Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
30 años del asesinato de Gregorio Ordóñez, compañero parlamentario

La andadura de Gregorio Ordóñez en el Parlamento Vasco estuvo marcada por su gran capacidad para el debate y por su particular estilo, directo y rápido en la defensa de iniciativas en pleno y comisión y en el control al Gobierno.
Y me gustaría hoy reivindicar esa faceta parlamentaria bastante desconocida, pero tan eficaz y productiva. Coincidí con él los casi cinco años en que fue parlamentario. El Parlamento Vasco estaba aún en pleno proceso de construcción política y de arraigo democrático y social. En las elecciones autonómicas de 1990 Gregorio había salido elegido por Gipuzkoa y junto con Jaime Mayor Oreja, Enrique Villar, Leopoldo Barreda, Fernando Maura y yo mismo -Álava y Bizkaia- fuimos capaces de formar, en la IV legislatura, un grupo cohesionado, germen del avance del Partido Popular en el País Vasco. Las elecciones vascas de 1994 fueron la expresión de ese importantísimo avance: pasamos de seis a once parlamentarios y en concreto, en Gipuzkoa —cuya plancha la encabezaba Gregorio— triplicamos el resultado.
Tres meses después de esas elecciones, celebradas el 23 de octubre, y constituida la V legislatura, la banda terrorista ETA asesinaba a Gregorio y truncaba una vida parlamentaria 'in crescendo', que nadie como él sabía compatibilizar con la de concejal del Ayuntamiento de San Sebastián. A los terroristas y batasunos les incomodaba por partida doble su presencia en las dos instituciones y su “valiente capacidad de ponerles contra la espada y la pared” con sus exigencias democráticas de ciudadano vasco sin pelos en la lengua. Sabía que era un objetivo y asumió con determinación el reto de no callarse. La estrategia abertzale del “o te rindes, o te vas o te mato” no pudo quebrar una inquebrantable presencia política que le llevaba directamente a ser alcalde de San Sebastián en las siguientes elecciones municipales del 28 de mayo de 1995. Y su actividad en Vitoria era el complemento perfecto para ese objetivo
Hoy es necesario recordar al compañero parlamentario, sus trabajos en la Cámara, la aportación dinámica y sorprendente a la vida interna del grupo 'popular' y su capacidad para la oratoria directa y clara y para la confección de iniciativas parlamentarias. Participó en los debates presupuestarios, en el proceso legislativo de leyes que por primera vez elaboraba el Parlamento Vasco, como la Ley de Ordenación del Turismo, la Ley Reguladora del Juego, la Ley de Fundaciones o la Ley de Relaciones con las Colectividades Vascas en el Exterior. También en la Ley de Medidas Urgentes en Materia de Vivienda y de Tramitación de los Instrumentos de Planeamiento y Gestión Urbana, materia de la que era un gran experto, defendió la posición de nuestro grupo.
No hay más que asomarse a sus discursos colgados en la web de la Cámara de Vitoria para darse cuenta de sus habilidades dialécticas y de la versatilidad de sus recursos argumentales y de altura política. Todo en un ámbito de profundo respeto a nuestras instituciones forales, locales y autonómicas, nuestro marco constitucional y estatutario y a la impecable lucha por la libertad y contra el terrorismo que le acabó sentenciando vilmente por parte de la intolerancia y la estrategia etarra de imponer una dictadura que aún hoy defienden quienes celebraron su muerte desde la izquierda abertzale.
Su capacidad de trabajo era ejemplar en el tiempo del madrugón, el teléfono y el telefax. Siempre redactaba de su puño y letra iniciativas y comunicados que tenían un importante reflejo en nuestros medios de comunicación. En los pasillos parlamentarios, en la época de una efervescente presencia en la Cámara de periodistas, le buscaban y encontraban como diputado cercano, hábil, dispuesto, certero y sincero.
Y qué voy a decir de los almuerzos después de las sesiones parlamentarias. En la cafetería del Parlamento o en el restaurante Xixilu, al que le encantaba ir a comer esas litiruelas con pimientos del país que descubrió en sus jornadas gasteiztarras, las sobremesas y las charlas de los más variados asuntos, de la vida interna del partido, de la situación política vasca o de la internacional, siempre le convertían en una fuente de ideas y sorprendentes análisis. Era una referencia política sin discusión y sus enemigos lo sabían.
Todos los días en 'hall' parlamentario podemos encontrar a Gregorio en la placa de recuerdo, junto con las de Buesa, Casas y Brouard. El terror nos arrancó una figura emergente en la política vasca. Todos los grupos parlamentarios nos arroparon con su afecto esos días, todos menos uno: HB no lo condenó, y tuvo a Arnaldo Otegi como miembro también en esa legislatura. Y eso no lo olvidaremos nunca sus compañeros, que también fuimos sus amigos. Hoy tienen una nueva oportunidad para decir que matar al adversario estuvo mal. Ya sabemos que no lo harán.
Pero nosotros continuaremos encontrándonos con Gregorio Ordóñez en su placa de recuerdo en el Parlamento… y en cada uno de los rincones de la casa de todos los vascos.
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