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Los límites del turismo en Donostia: estamos en peligro

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Ha llegado el verano, el máximo exponente de la turistificación y, de nuevo, los problemas que acarrea la sobreexplotación de la ciudad como destino turístico, como el ruido o la masificación de las calles, se hacen especialmente visibles. Sin embargo, nos resultan más preocupantes las afecciones estructurales del modelo de ciudad centrado en el turismo; por ejemplo, la especulación inmobiliaria, el trabajo precario, la destrucción medioambiental o el debilitamiento de los lazos comunitarios. En definitiva, las consecuencias de vender la ciudad a las fuerzas del mercado. Bajo el actual modelo, podemos afirmar que las vidas de las y los vecinos de Donostia están en peligro.

En numerosas ciudades del mundo se están llevando a cabo movilizaciones denunciando que la explotación turística tiene límites, reivindicando que las ciudades son lugares para vivir y no meros productos de especulación. Podríamos definir el límite como el punto de no retorno al que puede llegar algo. El cambio climático nos enseñó que ignorar los límites naturales puede tener consecuencias devastadoras. De la misma manera, el turismo descontrolado puede erosionar la ciudad y todo lo que habita en ella, provocando daños irreversibles. Es lo que está ocurriendo en Donostia, con el impulso de las instituciones públicas, los medios y los lobbies que trabajan a favor de la minoría de privilegiados que se enriquece con la situación.

Frente a ello, desde BiziLagunEkin pensamos que es hora de abordar los problemas de la turistificación de frente, antes de que sea demasiado tarde. Este verano trabajaremos mediante el debate, la reflexión y la acción sobre tres ejes: las consecuencias de la turistificación en la juventud, el derecho a la vivienda y las condiciones laborales. Entendemos la turistificación como un fenómeno que atraviesa nuestras vidas y nuestra comunidad a todos los niveles y trabajamos para hacerle frente en todos los ámbitos.

La emergencia habitacional en Donostia está directamente relacionada con la turistificación descontrolada. La proliferación de pisos turísticos nos ha traído a un incremento exorbitante del precio de los alquileres, desplazando y expulsando a residentes y convirtiendo lo que debería ser un derecho básico en un lujo inaccesible. Necesitamos medidas que nos lleven a un escenario sin alquileres turísticos y faciliten el acceso a la vivienda. Es imperativo que las instituciones públicas implementen medidas para frenar la especulación inmobiliaria y garanticen el derecho a la vivienda.

Muchos de los empleos asociados a la actividad turística son temporales, mal remunerados, con horarios irregulares, excesiva carga de trabajo y carecen de seguridad laboral. Este modelo es insostenible y perpetúa la desigualdad. Debemos abogar por la diversificación de la economía de la ciudad, frenando el monocultivo turístico y facilitando empleos de calidad otros sectores que ofrezcan estabilidad, dignidad y las condiciones mínimas para un proyecto de vida en la ciudad. Esto mejorará la vida de los trabajadores y contribuirá a una economía más resiliente y menos dependiente de esta industria tan vulnerable a la crisis climática y energética.

La precariedad laboral afecta directamente a los jóvenes, que están siendo especialmente perjudicados por la turistificación. Son expulsados de Donostia a causa del alto coste de la vivienda y la falta de oportunidades laborales dignas, destruyendo así las comunidades de nuestros barrios e hipotecando el futuro de la ciudad.

La solución a estos problemas solo puede llegar por el camino del decrecimiento turístico. Debemos emprender una transición económica y social planificada que redefine nuestro modelo de ciudad y la haga más habitable, sostenible y justa. No podemos seguir apostando por el turismo como motor económico principal. Es urgente diversificar la economía, proteger el medio ambiente, garantizar los derechos de todos y todas las personas, además de fortalecer el tejido comunitario. Por ello, animamos a las y los donostiarras a organizarse en los grupos, asociaciones y plataformas que barrio a barrio y lucha a lucha estamos haciendo frente a la turistificación sin límite. Y hacemos un llamamiento a participar en las convocatorias que haremos durante las próximas semanas para visibilizar que estamos en peligro con la turistificación y para hacer oír el sentir mayoritario de las y los vecinos de Donostia.

Ha llegado el verano, el máximo exponente de la turistificación y, de nuevo, los problemas que acarrea la sobreexplotación de la ciudad como destino turístico, como el ruido o la masificación de las calles, se hacen especialmente visibles. Sin embargo, nos resultan más preocupantes las afecciones estructurales del modelo de ciudad centrado en el turismo; por ejemplo, la especulación inmobiliaria, el trabajo precario, la destrucción medioambiental o el debilitamiento de los lazos comunitarios. En definitiva, las consecuencias de vender la ciudad a las fuerzas del mercado. Bajo el actual modelo, podemos afirmar que las vidas de las y los vecinos de Donostia están en peligro.

En numerosas ciudades del mundo se están llevando a cabo movilizaciones denunciando que la explotación turística tiene límites, reivindicando que las ciudades son lugares para vivir y no meros productos de especulación. Podríamos definir el límite como el punto de no retorno al que puede llegar algo. El cambio climático nos enseñó que ignorar los límites naturales puede tener consecuencias devastadoras. De la misma manera, el turismo descontrolado puede erosionar la ciudad y todo lo que habita en ella, provocando daños irreversibles. Es lo que está ocurriendo en Donostia, con el impulso de las instituciones públicas, los medios y los lobbies que trabajan a favor de la minoría de privilegiados que se enriquece con la situación.