Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Cimientos para la reconciliación
No pretendo y no voy a convencer a nadie con mis palabras. Venimos haciendo oídos sordos a los que expresan ideas no cercanas a las nuestras. Identifiquemos este punto de partida para hacer autocrítica personal y social. Tenemos un conflicto político cronificado muy grave en España. El guion con el que se maneja la puesta en escena de los actores políticos es muy sencillo: basta multiplicar por menos uno lo que dice el adversario dice y hace y se puede conformar el argumentario y justificación de lo que tenemos que se va a comunicar.
La cuestión se ha agravado durante años judicializando la política. Si a esto añadimos la agitación en la calle con consignas populistas, sin autocrítica, tenemos el cóctel servido. Esto va a durar mucho, demasiado. No atisbo en el horizonte que la racionalidad vuelva a posibilitar que las discrepancias se gestionen desde la negociación de los legítimos intereses, y no en las posiciones partidistas de la bronca política.
Esta semana comenzará una legislatura fraguada con muchos acuerdos transversales, que incorpora decenas de compromisos escritos, firmado entre el PSOE y Sumar, ERC, Junts, BNG, PNV y CC. EH Bildu no ha suscrito ningún acuerdo, no lo ha pedido, aunque su voto vale tanto como el de los demás. Negociar y acordar desde el interés no es mezquino, todos actuamos por interés en las pequeñas y grandes decisiones vitales.
La punta de lanza de la confrontación la suscita la proposición de ley de amnistía. Si no hubiera sido esta, hubiera sido cualquiera de todas las demás. Todo vale para oponerse visceralmente en este país. Afortunadamente, es la mayoría ciudadana plasmada en la composición del Congreso la que decide.
La mayor controversia que arrastra España desde la Transición es el encaje de las asimetrías que los partidos nacionalistas vienen reivindicando. La amnistía viene a situarnos en el punto de partida de este conflicto. Es una condición necesaria para el diálogo. Ya sé que, a estas alturas, algunos ya os habéis mostrado en contra de lo que he expresado, pero así lo veo.
Afrontar con valentía las reivindicaciones nacionalistas nos debe conducir al reconocimiento de la voluntad mayoritaria de los ciudadanos vascos y catalanes. Sin otro techo que la expresión democrática, tranquila, pacifica. Creo además que, si somos capaces de desactivar la confrontación, la mayoría ciudadana no va a apostar por futuros independentistas, sino por un acomodo asimétrico en el Estado. Y viceversa, si el conflicto se encona, se crearán nuevos nichos de cultivo para la exaltación. Como en Palestina, que cada bomba que lanza Israel genera nuevos simpatizantes de Hamas.
Por esto me parece que el PSOE, haciendo virtud de su necesidad, ha establecido los cimientos de la posibilidad de una convivencia que nos reconcilia.
No pretendo y no voy a convencer a nadie con mis palabras. Venimos haciendo oídos sordos a los que expresan ideas no cercanas a las nuestras. Identifiquemos este punto de partida para hacer autocrítica personal y social. Tenemos un conflicto político cronificado muy grave en España. El guion con el que se maneja la puesta en escena de los actores políticos es muy sencillo: basta multiplicar por menos uno lo que dice el adversario dice y hace y se puede conformar el argumentario y justificación de lo que tenemos que se va a comunicar.
La cuestión se ha agravado durante años judicializando la política. Si a esto añadimos la agitación en la calle con consignas populistas, sin autocrítica, tenemos el cóctel servido. Esto va a durar mucho, demasiado. No atisbo en el horizonte que la racionalidad vuelva a posibilitar que las discrepancias se gestionen desde la negociación de los legítimos intereses, y no en las posiciones partidistas de la bronca política.