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Euskadi y Madrid no son lo mismo
Sé que las elecciones a las que podemos votar en una semana son las vascas, las que seleccionan los parlamentarias y parlamentarios que deseamos tomen las decisiones sobre el modelo de construcción de Euskadi en el próximo cuatrienio. Aprovechando este acontecimiento y la invitación para escribir un artículo, he creído oportuno reflexionar sobre el modelo de elección que vascas y vascos utilizamos en las diferentes contiendas electorales.
En general se tiende a diferenciar cada vez de manera más clara las elecciones municipales, forales, autonómicas, generales y europeas. Podría entender que las municipales, sobre todo en ayuntamientos pequeños, tienen una lógica del conocimiento personal que tenemos de los candidatos y por tanto los exceptúo de la lógica de votación. Algo parecido ocurre, de momento, con las europeas en tanto nos siguen resultando muy lejanas y ajenas a nuestra problemática, aunque de esto último no participo, pero eso es asunto para otra reflexión. De hecho de esas elecciones han salido como europarlamentarios gente como Ruiz Mateos y todo tipo de frikis, son elecciones en las que parece que el personal se divierte. Allá cada cual.
Lo que si me interesa y sorprende es que las diferencias entre las elecciones generales de España y las autonómicas de Euskadi resultan enormemente divergentes, y cada vez más. Es como si a nivel social se haya extendido y asentado el principio de que lo que deciden en Madrid y en Gasteiz son cosas diferentes, de lo que disiento absolutamente.
En Euskadi, en las diferentes elecciones generales han ganado prácticamente todos los partidos, desde el PP hasta Podemos, pasando por las últimas que venció el PSE-EE. Se vota más a partidos de ámbito español entendiendo que ellos son los que, de una u otra manera, gestionarán mejor el Gobierno central y las decisiones que nos afectarán. Y en general se vota al que se piensa mandará.
En las autonómicas el personal mira más para aquí y vota mayoritariamente a partidos arraigados en Euskadi entendiendo que ellos conocen mejor las cosas de aquí, las nuestras, y de esa manera decidirán con mayor corrección sobre los diferentes servicios que nos dota el Gobierno vasco, por cierto, cada vez más.
Lo que más me sorprende es que la gente no termina de entender que muchas veces, cada vez más, decisiones, leyes y modos de gestionarnos nosotros lo nuestro son deshechas al poco tiempo en Madrid por las mayorías allí constituidas, mayorías a las que vascas y vascos hemos colaborado animosamente en construir.
Dos recientes ejemplos son la ley de bienestar animal, aprobada por el parlamento vasco en junio de 2022 en función de una competencia propia de Euskadi señalada expresamente en nuestro Estatuto, para que luego, en marzo de 2023, fuera superada por otra ley aprobada en el Congreso de Madrid, haciendo saltar por los aires nuestra autonomía. La otra es la tan traída ley de vivienda aprobada en Madrid a finales de la pasada legislatura y que, por progresista que digan que pueda ser, no deja de significar una flagrante vulneración de nuestro Estatuto de autonomía. Si es tan buena y tan moderna, haberla presentado en el Parlamento que representa la soberanía de Euskadi señalada en nuestro Estatuto. Y es que Euskadi y Madrid no son lo mismo.
En conclusión, diferenciar tanto las elecciones permite, a partir de los mismos votantes, construir aquí para destruir allá. Lo peor de todo es que, últimamente, esa mayoría constituida en Madrid que va royendo a poquitos nuestro Estatuto y nuestras competencias, la conforman conjuntamente los partidos españolistas con su lógica estatalista, a los que curiosamente se unen los izquierdistas autodenominados confederales y, para mayúscula sorpresa, ni más menos que la autoproclamada izquierda independentista de EH Bildu.
Sé que las elecciones a las que podemos votar en una semana son las vascas, las que seleccionan los parlamentarias y parlamentarios que deseamos tomen las decisiones sobre el modelo de construcción de Euskadi en el próximo cuatrienio. Aprovechando este acontecimiento y la invitación para escribir un artículo, he creído oportuno reflexionar sobre el modelo de elección que vascas y vascos utilizamos en las diferentes contiendas electorales.
En general se tiende a diferenciar cada vez de manera más clara las elecciones municipales, forales, autonómicas, generales y europeas. Podría entender que las municipales, sobre todo en ayuntamientos pequeños, tienen una lógica del conocimiento personal que tenemos de los candidatos y por tanto los exceptúo de la lógica de votación. Algo parecido ocurre, de momento, con las europeas en tanto nos siguen resultando muy lejanas y ajenas a nuestra problemática, aunque de esto último no participo, pero eso es asunto para otra reflexión. De hecho de esas elecciones han salido como europarlamentarios gente como Ruiz Mateos y todo tipo de frikis, son elecciones en las que parece que el personal se divierte. Allá cada cual.