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¿Dimitirá Rajoy.....… si no consigue sacar adelante su investidura?
Deberá dimitir si esto ocurriera, porque habrá quedado muy clara su incapacidad y la de su parido para formar un Gobierno a pesar de haber sido el preferido por los españoles en las urnas. Sus partidarios, -militantes y votantes del PP-, deben estar boquiabiertos ante su desidia, su débil liderazgo y el irresponsable abandono de sus deberes. Su actitud, una vez más, raya lo inadmisible en una Democracia, en la que la responsabilidad de los políticos se demuestra ejerciendo la autoridad, de la que dotan los ciudadanos al líder, con mesura sí, pero también con decisión y asumiendo riesgos.
Los resultados del 20D otorgaron mayoría a Mariano Rajoy y al PP, y los del 26J se mostraron aún más contundentes otorgándole una mayoría superior. Cabe, por tanto, que Rajoy esté deseando unas terceras elecciones para acrecentar aún más su mayoría, sobre todo ahora que ya está C´s a disposición del PP. Pero los españoles se han pronunciado mayoritariamente en contra de la repetición de las Elecciones. La situación es complicada. Las lecturas que pueden hacerse de las intenciones de los líderes políticos son múltiples e, igualmente, enrevesadas. La aparición de partidos nuevos, a ambos lados del espectro ideológico, y las andanzas y desventuras de los independentistas catalanes, que hacen de su capa un sayo sin medir las consecuencias, han añadido complejidad al embrollo. Hay quien se atreve a decir, para culminar cualquier debate tabernario, que “esto no hay dios que lo resuelva”, pero los líderes políticos se miden en buena medida por su capacidad y resolución ante las situaciones complejas, de modo que la desidia de Rajoy le convierte en un discapacitado para la Política.
Porque las palabras de Rajoy tras la visita al Rey y Jefe del Estado no han podido ser más desalentadoras: “Haré todo lo que esté en mis manos para que España tenga un Gobierno, pero no depende exclusivamente de mí”. Es verdad que no depende solo de él, pero debería reflexionar sobre si el rechazo tan generalizado no será consecuencia de la displicencia con que el PP ha administrado su mayoría absoluta, pasando el rodillo sin compasión, empobreciendo aún más a los pobres y enriqueciendo aún más a los ricos, provocando inseguridad a los pensionistas y desempleados, esquilmando las libertades públicas e intentando hacer de España el cortijo del PP. Así ha sido. Solo el batiburrillo de grupos emergentes, mal dirigidos por guías desnortados, permite que el PP juegue con la democracia esperando que la impaciencia de los españoles más atemorizados por la situación les vuelva a dar frutos. En esa estrategia de entretenimiento se halla Rajoy. Aunque es Presidente, en funciones, no es capaz de tomar ninguna decisión, ni él ni el PP, que pudiera facilitar acuerdos entre diferentes.
Recién salido de la visita al Rey se ha permitido afirmar que “son más las cosas que nos unen que las que nos separan, sobre todo si dejamos aparte nuestras posiciones partidistas”. La frase resulta tan absurda y poco afortunada como el rictus facial de quien la pronunció. Ese modo de decir las cosas, embarullado y poco consistente, que subraya solamente lo obvio, resulta un fraude para los ciudadanos. Es evidente que a las personas no nos unen más cosas que las que nos separan, pero lo que supone un esfuerzo no es tanto admitir eso como dejar fuera del debate aquello que nos diferencia. ¿Cómo es posible que Rajoy no haya adelantado su disposición a, al menos, revisar todas las Leyes y Medidas aprobadas durante la última legislatura mediante la utilización abusiva de la mayoría absoluta del PP? Sí, habrá algún impertinente del PP que será capaz de explicar la mayoría (no absoluta) actual del PP en tales aprobaciones excesivas, pero igualmente deberá calibrar que la cerrazón de todos (incluido C´s) para votar “sí” a la investidura es razón más que suficiente para que Rajoy se mire al espejo y compruebe su irresponsabilidad y su impotencia.
Hay quienes reclaman ciertos comportamientos al PSOE acudiendo a su condición acendrada de “partido de gobierno” y artífice de la democratización y recuperación democrática de España tras la Dictadura franquista, pero el PSOE se encuentra ahora mismo atenazado por la desidia de Rajoy y la intransigencia de Pablo Iglesias. Pablo Sánchez dijo que “no es no” y nadie acudió en su socorro, ni Rajoy favoreció un cambio de términos a pesar de haberse mostrado incapaz de investirse, ni Pablo Iglesias favoreció construir una alternativa de cambio al PP. La consecuencia última ha sido la inminencia de unas terceras elecciones que deberán mostrar ante los españoles a nuevos líderes, más idóneos y además más maleables y capaces de llegar a acuerdos solventes. Pero ahora es el tiempo de Rajoy, aunque él prefiera eludirlo. En todo caso, si rechaza una sesión de investidura porque no encuentre los necesarios apoyos, deberá dimitir, por cobarde, por falta de liderazgo, por oportunista en exceso, por comportarse como un estratega de Monopoly y por irresponsable.
Deberá dimitir si esto ocurriera, porque habrá quedado muy clara su incapacidad y la de su parido para formar un Gobierno a pesar de haber sido el preferido por los españoles en las urnas. Sus partidarios, -militantes y votantes del PP-, deben estar boquiabiertos ante su desidia, su débil liderazgo y el irresponsable abandono de sus deberes. Su actitud, una vez más, raya lo inadmisible en una Democracia, en la que la responsabilidad de los políticos se demuestra ejerciendo la autoridad, de la que dotan los ciudadanos al líder, con mesura sí, pero también con decisión y asumiendo riesgos.
Los resultados del 20D otorgaron mayoría a Mariano Rajoy y al PP, y los del 26J se mostraron aún más contundentes otorgándole una mayoría superior. Cabe, por tanto, que Rajoy esté deseando unas terceras elecciones para acrecentar aún más su mayoría, sobre todo ahora que ya está C´s a disposición del PP. Pero los españoles se han pronunciado mayoritariamente en contra de la repetición de las Elecciones. La situación es complicada. Las lecturas que pueden hacerse de las intenciones de los líderes políticos son múltiples e, igualmente, enrevesadas. La aparición de partidos nuevos, a ambos lados del espectro ideológico, y las andanzas y desventuras de los independentistas catalanes, que hacen de su capa un sayo sin medir las consecuencias, han añadido complejidad al embrollo. Hay quien se atreve a decir, para culminar cualquier debate tabernario, que “esto no hay dios que lo resuelva”, pero los líderes políticos se miden en buena medida por su capacidad y resolución ante las situaciones complejas, de modo que la desidia de Rajoy le convierte en un discapacitado para la Política.