Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Dos hipocresías estallan en campaña
Si alguien cree que ha sido fortuito que Bildu incluya a antiguos terroristas y colaboradores de ETA en las listas municipales y Juntas Generales, se chupa el dedo. Quizás pensaban que su muy sucia iniciativa solo iba a originar la clásica tormenta en un vaso de agua pero que ahí quedaría todo. No ha sido así. Si el detective de las películas comentaba al resolver un caso que “no habían contado con su astucia” en este caso en Bildu no contaban con que el PP iba a hacer de este caso todo un eje de campaña que a quien golpea y directamente en la cara es a Sánchez y al PSOE. Se han cubierto de gloria. Con semejante amigos, no hace falta enemigos.
Sánchez puede estar tentado, ante esta subida de agua hasta el cuello, en decir que no cuenta más con ellos, cuestión que al estar al borde de la finiquitación de la legislatura lo podría hacer tranquilamente sin que aquí pasara nada. En ese caso, el discurso buenista e hipócrita de Bildu de que ellos van a Madrid a conseguir cosas para Euzkadi se caería estrepitosamente y directamente a la papelera y les dejaría con un flanco muy descubierto de cara a las legislativas de diciembre.
Y aprovecho este hilo solo para recordar que de mis treinta años de acción política en las Cortes Generales me vi presionado, interpelado e insultado por el mundo de Herri Batasuna, es decir, de la actual Bildu por asistir al Congreso y Senado y hacer vida parlamentaria. Fui tan traidor que un día me llamó el consejero de Interior Txabi Balza para decirme que obligatoriamente tenía que aceptar me pusieran escolta ya que uno de los comandos detenidos tenía todos y cada uno de mis movimientos y el de mi familia. Mi delito era ir y venir semanalmente a Madrid, en definitiva un traidorzuelo. Y, por lo tanto, si se decidía que había que atentar a alguien visible y sin protección, yo tenía todos los boletos. El patriotismo de esta gente me costó trece años de escolta y eso no fue lo peor. Lo peor es escuchar a la nueva Bildu hablar de las bondades de hacer política en Madrid sin previamente reconocer su inmensa equivocación y su mala entraña. Ni lo han hecho ni lo harán.
Paralelamente es cierto que el PP fue fundado por uno de los ministros de la dictadura franquista hasta el punto de haber estado presente y votar el fusilamiento de Julián Grimau hace ahora sesenta años tras torturarlo y tirarlo por la ventana. Tampoco hay que olvidar que fue la UCD de Juan José Rosón quien negoció con ETA pm su disolución. Y ahí le tuvimos a Mario Onaindia, Rodríguez Azpiolea y Eduardo Uriarte haciendo política y restregando al PNV un peligroso nacionalismo extremo, lo que ellos habían hecho antes. Sin olvidarnos de Jon Juaristi que pasó de ETA a dirigir la Biblioteca Nacional y el Instituto Cervantes en tiempos de Aznar, aquel que hablaba del MLNV como Movimiento de Liberación Nacional Vasco.
Tampoco ofrece el PP al PSOE los votos suficientes en momentos clave para que Sánchez no tenga que votar ni pedir auxilio a Bildu. Si tan malo es hacerlo, ¿por qué no lo evita con su grandeza? Muy sencillo, porque el tema ETA, desaparecida en 2011, es muy rentable políticamente para el PP, que lo manosea de forma continua e indecente ya que, si víctimas tuvo el PP, víctimas tuvo asimismo el PSOE. Como otros partidos. A mi amigo Joseba Goikoetxea lo mató ETA en la calle Tívoli de Bilbao, cerca de donde vivo.
Bien es verdad que, si Bildu tuviera esqueleto moral y sus integrantes una mínima pulsión ética, este absurdo debate no se estaría produciendo. Y cuando hablo de Bildu hablo fundamentalmente de Sortu, grupo ideologizado al que esta polémica sirve para decir a su disidencia interna que siguen siendo los mismos, que pisar moqueta no les ha afectado sus neuronas abertzales, que España les odia porque son independentistas vascos de acrisolada lealtad a lo que han sido en el pasado, aunque hayan cambiado de estrategia. Como en aquel bolero de las “gardenias para ti”, estamos ante dos blanqueamientos en uno. Los que les hacemos y los que ellos hacen ante su gente.
Si las fuerzas democráticas, de alguna manera, les estamos blanqueando no poniéndoles unos mínimos para admitirlos plenamente en sociedad, ellos se blanquean ante los suyos diciéndoles que son los de siempre. No ocurrió con el IRA, no ocurrió con las FARC, no ocurrió con las Brigadas Rojas. Sí ocurre con ETA y sus epígonos.
Ante las amenazas de Vox, de Ayuso y de Esperanza Agirre de la necesidad de iniciar la ilegalización de Bildu, solo cabe recordar que se trata de un absurdo y una iniciativa antidemocrática, que además no va a prosperar. Ilegalizar a Bildu habiendo desaparecido ETA es un auténtico sinsentido y un acto de fuerza propio de la extrema derecha. ¿Por qué y para qué hacerlo?.
Otra cosa es pedir justicia, reparación y sensibilidad. Como ha calificado el Lehendakari, Iñigo Urkullu, “tienen derecho, pero no hay derecho” a esta indecencia y a la sinvergüencería que supone desafiar a la ciudadanía vasca y provocarla con listas tan ofensivas. Ahí no hay moralidad, no hay ética, no hay sensibilidad, no hay sindéresis y mucho menos cerebro. Pero tampoco en el extremo opuesto, que se está beneficiando de una estrategia sobredimensionada para acabar con Sánchez a quien Bildu ha puesto su cabeza en bandeja.
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