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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Campaña electoral: cuando lo irracional gobierna nuestros sentidos

Carteles electorales en Vitoria

Cristina Macazaga

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En periodo electoral, la ciudadanía vemos cómo se nos divide en grupos más o menos homogéneos en relación a la intención de voto (convencidos, abstencionistas, votantes primerizos, …), o en clave geográfica (por municipio o barrio) o en términos demográficos (edad, género, estado civil, nivel de estudios, …). Todo con el fin de fijar prioridades en el plan de campaña y definir un mensaje que se ajuste a nuestros intereses para elaborar estrategias basadas en las emociones. Porque si existe algo irracional, eso es el voto electoral. Se vota más con las tripas o el corazón que con la cabeza.

La campaña se inició con un mensaje central en clave de primera vuelta de las elecciones generales. Discursos y anuncios en torno a políticas públicas que se escapaban del ámbito competencial municipal y foral y pulsos entre formaciones para mostrar quién es más útil “en Madrid”. Cuando la campaña bajó al mensaje local, a los que se ha venido llamando “las cosas del comer”, Covite denunció que 44 integrantes de las candidaturas de EH Bildu para las elecciones forales y municipales en Euskadi Navarra habían sido condenados por pertenencia y colaboración con ETA.

Sin embargo, una vez anunciado que los siete candidatos de EH Bildu condenados por delitos de sangre renunciaban a tomar el acta si resultasen elegidos, y pese al esfuerzo de algunos y algunas candidatas por centrar la campaña en el mensaje más local, se mantiene el ruido proveniente desde quien quiere convertir estas elecciones en un plebiscito a Pedro Sánchez.

Y es que, en mitad de campaña, se mantiene el ruido generado por elementos trumpistas como Díaz Ayuso, que no permite que la ciudadanía escuche lo que de verdad importa, propuestas y soluciones a problemas en ámbitos tan dispares como la movilidad, el urbanismo, la dependencia, la fiscalidad o la mitigación de los efectos del cambio climático. Ya no es el algoritmo quien colapsa la conversación pública, sino el incesante ruido que genera quienes no tienen nada que ofrecer.

Tengo dudas de que una campaña electoral a estas alturas sea capaz de movilizar una abstención que las encuestas fijan en torno al 40%. No se esperan, por tanto, y a pesar de ruido, que vayan a darse demasiados cambios más allá de los trasvases de votos dentro de los mismos bloques (derecha-izquierda). Pero, tal vez, esto sea suficiente para que la foto que ofrecen los últimos sondeos salga movida en Vitoria-Gasteiz.

Solo a partir del próximo domingo veremos qué tiene más peso en el electorado gasteiztarra, si mirar al futuro o amar la ciudad que una o uno quiere. Si bien los eslóganes pretenden llegar al corazón, a las emociones del electorado, el cartel se ha convertido en un elemento simbólico que apenas tiene presencia en la sociedad de la información donde las redes sociales echan humo estos días. Partidos políticos de todos los colores lo confieren todo al algoritmo y Twitter, Instagram y TikTok llenan el universo digital de videos publicitarios, entrevistas y mítines.

Yo, que soy una nostálgica, sigo observando los carteles con el ánimo de que me cuenten qué hay detrás. Y observo que el uso del primer plano de la candidata, el fondo blanco y el verde como color principal son los elementos comunes en los carteles de PNV y EH Bildu. Yo les agradezco el uso del blanco, primero porque permite relajar la vista en un momento de caos visual y narrativas surrealistas y, porque deja volar la imaginación de quien lo observa, permitiendo crear ese marco o contexto donde situar a la candidata. Y el verde es un color que transmite serenidad, estabilidad y equilibrio.

Así que las dos candidatas en liza para alcanzar la alcaldía de Vitoria-Gasteiz coinciden en la estrategia visual. Sin embargo, es el PSE-EE quien puede ofrecer la gobernabilidad a izquierda y a derecha.

En tiempos de saturación, el uso de su color corporativo le puede jugar una mala pasada al PSE-EE ya que, si bien el color rojo puede despertar muchísimas sensaciones o incrementar el ritmo cardíaco trasmitiendo energía o pasión, un exceso, podría proyectar urgencia, peligro e incluso ira y no está el horno para bollos. El eslogan que acompaña a la candidata recuerda demasiado al utilizado por Podemos años atrás, a no ser que el “contigo” esté dirigido al PNV y no a la ciudadanía, claro.

No parece que existan dudas de que Maider Echevarria vaya a dotarle de ese brochazo rojo que le falta al cartel del PNV para identificarlo con los colores de su logotipo. Así que sobrevuela el interrogante de si en el caso de que EH Bildu gane las elecciones, se va respetar la lista más votada.

Ainhoa Domaica y su azul “Partido Popular” se ha autoenmendado y ha señalado que no va a permitir que Vitoria-Gasteiz sea gobernada por EH Bildu acatando el mandato de la “jefa” del PP madrileño. Ya lo decía yo al inicio, en periodo electoral escasea lo racional y es que, no hay nada más irracional que enviar mensajes al electorado murciano queriendo gobernar en Vitoria-Gasteiz.

Ánimo que ya nos queda menos.

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