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Por una Justicia Fiscal Global
Existe una indignación generalizada por la evasión de impuestos corporativa y las repercusiones que tiene sobre la desigualdad y la pobreza. El mundo cambia pero el sistema fiscal internacional no. Las corporaciones enfrentan a unos gobiernos contra otros, impulsando el 'dumping' fiscal. Hablamos de que cada año los países en desarrollo pierden 100.000 millones de dólares de ingresos fiscales por los abusos de las grandes corporaciones (informe de la conferencia de las Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo), que siempre acaban pagando los ciudadanos directa o indirectamente.
Los sistemas fiscales internacionales actuales refuerzan las desigualdades mundiales y obstaculizan la reducción de la pobreza, si no se introducen cambios profundos las desigualdades socioeconómicas seguirán agrandándose, es un escándalo lo que acontece pues en estos tiempos es los que tanto hablamos de desigualdades sociales, priva a países de todo el mundo de opciones economicas reales que podrían utilizarse para financiar servicios públicos gratuitos y de calidad como la sanidad y la educación que son vitales para combatir esa pobreza y esa desigualdad lacerantes que debiera ofender nuestra conciencia como ciudadanos.
A nivel internacional las normas fiscales las escribe una élite formada por los países más ricos y poderosos, que convenientemente influidos por las empresas multinacionales ubicadas en esos países anteponen sus propios intereses y excluyen por tanto los intereses de los países en desarrollo. La política fiscal afecta al conjunto de la ciudadanía, pero habitualmente se presentan los debates como un asunto técnico, reservado a expertos, y creo que es una necesidad imperiosa de acortar distancia entre las cuestiones técnicas y el derecho del conjunto de la sociedad a participar y ofrecer soluciones.
En los niveles nacionales los gobiernos no consiguen poner freno a la evasión de impuestos por parte de las grandes empresas y personas físicas de grandes capitales a las que además proporcionan incentivos y exenciones fiscales injustificadas dejando de recaudar miles de millones que se podrían invertir en educación y sanidad gratuitas y de calidad para todos.
Es imprescindible que haya justicia fiscal tanto a nivel nacional como internacional, para hacer frente a la evasión y la elusión fiscal. Esto implica garantizar que todos los países y no solo los más ricos participen de forma igualitaria en las negociaciones para rediseñar el sistema fiscal internacional y que los gobiernos hagan frente a quienes evaden los impuestos además de tomar medidas para frenar la concentración de riqueza, y regular la existencia de agujeros negros como son los paraísos fiscales
Estamos en la Semana de Acción Global por la Justicia Fiscal, que coincide con el inicio de la última ronda de negociaciones de Financiación para el desarrollo de Naciones Unidas y ante la futura definición de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenibles en la cumbre de Naciones Unidas de septiembre,mpero antes toca una cita importante: la Cumbre Mundial de Financiación del Desarrollo que se celebrará en Addis Abeba (Etiopía) del 13 al 16 de julio y debemos de ser conscientes de que estamos ante una oportunidad única de impulsar cambios, para que los gobiernos de todo el mundo decidan como financiar la lucha contra la pobreza y la desigualdad a escala planetaria, es momento de soluciones globales al problema global de la evasión y la elusión fiscal. Los gobiernos de todos los países de forma conjunta deben de acordar soluciones de forma democrática, igualitaria y justa. Deben de hacerse públicos los beneficios que obtienen y los impuestos que pagan las grandes empresas en todos y cada uno de los países en los que operan. Y se necesitan políticas fiscales justas para financiar servicios educativos y sanitarios de forma universal, gratuita y de calidad para erradicar la pobreza, reducir la desigualdad y financiar un desarrollo sostenible.
Ante este asunto, a pesar de algunos pasos que se apuntan por la Unión Europea, así como ante los Acuerdos de Comercio e Inversión ( TTIP, TISA, CETA, TPP, etc), la problemática de la Deuda y las políticas de austeridad, el cambio climático y su inevitable incidencia en la economía mundial y otros tantos asuntos que en este momento se están debatiendo entiendo como Gramsci que mi estado de espíritu hace la síntesis de estos estados llamados pesimismo y optimismo y los supera: soy pesimista por la inteligencia, pero optimista por la voluntad.
Existe una indignación generalizada por la evasión de impuestos corporativa y las repercusiones que tiene sobre la desigualdad y la pobreza. El mundo cambia pero el sistema fiscal internacional no. Las corporaciones enfrentan a unos gobiernos contra otros, impulsando el 'dumping' fiscal. Hablamos de que cada año los países en desarrollo pierden 100.000 millones de dólares de ingresos fiscales por los abusos de las grandes corporaciones (informe de la conferencia de las Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo), que siempre acaban pagando los ciudadanos directa o indirectamente.
Los sistemas fiscales internacionales actuales refuerzan las desigualdades mundiales y obstaculizan la reducción de la pobreza, si no se introducen cambios profundos las desigualdades socioeconómicas seguirán agrandándose, es un escándalo lo que acontece pues en estos tiempos es los que tanto hablamos de desigualdades sociales, priva a países de todo el mundo de opciones economicas reales que podrían utilizarse para financiar servicios públicos gratuitos y de calidad como la sanidad y la educación que son vitales para combatir esa pobreza y esa desigualdad lacerantes que debiera ofender nuestra conciencia como ciudadanos.