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El nadador con las manos atadas a la espalda

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Tras las últimas elecciones europeas, a varios partidos se les encendieron las alarmas y su bombilla roja de seguridad comenzó a parpadear. En ERC se cuestionó la figura de Oriol Junqueras, en Sumar la de Yolanda Díaz, en Junts alguien quiso moverle la silla a Carles Puigdemont pero, salvo en el PSOE que adelantó su congreso para un mayor control de Ferraz y el PNV, en los tres primeros partidos mencionados se han organizado primarias al estilo de lo que ocurre en la sociedad. Un afiliado un voto y publicidad a los candidatos. En el PSOE, Pedro Sánchez lo controla todo pero de los cinco partidos que enumero existen sistemas de elección que, al estar vigilados por el ojo público, es difícil cometer abusos como en el caso del PNV. No hay sistema menos democrático que el del PNV, aunque Andoni Ortuzar no se quite de la boca lo contrario. 

Es verdad que en la última noche electoral y ante el batacazo sufrido, que se unía al autonómico del 21 de abril y al municipal de mayo de 2023, junto a las dos pérdidas a la presidencia del Athletic Club con candidatos auspiciados por la presidenta del BBB, Itxaso Atutxa, sí pareció ser esa noche en la que podría producirse alguna rectificación. Sin embargo, el propósito de la enmienda, sin haber confesado los pecados en una autocrítica que nunca se hizo, duró poco. De aquel primer anuncio de un compungido Ortuzar de “primero proyecto y luego personas”, se pasó, sin explicación alguna, a “personas” y luego (y muy al final), “proyecto”. Y todo hecho en nada menos que en un año. No como ERC, Junts, Sumar y el PSOE. No. Que por cansancio del personal también se gana. 

¿Cómo es esto así si Ortuzar no hace más que decir que el sistema es complicado pero democrático? Pues porque, salvo en contadas excepciones, no hay un seguimiento y análisis de lo que dice no siendo verdad. Él, con todo su aplomo, nos dice que dirá el día de San Sebastián, el 20 de enero (no sabemos si en una sociedad gastronómica), si continúa o no. Pero ¿nadie le pregunta que tras tres mandatos consecutivos eso no se puede dar? No le importa. Hará lo que decida él y, si hay que levantarle la incompatibilidad en una asamblea controlada, lo hará. 

Estamos, pues, ante una vulneración de las incompatibilidades y de las reelecciones, un dato preciso del deficiente sistema interno de un PNV que un Ortuzar, en sus doce años de mandato, no ha cambiado. Como esa 'boutade' de que los trapos sucios se lavan en casa. Igual son los suyos y no quiere se vean sus lamparones, pero como escribió con acierto Txema Montero, en una sociedad abierta y moderna, no hay trapos sucios sino discusión e información para todos. 

Ante eso Ortuzar y Joseba Aurrekoetxea, decididos a controlar el proceso de elección de los consejos territoriales, pusieron en marcha la elección interna de todos ellos. No pensaban que en Gipuzkoa el continuismo de Joseba Egibar con sus 'alter ego' iba a tener en la figura de Eneko Goia un cierto cuestionamiento que duró diez minutos. Como en Chicago, Capone y Frank Nitti, se pusieron de acuerdo y Goia, tras embarcar a un grupo hartos de 38 años de la presidencia de Egibar, los dejó en la estacada. En Araba, el exalcalde Gorka Urtaran le plantó cara a otro capo, José Antonio Suso, que auspiciaba a Jone Berriozabal. Y ahí anda recabando apoyos. No le será nada fácil pues Ramiro González aplaude a la candidata de Suso, aunque sabe que no es la persona adecuada. En Nafarroa, el control de Unai Hualde es absoluto a pesar de que tiene escondida la sigla PNV en la mochila de Geroa Bai. No gana una y simultanea su presidencia del NBB con la del Parlamento navarro. Lo controla todo... pero el PNV en Nafarroa es irrelevante. En Iparralde, una persona de valía como Peio Etxeleku lo deja. No le gusta Ortuzar. 

Pero la sorpresa para el aparato vizcaíno ha sido la irrupción de un letrado del Gobierno vasco llamado David Salinas-Armendariz, nacido en Santurtzi, afiliado con 16 años sin ningún puesto relevante interno en el PNV salvo en las juntas municipales de Santurtzi y Ondarreta, pero sin ningún cargo público, con un hijo en EGI, de padre navarro, de Castejón, euskaldun, experto en derecho deportivo y defensor a ultranza de la oficialidad de las selecciones deportivas vascas, sin maleamiento alguno, admirador de Juan José Ibarretxe, y va y le sale respondón a la férrea estructura que le está haciendo la vida imposible para que su candidatura no prospere. 

Afortunadamente Salinas-Armendariz está acostumbrado a bregar en los juzgados como letrado del Gobierno vasco, tiene flema, y pasito a pasito se está dando a conocer.  Ha logrado que tres exsecretarios del EBB (Belén Greaves, Josu Bergara y Ricardo Ansotegi) pidan a la comisión de garantías y control que haya un debate entre Ansola y él en Sabin Etxea, en la sala de actos de la sede del PNV, y que se difunda por 'streaming'. Se lo han negado. Hay que decir que la presidenta de la comisión de garantías y control se llama Amaia Atutxa y es hermana de la presidenta del BBB, Itxaso . 

Como Salinas-Armendariz, también pidieron que las elecciones se realizaran en un solo día, en lugar de en días espaciados del 8 al 21 de noviembre, cosa que hizo David para poder explicar su programa de quince folios frente al folio de Ansola. Y también lo han negado. Y han pedido que las votaciones sean secretas y no a mano alzada, y ni le han contestado. Como se ve, un gran respeto a la edad, a la trayectoria y a la afiliación. Total impunidad. 

A pesar de todo Salinas-Armendariz va abriendo surco con unos anuncios donde no puede pedir el voto pero habla de la necesidad de que el proyecto de un futuro Guggenhein en Urdaibai sea previamente informado y luego consultado. O que no exista la reelección indefinida. O que las incompatibilidades se lleven a rajatabla. O que no haya el nepotismo existente en la actualidad. O que quien pierda una elección tenga asegurada en la ejecutiva y en la asamblea su parte proporcional. O que las decisiones políticas de entidad se sometan a votación y consideración de la afiliación. O que el ideario del PNV sea claramente perceptible por el ciudadano y no sea un seguidismo madrileño. Cosas así que, mayoritariamente, gustan mucho en un PNV enfermo pero que el aparato oculta y no permite su difusión. Los trapos sucios se lavan en casa. Aunque no haya lavadora. 

Ortuzar-Aurrekoetxea-Atutxa exigen una lealtad ciega y eso exige renunciar a cualquier debate. El mensaje del candidato Ansola es teledirigido y consiste en: “Yo soy el líder y tú no. Tú solo tienes que escuchar y obedecer. Tú vas a perder y tienes que ser leal a mi persona, en lo que hagas, en lo que pienses, y en lo que digas. Y no solo estamos hablando de lo que me puedas decir en público. También en lo que me puedas decir a mí si considero comunicarme contigo, que no lo haré”. 

Ése es pues un cuadro de situación que Salinas-Armendariz no acepta y considera denunciar la prevaricación continua de este órgano interno ante los la Justicia ordinaria, y ojalá ante el juzgado de guardia más cercano, pues se trata de unas elecciones antidemocráticas, sin igualdad de oportunidades, sin poder debatir sobre ideas y proyectos, con la prensa oficial aumentando unos resultados de Ansola que óolo pueden darse en virtud de la existencia de una plancha oficial que, por cierto, no está permitida. Y para colmo las reuniones en los 'batzokis' de Ansola las convoca y organiza el BBB mientras Salinas-Armendariz, sin dato alguno y como un barco en la niebla, ha de buscarse la vida, con el estigma de que es, además, un “crítico”, es decir, un marginal frente a la oficialidad incuestionable que proclama Sabin Etxea. 

No sé qué pasará en el recuento final pero estamos ante el nacimiento de un cuestionamiento interno muy serio que acabará su primera vuelta el 21 de noviembre pero en enero se abrirá un segundo proceso para la elección del EBB y volverá a darse la madre de todas las batallas, pero ésta en otras condiciones. Y es que si el PNV no se regenera, pasa a Segunda y con Ansola y Ortuzar, lo más probable que a Tercera. Es el breve resumen de lo que está pasando con un nadador con las manos atadas a la espalda y con otro subido en la zódiac del aparato. 

Tras las últimas elecciones europeas, a varios partidos se les encendieron las alarmas y su bombilla roja de seguridad comenzó a parpadear. En ERC se cuestionó la figura de Oriol Junqueras, en Sumar la de Yolanda Díaz, en Junts alguien quiso moverle la silla a Carles Puigdemont pero, salvo en el PSOE que adelantó su congreso para un mayor control de Ferraz y el PNV, en los tres primeros partidos mencionados se han organizado primarias al estilo de lo que ocurre en la sociedad. Un afiliado un voto y publicidad a los candidatos. En el PSOE, Pedro Sánchez lo controla todo pero de los cinco partidos que enumero existen sistemas de elección que, al estar vigilados por el ojo público, es difícil cometer abusos como en el caso del PNV. No hay sistema menos democrático que el del PNV, aunque Andoni Ortuzar no se quite de la boca lo contrario. 

Es verdad que en la última noche electoral y ante el batacazo sufrido, que se unía al autonómico del 21 de abril y al municipal de mayo de 2023, junto a las dos pérdidas a la presidencia del Athletic Club con candidatos auspiciados por la presidenta del BBB, Itxaso Atutxa, sí pareció ser esa noche en la que podría producirse alguna rectificación. Sin embargo, el propósito de la enmienda, sin haber confesado los pecados en una autocrítica que nunca se hizo, duró poco. De aquel primer anuncio de un compungido Ortuzar de “primero proyecto y luego personas”, se pasó, sin explicación alguna, a “personas” y luego (y muy al final), “proyecto”. Y todo hecho en nada menos que en un año. No como ERC, Junts, Sumar y el PSOE. No. Que por cansancio del personal también se gana.