Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Elecciones
Tener suerte significa que has nacido en una época con agua corriente, cuarto de baño, luz eléctrica, películas de Martin Scorsese y habitaciones caldeadas con chimeneas, radiadores o estufas de gas butano. Pero, en realidad, todo depende. Si el tiempo que te ha tocado vivir lo compartes con personas bondadosas, amables, de refinada sensibilidad y con el suficiente ingenio para no aburrir a la parroquia con la habitual retahíla de frases hechas, lugares comunes, simplezas, dislates y demás construcciones huecas que tanto abundan por todas partes, puede decirse que tu tiempo ha sido bendecido con la singularidad de estos individuos.
Pero como en este mundo todo tiene su contrapartida y contra gustos no hay disputas, la época que te ha tocado transitar también te ofrece sujetos como Rodrigo Rato, Jordi Pujol, María Dolores de Cospedal, Donald Trump, José Mourinho y las Kardashian. La historia de la humanidad no es más que la historia de los contrastes. Tener suerte es habitar un tiempo donde estos contrastes están bien diferenciados, donde la realidad no se impone de una manera tiránica desde las cúpulas del poder y donde a uno, mal que bien, siempre le queda la posibilidad de elegir entre la izquierda y la derecha, entre el arte realista y el arte abstracto, entre el vicio y la virtud o entre una pálida y raquítica pechuga de pollo y una pierna de cordero asada en un horno de leña y acompañada de un jugoso puré de castañas.
Vivir es un acto impuro, rutinario y fatigoso. Pero la felicidad, como decía Woody Allen, consiste precisamente en eso, en estar vivo y si además de estar vivo dispones del dinero, la libertad y la información suficiente para elegir cuidadosamente los ejemplos a seguir, miel sobre hojuelas. Por eso cualquier acto, por insignificante, mínimo e intrascendente que pueda parecer, tiene su importancia. De este modo, nunca será lo mismo adornarse el rostro con una barba recortada, imitando, así, la tradicional estética de un político como Mariano Rajoy, que tomar esa decisión como homenaje y siguiendo el ejemplo de uno de los futbolistas más brillantes, profundos y sorprendentes que la historia del balompié ha dado; esto es, George Best, jugador del Manchester United fallecido por estas fechas hace ya diez años. No es imprescindible, en modo alguno, acudir a las urnas para elegir una manera de entender el mundo. Recomendable sí pero no imprescindible.
En las elecciones generales del próximo domingo no solo está en juego el gobierno que ha de dirigir los destinos de este país para los próximos cuatro años sino también una manera de entender el mundo. Eso sí, una vez concluido el recuento electoral lo que conviene recordarse a uno mismo es que la vida, por impura, rutinaria y fatigosa que pueda considerarse, siempre te propicia esa posibilidad. De hecho, aunque en muchas ocasiones pueda parecer lo contrario, lo hace todos los días.
Tener suerte significa que has nacido en una época con agua corriente, cuarto de baño, luz eléctrica, películas de Martin Scorsese y habitaciones caldeadas con chimeneas, radiadores o estufas de gas butano. Pero, en realidad, todo depende. Si el tiempo que te ha tocado vivir lo compartes con personas bondadosas, amables, de refinada sensibilidad y con el suficiente ingenio para no aburrir a la parroquia con la habitual retahíla de frases hechas, lugares comunes, simplezas, dislates y demás construcciones huecas que tanto abundan por todas partes, puede decirse que tu tiempo ha sido bendecido con la singularidad de estos individuos.
Pero como en este mundo todo tiene su contrapartida y contra gustos no hay disputas, la época que te ha tocado transitar también te ofrece sujetos como Rodrigo Rato, Jordi Pujol, María Dolores de Cospedal, Donald Trump, José Mourinho y las Kardashian. La historia de la humanidad no es más que la historia de los contrastes. Tener suerte es habitar un tiempo donde estos contrastes están bien diferenciados, donde la realidad no se impone de una manera tiránica desde las cúpulas del poder y donde a uno, mal que bien, siempre le queda la posibilidad de elegir entre la izquierda y la derecha, entre el arte realista y el arte abstracto, entre el vicio y la virtud o entre una pálida y raquítica pechuga de pollo y una pierna de cordero asada en un horno de leña y acompañada de un jugoso puré de castañas.