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Disruptivo Guggenheim

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Lo disruptivo está de moda: Internet, el teléfono móvil, las redes sociales... Ni el más brillante autor de ciencia-ficción habría podido imaginar hace apenas 25 años el futuro que ahora vivimos como realidad. Generalmente, lo disruptivo suele tener mucho de casualidad o buena suerte, pero en determinados casos se trata de una apuesta de futuro, fruto de la reflexión y de la inspiración a partes iguales.

Tal es el caso del Museo Guggenheim Bilbao, el gran impulsor de la transformación urbana y del desarrollo económico y cultural de nuestra ciudad durante este último cuarto de siglo. Nuestra ciudad tenía ya metro en 1997, y la limpieza de la Ría avanzaba a buen ritmo. También existía el Zubizuri, pero Abandoibarra seguía siendo un inmenso solar de 35 hectáreas de residuos industriales, a la espera del Master Plan encargado a César Pelli. En medio de una crisis económica sin precedentes, aquel Bilbao postindustrial de los 90 llegó a tener tasas de paro del 27%.

En ese contexto, la visión de las instituciones vascas con el lehendakari José Antonio Ardanza a la cabeza y la determinación de la Diputación foral de Bizkaia, en contra de la opinión mayoritaria, lograron impulsar el gran cambio en la ciudad a través de un proyecto disruptivo basado en la cultura. El tiempo ha demostrado que no fue una apuesta, sino una sólida inversión de futuro, que ha multiplicado casi por 60, en términos de impacto económico, el enorme esfuerzo económico de 132 millones de euros para la puesta en marcha de la pinacoteca.

Luego llegaron el Palacio Euskalduna, los paseos de La Naja y Uribitarte, el tranvía, Isozaki Atea, Azkuna Zentroa, Torre Iberdrola y todos los elementos que caracterizan a este Bilbao post-covid, que sigue reinventándose día a día, a través de un modelo de desarrollo urbano que nos coloca en posiciones de vanguardia internacional. Pero nada de eso hubiera sido posible sin el gran salto al futuro que supuso el gigante de titanio de Frank Gehry. 25 urte... zorionak eta eskerrik asko, Guggenheim Bilbao Museoa!

Lo disruptivo está de moda: Internet, el teléfono móvil, las redes sociales... Ni el más brillante autor de ciencia-ficción habría podido imaginar hace apenas 25 años el futuro que ahora vivimos como realidad. Generalmente, lo disruptivo suele tener mucho de casualidad o buena suerte, pero en determinados casos se trata de una apuesta de futuro, fruto de la reflexión y de la inspiración a partes iguales.

Tal es el caso del Museo Guggenheim Bilbao, el gran impulsor de la transformación urbana y del desarrollo económico y cultural de nuestra ciudad durante este último cuarto de siglo. Nuestra ciudad tenía ya metro en 1997, y la limpieza de la Ría avanzaba a buen ritmo. También existía el Zubizuri, pero Abandoibarra seguía siendo un inmenso solar de 35 hectáreas de residuos industriales, a la espera del Master Plan encargado a César Pelli. En medio de una crisis económica sin precedentes, aquel Bilbao postindustrial de los 90 llegó a tener tasas de paro del 27%.