Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
¿A qué juega Sortu?
Recientemente, en un debate televisivo de esos en los que unos y otros contrastan y enfrentan sus opiniones, el ex ministro del PP García Margallo expuso lo que él mismo vivió hace cinco años (2015). Entonces, después de que ETA hubiera anunciado que ya no iba a matar más, la población empezó a respirar sin jadeos, y alguien crítico con su formación se atrevió a decir: “Desde que no nos matan no tenemos proyecto”. Bien, es verdad que la ausencia de ETA desproveyó de disculpas y razones para organizar actos de repulsa y manifestaciones para protestar por lo que constituyó una afrenta y una miserable forma de actuar por parte de la mal llamada “Izquierda”, y peor aún calificada como “Abertzale”. Pero el hecho de que el PP no tenga un proyecto para Euskadi (Margallo dixit), ni explica ni justifica la actitud de EH Bildu que, como si nada hubiera pasado nunca, va y viene, entra y sale, dice y desdice, como uno más, alejado de cualquier petición de perdón o indulgencia.
Es evidente que las culpabilidades caducan, pero a su debido tiempo. Según es el delito será la pena. Y ETA, a través de las penas que sufren sus secuaces en las cárceles, va pagando sus deudas. ¿Ocurre lo mismo en la calle? ¿Está pagando su cuota la Izquierda Abertzale? No. Fueron cómplices y, como tal, culpables, pero se trata de una culpabilidad que apenas aparece en la legislación que se aplica a los delitos terroristas que provocaron más de ochocientas muertes y asesinatos. Desde que ETA, arrinconada, dijo que no mataría más, sus partidarios los agitadores callejeros cesaron sus escandalosas batucadas a favor de la violencia, pero no solo eso. Su jefe máximo, Arnaldo, no se prestó a mostrar ningún acto de arrepentimiento que hubiera servido para que las víctimas, al menos, hubiéramos encontrado una boya a la que agarrarnos para proclamar una paz casi sin condiciones y, lo que es mejor aún, una convivencia pacífica y desacomplejada.
¿Tanto cuesta asumir que matar con un tiro en la nuca “estuvo mal”, y merece una expresión de arrepentimiento?
Pero no. Otegi, cuya trayectoria errática como servidor de la violencia abertzale, -ETA(pm), ETA(m), y un tercer periodo de paz a conveniencia (SORTU) pero sin arrepentimiento ni petición de perdón-, le sigue persiguiendo como “culpable”, ha practicado una estrategia tan taimada como inteligente. La inclusión de formaciones ya muy poco numerosas y dotadas como EA, Aralar, Alternativa y otras aún más liquidadas, al lado de SORTU en EH Bildu ha permitido “limpiar” su negro pasado y caminar sin la sucia cortapisa de ser aún un “batasuno” sin arrepentimiento explícito. ¿Tanto cuesta asumir que matar con un tiro en la nuca “estuvo mal”, y merece una expresión de arrepentimiento? Cuando, durante las últimas negociaciones para la aprobación del Presupuesto Español se ha aireado el más que probable voto favorable de EH Bildu, como consecuencia de una negociación “secreta” con los partidos que forman el actual Gobierno, el “abertzalisimo” Arkaitz Rodriguez se permitió decir “vamos a derrotar al régimen” ante un atril. Algo de eso ha repetido con otras palabras Arnaldo Otegi, lo que suscita una pregunta: ¡existe algún régimen especial gobernando en España?.
Ahora que los condescendientes de EH Bildu se muestran serviciales incluso para votar afirmativamente en la aprobación de los Presupuestos del país que quieren desmantelar, -España-, es tiempo de poder formularles la pregunta crucial cuya respuesta está aún pendiente: “¿condenan el terrorismo de ETA que se llevó más de ochocientas vidas de inocentes por delante?”. La respuesta válida es una sola: un monosílabo afirmativo con el que Arnaldo Otegi, Arkaitz Rodriguez y otros prebostes de SORTU podrán pasearse por las calles sin que se les caiga la cara de vergüenza.
Recientemente, en un debate televisivo de esos en los que unos y otros contrastan y enfrentan sus opiniones, el ex ministro del PP García Margallo expuso lo que él mismo vivió hace cinco años (2015). Entonces, después de que ETA hubiera anunciado que ya no iba a matar más, la población empezó a respirar sin jadeos, y alguien crítico con su formación se atrevió a decir: “Desde que no nos matan no tenemos proyecto”. Bien, es verdad que la ausencia de ETA desproveyó de disculpas y razones para organizar actos de repulsa y manifestaciones para protestar por lo que constituyó una afrenta y una miserable forma de actuar por parte de la mal llamada “Izquierda”, y peor aún calificada como “Abertzale”. Pero el hecho de que el PP no tenga un proyecto para Euskadi (Margallo dixit), ni explica ni justifica la actitud de EH Bildu que, como si nada hubiera pasado nunca, va y viene, entra y sale, dice y desdice, como uno más, alejado de cualquier petición de perdón o indulgencia.
Es evidente que las culpabilidades caducan, pero a su debido tiempo. Según es el delito será la pena. Y ETA, a través de las penas que sufren sus secuaces en las cárceles, va pagando sus deudas. ¿Ocurre lo mismo en la calle? ¿Está pagando su cuota la Izquierda Abertzale? No. Fueron cómplices y, como tal, culpables, pero se trata de una culpabilidad que apenas aparece en la legislación que se aplica a los delitos terroristas que provocaron más de ochocientas muertes y asesinatos. Desde que ETA, arrinconada, dijo que no mataría más, sus partidarios los agitadores callejeros cesaron sus escandalosas batucadas a favor de la violencia, pero no solo eso. Su jefe máximo, Arnaldo, no se prestó a mostrar ningún acto de arrepentimiento que hubiera servido para que las víctimas, al menos, hubiéramos encontrado una boya a la que agarrarnos para proclamar una paz casi sin condiciones y, lo que es mejor aún, una convivencia pacífica y desacomplejada.