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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Contento pero inquieto

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Visto, oído, leído y escuchado lo sucedido todos estos días, cuyo desenlace podemos dar por finalizado con la votación de hoy en el Congreso de los Diputados, sólo cabe esperar, y en mi caso, también confiar y desear que el Gobierno de España siga siendo un Gobierno de coalición progresista, con el apoyo de las fuerzas nacionalistas.

He manifestado en varias ocasiones que solo el reconocimiento de una asimetría plurinacional, con reconocimiento de los hechos diferenciales vasco y catalán, puede hacer posible una convivencia duradera. Basado en reglas democráticas y solidarias, que permitan que el tiempo vaya construyendo el camino y la forma de relación con la que deseamos dotarnos en el presente, sin cerrar ninguna puerta al futuro.

Por esto me alegro de la puerta abierta a la conformación de un Gobierno que lo posibilite. Pero no lo aplaudo con las orejas. Sobre todo porque, en política, como en la vida, los verdaderos progresos se construyen sobre la base de amplios consensos a largo plazo. Y hoy no podemos decir eso. 

Hoy por hoy, identifico dos razones que impiden esta posibilidad. La primera es evidente, la posición intransigente del Partido Popular con respecto al reconocimiento de esta asimetría. El actual escenario político, completamente polarizado, lo hace inviable. Y, sin embargo, albergo la esperanza de que algún día, pueda serlo. La derecha siempre tendrá un apoyo ciudadano muy considerable, y sin su anuencia, ningún cambio relevante en el reconocimiento real una conformación asimétrica plurinacional, va a ser posible.

Y la segunda razón que creo observar es la excesiva intransigencia y dureza de los planteamientos de los nacionalistas catalanes, particularmente de Junts. De entrada, manifiesto que la amnistía va a ser necesaria. Y también me posiciono a favor del ejercicio democrático del derecho a decidir.

Pero un Gobierno se apoya porque va a beneficiar a los ciudadanos en su conjunto, con políticas sociales, laborales y económicas progresistas, con el objetivo de lograr un crecimiento inteligente, inclusivo, verde, que vele por la protección y la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos particularmente de la población menos favorecida. 

Y, además, en los cuatro largos años de una legislatura en la que diariamente hay que conseguir mayorías suficientes, se podrá amojonar y hacer posible lo que se desea. Pero que el punto de partida explicitado sea “no nos moveremos ni un milímetro” es una exageración impropia de una negociación que debe partir de la confianza, que debe ir construyéndose conforme vayamos avanzando.

Termino. Estoy contento porque vislumbramos un Gobierno progresista abierto al reconocimiento de nuestra diversidad, abierto también a dejar atrás errores cometidos por ambas partes en la cuestión catalana y abrir nuevos horizontes.

Visto, oído, leído y escuchado lo sucedido todos estos días, cuyo desenlace podemos dar por finalizado con la votación de hoy en el Congreso de los Diputados, sólo cabe esperar, y en mi caso, también confiar y desear que el Gobierno de España siga siendo un Gobierno de coalición progresista, con el apoyo de las fuerzas nacionalistas.

He manifestado en varias ocasiones que solo el reconocimiento de una asimetría plurinacional, con reconocimiento de los hechos diferenciales vasco y catalán, puede hacer posible una convivencia duradera. Basado en reglas democráticas y solidarias, que permitan que el tiempo vaya construyendo el camino y la forma de relación con la que deseamos dotarnos en el presente, sin cerrar ninguna puerta al futuro.