Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Ha ganado el PSOE
“Debacle”, “batacazo” y hasta “menuda hostia, Pedro” se ha dicho y podría decirse del resultado del PSOE en Galicia y Euskadi. Dejarse casi la mitad de los escaños en Euskadi y pasar a tercera fuerza política en Galicia no podría calificarse de otro modo… y van cuatro a contar desde diciembre de 2015. Mal, realmente Pedro Sánchez lo tiene muy mal porque desde que llegó a la secretaría general, no ha visto otra cosa que una constante sangría de votantes que deciden irse a derecha, izquierda o a ninguna parte, no votar.
Y, sin embargo, sostengo que Sánchez tiene mérito. De todos los contrincantes electorales, el PSOE es el único partido que pugnaba contra uno más, contra sí mismo. El suspiro de alivio en Génova la noche del pasado 25 de septiembre no fue nada comparado con el ruido de palmas con las orejas que se oiría en las sedes socialistas de Sevilla, Oviedo, Cáceres, Toledo o Zaragoza. La principal contienda electoral del PSOE no era con el PP o las mareas en Galicia o el PNV o Bildu en Euskadi, sino con el PSOE en las baronías que esperaban un resultado como el producido para comenzar el proceso de desmontaje del escenario que esas mismas baronías construyeron en 2015 creyendo que el tal Sánchez tenía unos hilos colgando de los brazos y las piernas para que ellos movieran el muñeco. Como fue que no, pues a cortar los hilos, a dejar inerme al muñeco y a colocar otro, que es a lo que Susana Díaz fue, según ciertas lenguas, a Zamora la noche anterior al 25S. Como buenos barones, siempre podrían decir que estaban velando armas cuando estaban maquinando como cargarse al jefe.
Haría falta una sobredosis de ingenuidad para creer que es pura casualidad que mientras Sánchez estaba en un mitin en Galicia, el barón extremeño montara el numerito sobre la falta de libertad de expresión en el PSOE y que el barón emérito de la misma marca amagara con irse del partido si Sánchez hacía lo mismo que hace su criatura extremeña, gobernar apoyado por Podemos. La haría falta también para creer que mientras Sánchez visitaba Vitoria, por ver si se podía contener algo el desastre en ciernes, una marea de mensajes en la red vinieran espontáneamente a mostrar su apoyo al mencionado barón, a quien pueden faltarle libertades pero desde luego no la de largar. Dicho de otro modo, una parte del PSOE , y no una cualquiera, haciendo campaña contra el PSOE dándole en realidad lo mismo si los votos se disparaban a la izquierda, la derecha o a la abstención.
No me cabe duda que no hay otra explicación para este maravilloso ejemplo de autofagia que el propio partido, su forma de entenderse y de organizarse. España es país de barones y sus partidos no hacen sino reproducir esa genética que nos ha costado y cuesta tener ni más ni menos que la nación en precariedad permanente. Si Joaquín Costa levantara la cabeza no extrañaría mucho el paisaje. El PSOE, sin embargo, ha hecho del baronazgo prácticamente su constitución, probablemente por un federalismo mal entendido y peor gestionado que pudo disimularse mientras el jefe fue realmente un primus inter pares. Con González, se dice a veces con añoranza, no se movía una mosca. Claro que no, porque la frase “Felipe era mucho Felipe” en realidad quería decir que Felipe era un estupendo gestor de baronías, un barón de barones.
Pedro Sánchez llegó a la secretaría general y lo primero que hizo fue cargarse un barón, ni más ni menos que al de Madrid. Un acto de este calado podría haberse sostenido solamente si el PSOE se hubiera hecho de seguido con la presidencia de la comunidad autónoma. Pero no fue así por un escaño y los barones, hasta entonces chitón por si acaso, comenzaron a atreverse cada vez más a medida que el tal Sánchez les tocaba los cataplines u otras partes sensibles con las primarias y las consultas a las bases y cada vez que hacía un movimiento que podría consolidarle en el castillo y plaza fuerte de Ferraz, como intentar gobernar haciendo equilibrios en el alambre. Ese es un aspecto fundamental de la crisis socialista: Sánchez entra con todo contra las baronías, pero no propone una constitución interna del partido alternativa a ese federalismo feudalizante. La única vía de salida que el secretario general y los suyos han visto y seguido hasta ahora ha sido el gobierno de España, cuando lo primero que tendrían que hacer es gobernar su partido. Si se trata de cargarse el sistema de baronías tal y como funciona ahora, que lo hagan pero para ello tendrán, digo yo, que proponer otra constitución interna, otra forma de funcionar el partido. Es parte también del mensaje legible en sus resultados electorales, la exigencia de un nuevo partido (cosa que, por cierto, parece entender mejor Errejón que Iglesias).
Por no haber hecho primero esos deberes, Sánchez se ha encontrado permanente en pugna electoral contra su propio partido. Solo así puede entenderse la paradoja de que el partido prohíba (¡sic!) a su líder intentar formar gobierno con los mismo que gobiernan cinco de esos mismos mandarines territoriales. “No se puede gobernar con 85 diputados”, hemos oído repetir como una oración recitada no desde el PP sino desde el propio PSOE. Sí se puede, sin embargo, gobernar en Aragón, Valencia o Asturias con porcentajes casi idénticos (en algunos casos menores) que los del partido en España. Y en todos esos casos gobiernan las baronías socialistas con apoyo de Podemos y de otros partidos a su izquierda. ¿La razón? Desde luego, como cabe suponer, no que Podemos sea un partido bolchevique o bolivariano, nido de separatistas y anti-Españas porque si así fuera ¿qué harían todo un Fernández Vara y todo un Javier Fernández gobernando apoyados por esa calaña?
La única razón es la misma que ha estado durante las campañas autonómicas recientes apilando leña en torno al castillo de Ferraz a ver si ahora, con el fuego y el humo, sale por fin de ahí ese mal señor que no ha entendido de qué iba esto. Ya lo dijo, tampoco casualmente en lo mejor de la campaña electoral reciente, la voz autorizada de esa confederación de baronías rebeldes, el grupo PRISA: que Sánchez es un irresponsable, un testarudo y que no parece ni muy español ni mucho español. Todo lo contrario de un tal Rajoy que en marzo también votó en contra de un posible gobierno para España, después de decir “paso”. Y eso que no era con rojos peligrosos sino con el tranquilizante color naranja. Pero es igual, Sánchez es lo que es (irresponsable, contrario a los intereses nacionales por ambicioso y demás) no por el manido “interés de España” sino porque se está brincando alegremente la constitución interna del partido y no ha promovido otra diferente. Por eso es urgente quitarlo de en medio y evitar como sea que se agarre a ese último tablón que queda por ahí, en medio del naufragio. De momento parece que el PSOE (sector PRISA) ha ganado estas elecciones y que es lo más seguro que el partido conseguirá restablecer su constitución de baronías.
“Debacle”, “batacazo” y hasta “menuda hostia, Pedro” se ha dicho y podría decirse del resultado del PSOE en Galicia y Euskadi. Dejarse casi la mitad de los escaños en Euskadi y pasar a tercera fuerza política en Galicia no podría calificarse de otro modo… y van cuatro a contar desde diciembre de 2015. Mal, realmente Pedro Sánchez lo tiene muy mal porque desde que llegó a la secretaría general, no ha visto otra cosa que una constante sangría de votantes que deciden irse a derecha, izquierda o a ninguna parte, no votar.
Y, sin embargo, sostengo que Sánchez tiene mérito. De todos los contrincantes electorales, el PSOE es el único partido que pugnaba contra uno más, contra sí mismo. El suspiro de alivio en Génova la noche del pasado 25 de septiembre no fue nada comparado con el ruido de palmas con las orejas que se oiría en las sedes socialistas de Sevilla, Oviedo, Cáceres, Toledo o Zaragoza. La principal contienda electoral del PSOE no era con el PP o las mareas en Galicia o el PNV o Bildu en Euskadi, sino con el PSOE en las baronías que esperaban un resultado como el producido para comenzar el proceso de desmontaje del escenario que esas mismas baronías construyeron en 2015 creyendo que el tal Sánchez tenía unos hilos colgando de los brazos y las piernas para que ellos movieran el muñeco. Como fue que no, pues a cortar los hilos, a dejar inerme al muñeco y a colocar otro, que es a lo que Susana Díaz fue, según ciertas lenguas, a Zamora la noche anterior al 25S. Como buenos barones, siempre podrían decir que estaban velando armas cuando estaban maquinando como cargarse al jefe.