver con a aquella tragedia”. También lo era el alemán o ahora lo es Biden con el genocidio armenio, pero hay una continuidad estatal que nunca han querido reconocer los gobernantes de UCD, PSOE y PP con un concepto timorato de lo que es el Estado, es decir España. Eso sí. A la hora de asumir todos los horrores del franquismo, no se les mueve un pelo.

Un millar de personas, entre ellas 150 supervivientes del bombardeo de Gernika, asistieron a aquel acto de desagravio largo tiempo esperado el 27 de abril de 1997. El embajador de Bonn en España, Hening Wegener, leyó un mensaje del presidente alemán, Roman Herzog, en el que asumía en nombre de su país la responsabilidad del ataque aéreo de la Legión Cóndor el 26 de abril de 1937. Herzog reconoció “la culpa de los aviones alemanes” y pidió perdón.

Entre gestos emocionados de los presentes y ante diputados de izquierdas y ecologistas del Parlamento alemán (Bundestag) y Europeo, que se felicitaron por la iniciativa de Herzog, el alcalde de Gernika, Eduardo Vallejo, subrayó antes de comenzar los discursos: “No queremos que nadie se arrodille. Sólo que se desmonte la gran mentira de Franco y que la Historia diga la verdad” sobre el primer ataque masivo aéreo contra una población civil indefensa.

Hay una continuidad estatal que nunca han querido reconocer los gobernantes de UCD, PSOE y PP con un concepto timorato de lo que es el Estado, es decir España. Eso sí. A la hora de asumir todos los horrores del franquismo, no se les mueve un pelo

Tras ser escuchado el reconocimiento de la responsabilidad germana -en alemán, euskera y castellano-, los organizadores del 60.º aniversario del bombardeo reclamaron una declaración similar de “un Gobierno español” que rechace la posición oficial de la dictadura franquista. “La España de Franco no incendia”, sostuvo hasta su ocaso el régimen franquista, que acusó a los gernikeses y a los rojoseparatistas de haber incendiado la emblemática villa vasca. Vallejo señaló que un gesto del Estado español “sería bien recibido por los vascos”.

Una década de espera

Se logró así lo que había resultado imposible desde hacía una década, cuando la diputada de los Verdes, Petra Kelly, ya fallecida, comenzó su batalla en el Bundestag para que esa Cámara asumiera una petición de disculpas por la participación del régimen de Adolf Hitler en el brutal ataque de la Luftwaffe a Gernika. Creo que es interesante conocer cual fue la declaración del presidente alemán Roman Herzog. Decía así:

"El 26 de abril de 1937, Gernika fue víctima de un ataque aéreo del escuadrón de la Legión Cóndor que convirtió el nombre de esta ciudad en el emblema de una beligerancia que cogió a la población indefensa por sorpresa, convirtiéndola en víctima de las más terribles atrocidades. El día de Gernika y el sufrimiento humano que simboliza este nombre forman parte desde entonces del recuerdo colectivo de nuestros pueblos.

Sesenta años después del bombardeo han crecido nuevas generaciones. Pero ustedes, como víctimas del ataque, todavía llevan inscrito en el corazón el recuerdo de este día y sus consecuencias. Para ustedes sigue siendo presente lo que para la mayoría de nosotros es pasado a pesar de que todos nosotros debemos sentirnos apenados por el sufrimiento que cayó sobre Gernika.

Yo quiero asumir ese pasado y reconocer expresamente la culpa de los aviones alemanes involucrados. Les dirijo a ustedes como sobrevivientes del ataque y testigos del horror vivido mi mensaje conmemorativo de condolencia y duelo.

Evoco el recuerdo de aquellas personas a las que aquel día en Gernika les fue quebrada la felicidad de su vida, destrozada su familia, destruido su hogar, robada su vecindad. Comparto con ustedes el luto por los muertos y heridos. Les ofrezco a ustedes, que todavía llevan en las entrañas las heridas del pasado, mi mano abierta en ruego por la reconciliación».

En vista de la negativa de su propio partido a formular un mensaje de reconciliación, el presidente Herzog decidió hacerlo él mismo, lo cual fue saludado por diputados de la oposición como un gesto que libraba a Alemania de una nueva “vergüenza histórica”.

¿Tan difícil es para Sánchez hacer algo parecido?

Recuerdo la escena. Siendo portavoz en el Congreso le pedí una entrevista al embajador alemán Guido Brunner. Llevábamos años trabajando para que la Villa de Gernika tuviera algún tipo de reconocimiento por parte del Gobierno alemán. El embajador se puso de pie y teatralmente me preguntó si veía en él el aspecto de un aviador de la Legión Cóndor. “En usted no, pero en lo que usted representa sí”, le dije. La reunión acabó como el rosario de la aurora.

No nos desanimamos. Seguimos trabajando. En el Grupo teníamos a Eduardo Vallejo, que era de Gernika y fue su alcalde. Gracias a él tiene la localidad el mosaico con el cuadro de Gernika, algo que costó un mundo conseguir. Hoy es una cita fotográfica para quien acude a la Villa. Nuestra petición de que el cuadro de Picasso estuviera en Gernika ha sido constante. Si las bombas fueron para Gernika, si Picasso dijo que el cuadro iría a España cuando volviera la República y si Gernika la consideraban parte de España, ¿por qué el cuadro tenía que estar en Madrid cuando las bombas habían caído en Gernika?