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Colores, eslóganes, sí, pero todo decidido

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Tal vez, vivir en campaña permanente nos hace insensibles al período electoral en el que nos encontramos. La ciudadanía, vacunada contra el ruido mediático generado por la polarización política que sufrimos, transita inmunizada a los mensajes trabajados en el seno de los partidos políticos que el 21 de abril optan a diferentes objetivos electorales.

La escasa pulsión electoral que sobrevuela el electorado vasco hace que la campaña electoral tome relevancia y que los partidos políticos lo apuesten todo a la última semana de campaña conocedores de que una bolsa importante de electores decidirá su voto casi a pie de urna.

El escaso nivel de conocimiento de los principales candidatos, junto con el escaso carisma de quienes los acompañan en la contienda electoral, provoca una campaña centrada en las siglas de los partidos con marcado carácter territorial. Y, en este contexto, ¿cómo se venden los partidos?

Comencemos por quien parte como novedad en unas elecciones al Parlamento Vasco, la candidatura de Sumar. Si bien es identificada por su líder Yolanda Díaz, en Euskadi la encabeza una gran desconocida, pero apoyada por IU-Ezker Anitza o Equo Berdeak, partidos con dilatada experiencia institucional en Euskadi. El fondo blanco ayuda a centrar la mirada en la marca a la que acompañan elementos que parecen ser extractos de la ikurriña y que 'vasquizan' el proyecto que quiere ocupar un espacio político huérfano ahora y lograr una “Euskadi berria”.

Sin embargo, el rosa fucsia de Sumar tiene a su derecha un PSE-EE decidido a que Euskadi siga instalado en políticas estancadas. Al partido socialista le hace falta un pepito grillo en su hombro izquierdo que impulse políticas progresistas, tal y como lo demuestra el Gobierno de coalición de España. En Euskadi, sin embargo, deja claro que se siente más cómodo gobernando con la derecha vasca. Y es que el rojo socialista no falla, pero ya no se identifica con políticas de izquierdas. Su eslogan lo deja claro, son “quienes deciden” y ya han decidido.

A Imanol Pradales no le basta con el apoyo explícito de los socialistas vascos. La pérdida continuada de votos en las últimas elecciones lastra una campaña centrada en unas siglas desgastadas por la gestión del PNV de los últimos años y con una desmovilización en las filas 'jeltzales' desconocida hasta la fecha y con poca experiencia en campañas de movilización. Ser una “fuerza nueva” evoca más al pasado que a un futuro de bienestar por construir. Las franjas rojas y verdes son elementos que históricamente han acompañado a las siglas del partido, pero han dejado demasiado solo a un candidato vendido al PSE-EE y en una carrera de fondo con Pello Otxandiano. Ambos, Pradales y Otxandiano, rivalizan por quedar primeros el 21 de abril en la crónica de un Gobierno anunciado. Porque piensen lo que piensen los y las votantes del PSE-EE, Eneko Andueza ya ha decidido y, pase lo que pase, gobernará el PNV.

Una de las principales premisas en campaña, si los datos te son favorables, es no 'meter la pata'. EH Bildu es sabedor de ello y de que sus siglas cotizan al alza tras los resultados en las contiendas electorales de 2023. Por eso, han decidido pasar de puntillas en esta campaña. Sin estridencias. Y para eso, qué mejor candidato que Otxandiano, discreto y agazapado tras unas gafas que ocultan al menos una timidez implícita. Esta discreción se ha trasladado al cartel en el que candidatos y candidatas se mantienen en un segundo plano dando el protagonismo al estruendoso verde de su marca.

“El cambio es ahora”, eslogan elegido por EH Bildu roza el utilizado por un Podemos que en 2015 situado en la cresta de ola pretendía asaltar las instituciones y que ahora Arnaldo Otegi rescata para alcanzar el cielo vasco. Mientras, los de azul, el Partido Popular, acostumbrados a centrar la batalla en relatos 'madrileños', sufren una campaña territorializada con la vivienda y la salud como ejes. No caben 'ayusadas' en una “Euskadi abierta” que nos tendrán que explicar a quién o a qué.

Y en esta ensalada de colores y eslóganes estamos las vascas y los vascos a la espera de pasar el trago y que el 22 de abril nos encontremos con que nada haya cambiado y, por tanto, no logremos tener una Euskadi nueva, porque quien decide ha decidido que el bienestar en Euskadi continúe en construcción 'in saecula saeculorum'.

Tal vez, vivir en campaña permanente nos hace insensibles al período electoral en el que nos encontramos. La ciudadanía, vacunada contra el ruido mediático generado por la polarización política que sufrimos, transita inmunizada a los mensajes trabajados en el seno de los partidos políticos que el 21 de abril optan a diferentes objetivos electorales.

La escasa pulsión electoral que sobrevuela el electorado vasco hace que la campaña electoral tome relevancia y que los partidos políticos lo apuesten todo a la última semana de campaña conocedores de que una bolsa importante de electores decidirá su voto casi a pie de urna.