Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
¿Frente popular contra el socialismo vasco?
Creo no darme demasiada importancia si me equiparo a Martin Luther King, porque yo también he tenido un sueño. Se desarrollaba en varias fases. Encendía la tele a cualquier hora del día y me sorprendía al no ver a gente concentrada cantando Els Segadors. A continuación, Puigdemont se evaporaba poco a poco hasta quedar reducido a un personaje de cómic, empeñado en montarles un “procès” a los belgas. Luego, el Club Catalán de la Comedia se disolvía definitivamente entre silbidos y abucheos de un público estafado, que expresaba su enfado al grito unánime de “Botiflers, botiflers”. Más adelante, alguien iba retirando banderitas y los problemas reales de los ciudadanos de toda España que se ocultaban tras ellas volvían a hacerse presentes y se reintegraban al debate político. España, pues, volvía a existir y ya no era una simple provincia de Cataluña.
Por desgracia, sólo era un sueño, aunque con muchos elementos para convertirse en realidad futura, una vez comprobado que la naciente República no pasaba de ser una proclama y que quienes juraron dejarse la piel en su defensa acabaron entendiendo, aunque tarde, que tenían un culo que salvar. Pero todo esto, la vuelta a la normalidad, llevará su tiempo. Hoy por hoy, Cataluña sigue colonizando el debate político del país, en España en general y en Euskadi muy en particular. Porque no hay por aquí acontecimiento interno que no se vea evaluado por lo ocurre en la Internacional del Independentismo.
Ahora, por ejemplo, toca debatir los Presupuestos aprobados por el Gobierno Vasco; y comprobamos que ya no tenemos Presupuestos como los de antes. Antes, podían ser buenos, malos o manifiestamente mejorables por sí mismos. Ahora son simplemente malos, estigmatizados como están por la situación catalana. De ahí que haya que dar un cierto rodeo argumentativo –tras algunos perifollos retóricos de tinte social- para rechazarlos.
Para EH Bildu, los Presupuestos son malos, porque están contaminados por la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. De ahí que, según Maddalen Iriarte, el Lehendakari Urkullu tiene que elegir: o bien “los presupuestos del 155” o los del “derecho a decidir”. Y en la misma órbita, el portavoz parlamentario del partido de Pablo Iglesias, Lander Martínez, señala al auténtico responsable de esta situación, al asegurar que los Presupuestos podrían ser negociables sólo si los socialistas vascos dicen “no” al dichoso artículo.
Hay, pues, una coincidencia básica en esa extraña oposición de izquierdas (con aditivos nacionalistas muy de derechas) que forman Elkarrekin Podemos y EH Bildu: y es que el Partido Socialista de Euskadi tiene que pagar el pato por los desastres que Puigdemont ha ocasionado antes de salir por piernas y ser luego detenido en Bruselas. Hay matices, claro, entre el querer y no poder en que se desenvuelve el partido de Pablo Iglesias en Euskadi y el pleno convencimiento de quienes recuperan sus señas políticas de identidad y añoran los felices tiempos de la convulsión permanente en que por aquí se vivía.
Con lo bonito que sería tener en Euskadi un movidón independentista como el desarrollado en la tierra de Companys. Acabaría, sin lugar a dudas con un Gobierno Vasco en el exilio, en situación tal vez incómoda, pero con mucha mayor altura épica. Ya me estoy imaginando al Lehendakari Urkullu llamando a la resistencia desde Bélgica y a una inmensa mayoría del país aplaudiéndole con las orejas, dada su clarísima inclinación a la independencia. Algo que se percibe con nitidez cuando le ponen urnas en la calle, como últimamente en 13 localidades vascas, donde una abrumadora participación del 13 % de la ciudadanía ha dejado muy claro que en Euskadi estamos por seguir la vía catalana.
¿Y qué pinta el Partido Socialista en el Gobierno de un país tan comprometido con su derecho a decidir? Está claro que no tiene otro papel que el de molestar a todo el mundo. Incluso al PP, muy enfadado con el PNV porque su socio de coalición no le deja rebajar impuestos, por la chiquillada izquierdista que le ha entrado a Idoia Mendia de mantener en Euskadi el Estado de bienestar con suficiencia de recursos públicos. Y hasta echa mano del monotema del momento para sugerir, como lo ha hecho el actual delegado del Gobierno, que también de aquí, como de Cataluña, se van a marchar las empresas, por la falta de competitividad en que les van a dejar.
Al paso que vamos, unos y otros –quienes defienden la independencia vasca y quienes se centran en el bienestar fiscal de los empresarios- van a acabar confirmando un curioso frente popular contra el Partido Socialista de Euskadi. Un partido clave en la defensa de la legalidad democrática y el pluralismo político vasco; y garantía al mismo tiempo de estabilidad y de priorización política de la agenda social en este país.
Ah, ¿pero se puede apoyar el independentismo y mantener posiciones fiscales como las que defiende el Partido Popular? Perfectamente. El diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria -partidario al mismo tiempo de impuestos atractivos que favorezcan las inversiones y de votar por el Estado vasco en las urnas chinas- podría ser el ejemplo más característico, aunque no el único. ¿O alguien piensa todavía a estas alturas que el independentismo es una opción de izquierdas?
Creo no darme demasiada importancia si me equiparo a Martin Luther King, porque yo también he tenido un sueño. Se desarrollaba en varias fases. Encendía la tele a cualquier hora del día y me sorprendía al no ver a gente concentrada cantando Els Segadors. A continuación, Puigdemont se evaporaba poco a poco hasta quedar reducido a un personaje de cómic, empeñado en montarles un “procès” a los belgas. Luego, el Club Catalán de la Comedia se disolvía definitivamente entre silbidos y abucheos de un público estafado, que expresaba su enfado al grito unánime de “Botiflers, botiflers”. Más adelante, alguien iba retirando banderitas y los problemas reales de los ciudadanos de toda España que se ocultaban tras ellas volvían a hacerse presentes y se reintegraban al debate político. España, pues, volvía a existir y ya no era una simple provincia de Cataluña.
Por desgracia, sólo era un sueño, aunque con muchos elementos para convertirse en realidad futura, una vez comprobado que la naciente República no pasaba de ser una proclama y que quienes juraron dejarse la piel en su defensa acabaron entendiendo, aunque tarde, que tenían un culo que salvar. Pero todo esto, la vuelta a la normalidad, llevará su tiempo. Hoy por hoy, Cataluña sigue colonizando el debate político del país, en España en general y en Euskadi muy en particular. Porque no hay por aquí acontecimiento interno que no se vea evaluado por lo ocurre en la Internacional del Independentismo.