Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
El borrón de P. I.
¿Qué es lo que gobierna España, un Gobierno de coalición o una coalición de dos partidos? Ambas fórmulas no son lo mismo, porque si el Gobierno es uno, las discusiones se producen en privado, justamente antes de hacer públicas las decisiones últimas y definitivas. No suele ocurrir lo mismo cuando se trata de una coalición de dos que quieren siempre dejar patentes las diferencias -con que uno de los dos lo haga ya es suficiente-, mucho más que resolver con solvencia las dudas y problemas de los ciudadanos. Tal está ocurriendo en el Gobierno español, del que se sabe quién es el Presidente porque la diferente representatividad del PSOE en el Congreso Español es aplastante respecto a la del Partido coaligado, Unidas Podemos.
Sin embargo, la escasa confianza que aporta al Pacto de Gobierno Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse), mucho más empeñado en señalar y subrayar sus diferencias con respecto al PSOE que en aportar consistencia y credibilidad a la coalición, convierte las páginas de los diarios en crónicas bélicas en las que las opiniones suyas surgen de su boca como disparos dirigidos a debilitar y destruir las razones en que se fundamentó el Gobierno de coalición. El programa de ese gobierno, escrito y rubricado en su día, debería constituir la guía que condujera a quienes desde los partidos coaligados están obligados a desarrollarla, pero no. En todo un año de coalición han sido más los pronunciamientos de Pablo Iglesias en contra de las proposiciones del PSOE que a favor. O sea, que si la coalición obedece a un guion y a un programa, tal texto permanece en algún cajón o archivo, mientras se sacan conejos de las chisteras y se trampea vergonzosamente con las promesas y los conceptos. Hay quien usa los textos del acuerdo como una añagaza electoral y electoralista, y ese no es otro que el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias.
Pedro Sánchez no ha encontrado en Pablo a un colaborador sino más bien un competidor, un acompañante que no le hace mucha compañía, quizás porque le gusta que le acompañen a él mucho más que acompañar a otros. No dudo de que Pedro Sánchez eligió ese modo de colaboración de su acompañante a sabiendas de que Iglesias nunca ha sido capaz de dejarse acompañar siendo segundo de ningún primero. Cuando alguien le discuta su liderazgo en Unidas Podemos nos daremos cuenta de ello: primero luchará a brazo partido, lo cual no es criticable, para mantener su primer puesto, pero si tal estrategia le fracasa, abandonará armas y pertrechos, probablemente para iniciar otra aventura que le pueda facilitar la victoria. Él es, solamente, un vencedor y, por tanto, los segundos, terceros o cuartos lugares no le sirven. Más aun, su actual condición de 'segundo' en el Gobierno, por detrás de Pedro Sánchez, le está suponiendo desarrollar esta estrategia de buscar la preeminencia frente a P. S. a cualquier precio.
Pedro Sánchez no ha encontrado en Pablo a un colaborador sino más bien un competidor, un acompañante que no le hace mucha compañía, quizás porque le gusta que le acompañen a él mucho más que acompañar a otros
Le favorece la complicada composición del Parlamento, que no propicia ninguna salida alternativa para el PSOE y Pedro Sánchez. A Unidas Podemos le está viniendo muy bien que Vox cuente con tantos parlamentarios, lo cual hace que otras coaliciones no sean posibles, dada la intransigencia de Casado y los populares para articular y desarrollar ninguna forma provisional siquiera de Gobierno, ahora que son tantas las vicisitudes y adversidades que tenemos que salvar. Probablemente hay razones suficientes para constituir un amplio Gobierno, incluso de concentración, pero los líderes actuales han olvidado (o quizás nunca llegaron a aprender) que la Política es el arte o doctrina referente al gobierno de los Estados con el fin de que la vida de los ciudadanos sea cuanto más feliz y cuanto menos dolorosa. Esta definición de la Política debería estar presente en la mente de nuestros líderes, pero en la de la mayoría de ellos permanecen confusiones y obsesiones. Confunden gobierno con poder. Les obsesiona mandar, quizás porque no saben dirigir. Les perturba el predominio frente a los demás. Aspiran a ocupar pedestales y no a compartir la tierra y el suelo.
Y es eso lo que hace que Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse) vaya de quimera en quimera, intentando el descrédito del PSOE, del Gobierno y de Pedro Sánchez, aunque para ello tenga que situarse en el borde (por el lado de fuera) del sistema democrático, incluso del respeto al orden que todos los españoles construimos con mucho esfuerzo y condescendencia. Eso sí, en aquella misión él no puso (ni pone ahora) ningún esfuerzo.
¿Qué es lo que gobierna España, un Gobierno de coalición o una coalición de dos partidos? Ambas fórmulas no son lo mismo, porque si el Gobierno es uno, las discusiones se producen en privado, justamente antes de hacer públicas las decisiones últimas y definitivas. No suele ocurrir lo mismo cuando se trata de una coalición de dos que quieren siempre dejar patentes las diferencias -con que uno de los dos lo haga ya es suficiente-, mucho más que resolver con solvencia las dudas y problemas de los ciudadanos. Tal está ocurriendo en el Gobierno español, del que se sabe quién es el Presidente porque la diferente representatividad del PSOE en el Congreso Español es aplastante respecto a la del Partido coaligado, Unidas Podemos.
Sin embargo, la escasa confianza que aporta al Pacto de Gobierno Pablo Iglesias (Turrión, que no Posse), mucho más empeñado en señalar y subrayar sus diferencias con respecto al PSOE que en aportar consistencia y credibilidad a la coalición, convierte las páginas de los diarios en crónicas bélicas en las que las opiniones suyas surgen de su boca como disparos dirigidos a debilitar y destruir las razones en que se fundamentó el Gobierno de coalición. El programa de ese gobierno, escrito y rubricado en su día, debería constituir la guía que condujera a quienes desde los partidos coaligados están obligados a desarrollarla, pero no. En todo un año de coalición han sido más los pronunciamientos de Pablo Iglesias en contra de las proposiciones del PSOE que a favor. O sea, que si la coalición obedece a un guion y a un programa, tal texto permanece en algún cajón o archivo, mientras se sacan conejos de las chisteras y se trampea vergonzosamente con las promesas y los conceptos. Hay quien usa los textos del acuerdo como una añagaza electoral y electoralista, y ese no es otro que el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias.