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Cultura: adorno en la prosperidad y refugio en la adversidad
Recién salidos del confinamiento un conocido relacionado en el plano laboral con el fascinante mundo de las artes escénicas, el carro de Tespis, me hablaba de lo mucho que el ser humano echa en falta lo bueno solo cuando le falta. Hacía mención de modo indirecto a aquella ausencia por la pandemia de cines, salas de teatro, eventos, museos, conciertos, recitales literarios y poéticos, y lo mucho que nos tuvimos que refugiar todos en la lectura o la televisión, como válvulas de escape saciantes de los deseos irrefrenables de cultura. Y es cierto, aquella ausencia obligada nos vio lastrados en esa necesidad de enriquecernos, de aprender disfrutando, de ver, escuchar y reflexionar. La escritora y periodista alicantina Matilde Asensi expresó que el arte y la cultura aumentan la armonía, la tolerancia y la comprensión entre las personas. Sin duda la cultura no es cuestión menor, como algunos grupos de la derecha del arco parlamentario pretenden esgrimir, alegando todo tipo de motivos, a cada cual más delirante. Los presupuestos generales del Estado en su proyecto para 2022 destinan casi un cuarenta por ciento más de inversión que los anteriores de 2021. Son 1.589 millones de euros, repartidos en 1.233 millones como aporte nacional y 356 de la Unión Europea.
Como bien indicó el historiador griego Diógenes Laercio, la cultura es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad. Que sea siempre más que un adorno y no solo un refugio
La política de este Gobierno con respecto a la cultura es firme, innegociable y decidida, como dijo el ministro Iceta impulso y recuperación, por un lado, y fomento de hábitos en los más jóvenes, pedagogía. Destaca un bono destinado a medio millón de jóvenes que cumplen dieciocho años en 2022, cuatrocientos euros anuales para consumo directo de ofertas culturales, incentivo que surge no de un capricho, sino de un estudio minucioso que además recoge idéntica experiencia realizada en países de nuestra órbita, como Italia y Francia. También una oferta pública de empleo dirigida a Cultura, apoyo a las salas de exhibición cinematográfica, dinamización de circo, danza, teatro, música y lírica. Fomento de la lectura, apoyo a ferias de libros, internalización de las letras españolas, ayudas a la creatividad literaria, promoción lectora en el mundo rural y la adolescencia. Dotaciones de ayudas a museos e instituciones culturales, rehabilitaciones, conservaciones, adquisición de obras de arte. En fin, un aporte histórico para que la cultura de nuestro país y todos quienes en diferentes escalas profesionales no queden atrás. La formación de la mente, entendiendo como tal una certera definición del concepto, no puede ser una cenicienta en un Estado Social y Democrático de Derecho, como tampoco lo es la facilidad de acceso a la misma, dejando por sentado que nunca debe ser un objeto de lujo. Porque el avance del ser humano, de toda la ciudadanía debe tener presente el perfeccionamiento de las leyes, de la justicia social y del conocimiento. Porque un Estado que no cuida su cultura deja de lado algo más que una tipología de expresiones simbólicas, artísticas o comunicativas, se desprecia a sí mismo. Por ello y para dulcificar nuestras vidas, para que unos presupuestos de recuperación justa sean completos, es necesario dotarlos de estas inversiones que nadie debería criticar ni menospreciar. Proyectos ilusionantes de ejecución que las diferentes administraciones involucradas en la materias podrán realizar y que a buen seguro, colaborarán en gran medida en que nuestra recuperación, la de todos, creadores y perceptores de cultura, dándonos tantos instantes de ocio y salud como antes de la pandemia, venía siendo habitual, sin que muchas veces les diéramos la importancia real que tenían en nuestras vidas. Como bien indicó el historiador griego Diógenes Laercio, la cultura es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad. Que sea siempre más que un adorno y no solo un refugio.
Recién salidos del confinamiento un conocido relacionado en el plano laboral con el fascinante mundo de las artes escénicas, el carro de Tespis, me hablaba de lo mucho que el ser humano echa en falta lo bueno solo cuando le falta. Hacía mención de modo indirecto a aquella ausencia por la pandemia de cines, salas de teatro, eventos, museos, conciertos, recitales literarios y poéticos, y lo mucho que nos tuvimos que refugiar todos en la lectura o la televisión, como válvulas de escape saciantes de los deseos irrefrenables de cultura. Y es cierto, aquella ausencia obligada nos vio lastrados en esa necesidad de enriquecernos, de aprender disfrutando, de ver, escuchar y reflexionar. La escritora y periodista alicantina Matilde Asensi expresó que el arte y la cultura aumentan la armonía, la tolerancia y la comprensión entre las personas. Sin duda la cultura no es cuestión menor, como algunos grupos de la derecha del arco parlamentario pretenden esgrimir, alegando todo tipo de motivos, a cada cual más delirante. Los presupuestos generales del Estado en su proyecto para 2022 destinan casi un cuarenta por ciento más de inversión que los anteriores de 2021. Son 1.589 millones de euros, repartidos en 1.233 millones como aporte nacional y 356 de la Unión Europea.
Como bien indicó el historiador griego Diógenes Laercio, la cultura es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad. Que sea siempre más que un adorno y no solo un refugio