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Despedimos un año esencial para lo comunitario

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El 2020 será recordado como el año de la pandemia. Un año terrible del que nos va a costar recuperarnos y del que debemos sacar enseñanzas sobre todo lo que hemos descubierto para acabar con todas las calamidades que muchas veces pasaban desapercibidas y que este virus ha evidenciado.

Hemos descubierto, a pesar de la falta de información, la lamentable situación en la que se encontraban la mayoría de nuestros mayores. Hemos quedado aterrados al comprobar de qué manera la vulnerabilidad y la dependencia se han convertido en un auténtico negocio. Hay que poner remedio de inmediato a esta situación, las personas mayores ya no tienen tiempo para esperar. Su situación debe mejorarse con urgencia y es nuestro deber exigirla por todos los medios.

También hemos redescubierto el valor y la importancia del Movimiento de Pensionistas. Una lucha centrada no sólo en mejorar las exiguas pensiones que percibe la mayoría, sino en mejorar nuestro futuro, el de todas las personas jóvenes cuyo horizonte también es vivir dignamente cuando se termine nuestro periodo laboral. Y vemos su trascendencia en cuanto nos fijamos en lo que está ocurriendo estos días en la política nacional con los complicados movimientos del ministro Escrivá y los palos en la rueda a la ministra Díaz respecto de las mejoras laborales que quiere aprobar. Así, mientras a la Ministra de Trabajo se le ponen todas las trabas posibles para mejorar el salario mínimo, el Ministro de Seguridad Social plantea alargar de 25 a 35 años el periodo para calcular la pensión.

Por otro lado, otro aprendizaje ha sido el incalculable valor de la sanidad pública como bien común. A estas alturas ya nadie se atreve a discutir la necesidad de una sanidad pública y universal como única opción para hacer frente a esta pandemia o a los retos del futuro. Se han hecho evidentes los efectos de años de recortes y privatizaciones encubiertas en un momento en el que nuestra salud depende de una amplia red de atención primaria que detecte y ataje las dolencias en cada barrio y evite que se conviertan en graves. Invertir en salud pública es siempre socialmente rentable, aunque no lo sea para algunos interesados que tratan de convencernos de la eficacia de lo privado.

A estas alturas ya nadie se atreve a discutir la necesidad de una sanidad pública y universal como única opción para hacer frente a esta pandemia o a los retos del futuro

Y todos los retos de este año pandémico han puesto al descubierto el trabajo esencial de las mujeres en el poco reconocido ámbito de los cuidados, trabajos que en demasiadas ocasiones son precarizados. Resulta evidente que la mayor parte del trabajo de cuidados lo realizamos las mujeres. Somos mayoría en la sanidad, en los trabajos de dependencia, sin contar con todas las labores gratuitas que realizamos en el ámbito de nuestra vida privada. Sin el trabajo de las mujeres no hay vida sostenible y las mujeres no podremos aspirar a la igualdad y a la libertad sin unos servicios públicos de calidad.  

Alguien me podría decir que estoy tratando cuestiones generales cuando el ámbito de mi labor política es municipal, pero debo asegurar que las decisiones que se toman respecto de estas cuestiones terminan afectando siempre al campo de las políticas municipales.

En definitiva, terminamos este desdichado año magulladas pero sin miedo, porque hemos aprendido qué es lo realmente importante y estamos seguras de que en el 2021 superaremos la pandemia siendo más fuertes, para conseguir el bienestar social y recuperar la necesaria alegría de vivir.

El 2020 será recordado como el año de la pandemia. Un año terrible del que nos va a costar recuperarnos y del que debemos sacar enseñanzas sobre todo lo que hemos descubierto para acabar con todas las calamidades que muchas veces pasaban desapercibidas y que este virus ha evidenciado.

Hemos descubierto, a pesar de la falta de información, la lamentable situación en la que se encontraban la mayoría de nuestros mayores. Hemos quedado aterrados al comprobar de qué manera la vulnerabilidad y la dependencia se han convertido en un auténtico negocio. Hay que poner remedio de inmediato a esta situación, las personas mayores ya no tienen tiempo para esperar. Su situación debe mejorarse con urgencia y es nuestro deber exigirla por todos los medios.