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Cuidado con la herencia
Hoy lunes se celebra el último Consejo de Administración de EiTB. Más allá de señalar la inanidad de este organismo, motivada principalmente por su reglamento y sus atribuciones, quiero señalar a las señoras y señores miembros de consejo un tema que me preocupa (uno de tantos) en esa santa casa: la herencia que deja la dirección de Maite Iturbe.
No me voy a referir a la crítica situación de EiTB en materia de audiencias, contenidos, funcionamiento diario o nepotismo en las contrataciones. De eso ya hemos hablado mucho en estos años. Quiero señalar la hipoteca que van a dejar a la siguiente dirección general en forma de compromisos adquiridos. Mamandurrias que atarán irremediablemente las manos de aquellas personas que sean encargadas de reflotar este bicho cuando Iturbe sea recolocada en un buen puesto como pago a los servicios prestados.
Cuando la dirección de Alberto Surio entró en EiTB, en la segunda mitad de 2009, ya se encontraron ese mismo panorama en forma de contratos firmados o falsos mercantiles. Aquellos rectores del ente prefirieron no decir nada porque así se lo pidieron desde el gobierno vasco y desde Lehendakaritza. ¿Por qué? Ni idea ¿Sentido de responsabilidad malentendida? ¿Hoy por ti mañana por mí? No lo sé. Total, para lo que les sirvió.
Así, había un contrato de dos años a dos presentadores a 12.000 euros al mes o una adjudicación de un millón de euros a una productora amiga para hacer documentales sobre cooperación, firmado a escasas fechas del relevo. Asimismo, les explotó el caso de los falsos mercantiles de Radio Euskadi, contratados por Andoni Ortuzar que tuvieron que ser legalizados por sentencia judicial y con un coste de varios millones de euros, o los 700.000 euros a pagar por la quiebra de una empresa participada, o una concesión de varios años a las empresas encargadas del doblaje con una penalización asombrosa en caso de rescisión. Y eso cuando ya había poco que doblar. Son solo unos ejemplos.
Y no, la dirección de Alberto Surio no hizo lo mismo. Terminó en febrero de 2013 y no dejó nada firmado más allá de la temporada. Pudo haberlo hecho, pero no. No hubo supervivientes en la purga ortuzista ejecutada por Maite Iturbe, con una excepción sobre la que no diré nada más. Allá esa persona y su conciencia.
Lo cuento porque me consta que esas sinecuras hipotecaron en cierto modo la gestión de aquel equipo y porque ahora puede pasar lo mismo.
Por ejemplo, tras agotar esta legislatura poniendo parches en programación que solo favorecían la facturación de productoras amigas, la dirección de ETB ha decidido afrontar cambios estructurales en la parrilla de ETB2 a partir del mes que viene. Con el mandato agotado.
Cambios estructurales que consolidan un modelo de programación y compromete entre el 15% y el 20% del presupuesto del que dispone toda ETB para todos sus canales en materia de compras externas.
Para este órdago la dirección de ETB ha encargado, he dicho bien, encargado, y sin concurso, un “nuevo” programa para las tardes y que lleva por título ¿Qué me estás contando? O algo así. Viene a sustituir al Sin ir más lejos que conducía Klaudio Landa y que termina. Paréntesis: Este programa fue heredado por la productora K2000 de la productora Vértice, al mismo tiempo que se producía el relevo en la dirección general, a principios de 2013. Caso único, que yo conozca, en la televisión mundial.
K2000, decíamos, heredó el programa con Surio. Se llamaba Ni más ni menos en 2013 y lo presentaba Klaudio Landa y lo producía Vértice. Terminó con casi un 14% de audiencia. Pasó a llamarse Sin ir más lejos y lo presenta Klaudio Landa. Va a terminar este mes alrededor del 7%. La mitad.
Como premio, K2000 ha sido elegida para hacer la continuación. Para presentar apuestan por un tándem formado por Adela González, que se la traen de La Sexta, propiedad de Mediapro, para trabajar en K2000, propiedad de Mediapro, y Ion Aramendi, que se viene desde Sálvame. No será un bikote barato se lo aseguro.
Lo que nos falta saber de ¿Qué me estás contando? es cuánto cuesta realmente cada programa y por cuánto tiempo han firmado. Y cuáles son las causas de rescisión en dichos contratos. Desde aquí apunto que una de ellas debía ser la llegada de una nueva dirección.
Lo mismo le ocurre al programa que va después de lunes a viernes. Se llamará 60 minutos a solas y es un programa de citas o dating show. Lo dirigirá Yusan Acha, antiguo responsable de ¡Que tiempo más feliz! que llevaba unos años en el dique seco.
Sin querer entrar en el debate sobre si la vuelta de una especie de Tal para cual, aquel programa que lanzó a Ramón García hace casi 30 años, es un programa para una tele pública, sí es necesario saber lo mismo que antes: cuánto debemos y por cuánto tiempo.
No vaya a ser que Maite Iturbe no repita. O que el PNV no pueda imponer su candidata/o al puesto, o que –remota posibilidad- el PNV no esté al frente del Gobierno vasco y no tenga nada que decir en ETB (al menos desde la dirección). Y que los que vengan tengan otras ideas pero no puedan ponerlas en marcha hasta agotar contratos y que luego tengan que cargar con determinadas personalidades mediáticas que cobran cada mes trabajen o no. No son tiempos de despilfarro.
Así que mucho ojo, señoras y señores miembros del Consejo de Administración, y atención a las firmas de última hora.
Hoy lunes se celebra el último Consejo de Administración de EiTB. Más allá de señalar la inanidad de este organismo, motivada principalmente por su reglamento y sus atribuciones, quiero señalar a las señoras y señores miembros de consejo un tema que me preocupa (uno de tantos) en esa santa casa: la herencia que deja la dirección de Maite Iturbe.
No me voy a referir a la crítica situación de EiTB en materia de audiencias, contenidos, funcionamiento diario o nepotismo en las contrataciones. De eso ya hemos hablado mucho en estos años. Quiero señalar la hipoteca que van a dejar a la siguiente dirección general en forma de compromisos adquiridos. Mamandurrias que atarán irremediablemente las manos de aquellas personas que sean encargadas de reflotar este bicho cuando Iturbe sea recolocada en un buen puesto como pago a los servicios prestados.