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El etarra suicidado

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En una entrevista realizada a Idoia Mendía, -Vicelehendakari, Consejera de Trabajo y Empleo del Gobierno Vasco y Secretaria General del PSE, lo cual la exigirá un sobreesfuerzo difícil de soportar por cualquier resistencia humana-, la han preguntado por la muerte, mediante suicidio voluntario, del preso de ETA Igor González. La pregunta ha venido a cuento porque Pedro Sánchez había “lamentado profundamente” la muerte del suicidado en Martutene. Y sí, probablemente, toda muerte no natural es digna de lamento porque la muerte, si no es natural, siempre es violenta. Pero el periodista, como es lógico, incidió en el sentido que se debe dar a las palabras de Pedro Sánchez. 

¿A quién pueden extrañar las palabras del Presidente? Sin embargo Idoia, rizando un poco el rizo ha afirmado que “debemos hacer que la política penitenciaria sea una herramienta para la convivencia”. Yo no lo creo así, sin más, a secas. La política penitenciaria debe ser rehabilitadora, pero la actitud de los presos etarras (en su gran mayoría), y de los secuaces que les han venido alentando en las calles, deben ser valoradas con rigor y con respeto, porque en las calles también deambulan los extorsionados, los huérfanos y viudas de los asesinados, los amenazados y tantos ciudadanos normales, pero honrados, que se pasaron buena parte de sus vidas temblando por culpa de ETA. Las palabras del Presidente Sánchez fueron las adecuadas, si bien no lo estuvo tanto cuando llamó al fallecido “preso vasco” en lugar de “preso de ETA”, porque si Igor había estado en la cárcel había sido por ser de ETA y colaborar en un buen ramillete de asesinatos.

En su afán por puntualizar casi todo el periodista ha recurrido al nimio detalle. Quizás debería haber incidido también en la actitud de la Izquierda Abertzale que, utilizando algunas de las innumerables e insustanciales organizaciones creadas para burlar a la Justicia y proteger a la antigua HB, hoy EHBildu, salió a la calle a protestar como si de pájaros cantores se tratara. Lo digo porque todo suicidio obedece a la voluntad del muerto en último término. También en este caso en el que el fallecido no se puede decir que hubiera sido asistido debidamente por los suyos mientras vivió.

Lo que no es de recibo es que EH Bildu, por boca de su diputada Maddalen Iriarte, elogiara el “paso simbólico” de lamentar la muerte del preso por parte de Sánchez cuando no fue capaz, -ni ella ni su descarado jefe Otegui lo ha sido aún-, de condenar a ETA ni de arrepentirse de nada. Resulta descorazonador que la Izquierda Abertzale (tan escasamente “izquierda” y tan brutalmente “patriota”) viva agazapada en su descaro, opinando que, aunque “la declaración de PS es interesante, hay que pasar de las palabras a los hechos”. Todos sabemos el alcance de la frase pronunciada por la diputada Iriarte. A las palabras, ciertamente condescendientes del Presidente, ella respondió desde el atrevimiento obsceno. A veces es mejor, y más digno, guardar silencio. Lo hubiera sido por parte de la Sra. Iriarte y de quienes vocearon consignas absurdas en las manifestaciones abertzales convocadas tras la muerte del etarra Igor.

La lección, en todo caso, la había dado el propio suicidado, que eligió morir. Las razones de un suicidio se van con el muerto. ¿Y si la razón de este suicidio ha sido que su vida, tal como la valoraba, no tenía sentido para él, y se sentía culpable de algo ignominioso y gravísimo? No todas las luchas son encomiables. Descanse en paz.

En una entrevista realizada a Idoia Mendía, -Vicelehendakari, Consejera de Trabajo y Empleo del Gobierno Vasco y Secretaria General del PSE, lo cual la exigirá un sobreesfuerzo difícil de soportar por cualquier resistencia humana-, la han preguntado por la muerte, mediante suicidio voluntario, del preso de ETA Igor González. La pregunta ha venido a cuento porque Pedro Sánchez había “lamentado profundamente” la muerte del suicidado en Martutene. Y sí, probablemente, toda muerte no natural es digna de lamento porque la muerte, si no es natural, siempre es violenta. Pero el periodista, como es lógico, incidió en el sentido que se debe dar a las palabras de Pedro Sánchez. 

¿A quién pueden extrañar las palabras del Presidente? Sin embargo Idoia, rizando un poco el rizo ha afirmado que “debemos hacer que la política penitenciaria sea una herramienta para la convivencia”. Yo no lo creo así, sin más, a secas. La política penitenciaria debe ser rehabilitadora, pero la actitud de los presos etarras (en su gran mayoría), y de los secuaces que les han venido alentando en las calles, deben ser valoradas con rigor y con respeto, porque en las calles también deambulan los extorsionados, los huérfanos y viudas de los asesinados, los amenazados y tantos ciudadanos normales, pero honrados, que se pasaron buena parte de sus vidas temblando por culpa de ETA. Las palabras del Presidente Sánchez fueron las adecuadas, si bien no lo estuvo tanto cuando llamó al fallecido “preso vasco” en lugar de “preso de ETA”, porque si Igor había estado en la cárcel había sido por ser de ETA y colaborar en un buen ramillete de asesinatos.