Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Una Euskadi multicultural
Hemos vivido un par de semanas convulsas desde los salvajes atentados del 13N en París. Unos atentados que han conmocionado a nuestro entorno europeo, que ha llevado el miedo hasta lo más profundo de nuestro estilo de vida despreocupado. El estupor ha dado paso en algunos círculos al miedo, ese miedo tan humano al diferente, al que no es “como nosotros”. Y claro, no han faltado los políticos que han querido aprovechar ese sentimiento para barrer para su casa. En Vitoria-Gasteiz hemos vivido ese fenómeno con el anterior alcalde, Javier Maroto, cuya actitud contra la inmigración le acabó costando la alcaldía en las pasadas elecciones municipales a pesar de ser el candidato más votado.
Otros políticos, como su compañero de partido, Xavier García Albiol, también han aprovechado la coyuntura para criminalizar la inmigración y, lo que es más grave, a esos refugiados que huyen del mismo horror que sufrieron los vecinos de París el pasado día 13. El popular culpa al “multiculturalismo” de los males que aquejan a nuestro modo de vida e insta a quienes no quieran adoptar nuestras costumbres a volverse a su casa. Es su visión de una sociedad plana, sin matices, uniforme. Una sociedad pobre, en definitiva.
Porque la multiculturalidad es riqueza, es savia fresca para una sociedad que de otra manera se estancaría. Es a la vez síntoma y garantía de salud democrática. El conocer y valorar otras culturas nos enriquece tanto a nivel personal como social, pero eso es algo que no ven quienes apuestan por una sociedad uniforme y excluyente, quienes criminalizan al diferente por el mero hecho de serlo. O lo que es más grave, porque es pobre o porque huye de la guerra o la miseria que nosotros mismos hemos provocado.
Me dan pena esas personas que solamente son capaces de ver el blanco y el negro, que tiran de tópicos absurdos para evitar percibir esa gama de grises que nos hace humanos. Y es que la sociedad vasca ha cambiado mucho en los últimos años, en mi humilde opinión, para mejor. Es una sociedad multicultural y multiétnica, aunque aún falta que muchas personas se den cuenta de ello y actúen en consecuencia. En realidad, si repasamos la historia, vemos que lo que hoy llamamos Euskadi también ha sido protagonista de idas y venidas, de intercambios con otras culturas, de viajeros y soldados que acabaron trayendo a casa sus experiencias para ir cambiando así poco a poco el pensamiento y las formas de vivir de la gente de otras épocas.
Los continuados ataques del ISIS por todo el mundo y especialmente en el corazón de Europa, da alas a la intolerancia racista y xenófoba en una espiral que crece y se retroalimenta de odio. Una situación que no tiene pinta de que se solucione de forma pacífica. Pero no deberíamos dejar que se envenene la convivencia de todas las personas que viven y trabajan aquí y que ponen todas su granito de arena para conseguir cada día una Euskadi mejor. Sin embargo, ya hemos visto pintadas racistas en Vitoria-Gasteiz tras los ataques de París. De momento, son hechos aislados, pero no podemos dejar que vayan a más.
Parece que el miedo a lo diferente forma parte de la naturaleza humana. Pero de la misma forma lo es la curiosidad y la sociabilidad. Es algo que ni leyes ni vallas han podido detener jamás. Pero hay quien sigue proponiendo las mismas soluciones que tan malos resultados han dado a la humanidad a lo largo de la Historia. Y, por desgracia, hay quien está dispuesto a ponerlas en practica. Entrar en esa espiral de odio es un error que, sencillamente, no nos podemos permitir en un momento en que las diferentes crisis que sufrimos necesitan nuestra atención más inmediata. Si no somos capaces de afrontar problemas como el cambio climático o la creciente exclusión social, la situación se tornará más caótica con el tiempo y las soluciones serán cada vez más limitadas. Solamente el respeto y la comprensión podrán dar paso a la cooperación que realmente necesitamos para afrontar los retos a los que se enfrenta la sociedad vasca.
Hemos vivido un par de semanas convulsas desde los salvajes atentados del 13N en París. Unos atentados que han conmocionado a nuestro entorno europeo, que ha llevado el miedo hasta lo más profundo de nuestro estilo de vida despreocupado. El estupor ha dado paso en algunos círculos al miedo, ese miedo tan humano al diferente, al que no es “como nosotros”. Y claro, no han faltado los políticos que han querido aprovechar ese sentimiento para barrer para su casa. En Vitoria-Gasteiz hemos vivido ese fenómeno con el anterior alcalde, Javier Maroto, cuya actitud contra la inmigración le acabó costando la alcaldía en las pasadas elecciones municipales a pesar de ser el candidato más votado.
Otros políticos, como su compañero de partido, Xavier García Albiol, también han aprovechado la coyuntura para criminalizar la inmigración y, lo que es más grave, a esos refugiados que huyen del mismo horror que sufrieron los vecinos de París el pasado día 13. El popular culpa al “multiculturalismo” de los males que aquejan a nuestro modo de vida e insta a quienes no quieran adoptar nuestras costumbres a volverse a su casa. Es su visión de una sociedad plana, sin matices, uniforme. Una sociedad pobre, en definitiva.