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Pagar la luz o los libros de texto

Eva Silván Miracle

Save the Children —

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Hace unos días le preguntaba a mi hija pequeña (de 4 años), si tenía ganas de empezar el cole, y ésta fue su respuesta, “NO, ¿y tú, tienes ganas de empezar a trabajar?” Clara y directa, así es ella y así son los niños y las niñas en general. ¿Para qué andar con rodeos? Yo le tuve que responder que sí, claro, que después de unas semanas de estupendas vacaciones, de sentirnos libres para levantarnos cuando quisiéramos, de comer a las 17.00 de la tarde y acostarnos a las 12.00 de la noche, tenía ganas de empezar a trabajar… No sé si la convencí, me temo que no, porque mi ánimo y mi actitud durante el curso nada tienen que ver con mi ánimo y mi actitud durante las vacaciones; si hay alguien que lo vive, incluso me atrevo a decir, que lo sufre, esas son mis hijas.

Pero mis hijas son enormemente afortunadas, y se lo digo muchas veces a riesgo de resultar una madre pesada: tienen y disfrutan de las vacaciones; tienen un colegio cerca de casa al que ir; tienen unos padres con trabajo que pueden hacer frente a los gastos escolares; y tienen un entorno agradable donde crecer y jugar sin más preocupaciones.

No todos los niños tienen la misma suerte, es más, son una minoría los niños y niñas en el mundo que, como mis hijas, hoy se han levantado, han desayunado, han cogido el almuerzo, sus libros y sus mochilas y todo lleno y nuevo se lo han llevado al cole dispuestos a compartirlos (eso espero) con sus amigos y amigas.

La realidad ahí fuera es muy diferente, y no hay que irse lejos, ni cruzar charcos, ni mucho menos fronteras para verla. La realidad la tenemos aquí al lado, muchas veces no nos hace falta ni salir del barrio. Aunque no seamos conscientes, en nuestro mismo bloque, en el de lado o en dos más allá quizás viven familias que difícilmente pueden pensar en unas vacaciones y para las que la vuelta al cole supone un enorme sacrificio.

Aunque la educación universal está garantizada, hay una multiplicidad de gastos asociados a la escolarización que las familias deben asumir: libros de texto, material escolar, transporte, excursiones y comedor (entre otros).

Las familias de los más de 5.000 niños en situación de pobreza con los que trabajamos cada día en Save the Children nos cuentan que se encuentran la tesitura de tener que decidir si pagar la luz o los libros de texto; si pagar el alquiler o las actividades extraescolares muchas veces necesarias para no perder el ritmo escolar; si pagar el agua o comprar zapatillas nuevas porque las otras ya se quedaron pequeñas.

Arranca un curso escolar al que no todos los niños y niñas se enfrentan en igualdad de oportunidades. “Yo me siento avergonzada por no llevar el material. Dice mi madre que cuando pides siempre te sientes mal” nos contaba Elvira de 12 años.

Muchos padres nos cuentan que el director o los mismos profesores les ayudan para poder comprar los materiales escolares. Incluso cuando se les conceden becas estas llegan cuando ya ha empezado el curso y los niños empiezan el curso sin los libros que el resto de sus compañeros sí tienen.

Ante esta situación, Save the Children trabaja en España en la promoción de proyectos de refuerzo educativo en horario extraescolar y en la promoción de actividades de ocio y tiempo libre de calidad y gratuitas, que garantizan la igualdad de oportunidades de todos los niños y niñas, independientemente de su situación económica.

La educación es un derecho humano reconocido en la Convención de los Derechos del Niño y es una herramienta fundamental para la romper el ciclo de transmisión de la pobreza de padres a hijos. Una mayor inversión en políticas educativas generará un retorno económico que es la base para construir una sociedad más prospera y cohesionada, en la que todos y todas podamos tener un feliz inicio del curso escolar.

Eva Silván Miracle

Save the Children

@evasilmi

Hace unos días le preguntaba a mi hija pequeña (de 4 años), si tenía ganas de empezar el cole, y ésta fue su respuesta, “NO, ¿y tú, tienes ganas de empezar a trabajar?” Clara y directa, así es ella y así son los niños y las niñas en general. ¿Para qué andar con rodeos? Yo le tuve que responder que sí, claro, que después de unas semanas de estupendas vacaciones, de sentirnos libres para levantarnos cuando quisiéramos, de comer a las 17.00 de la tarde y acostarnos a las 12.00 de la noche, tenía ganas de empezar a trabajar… No sé si la convencí, me temo que no, porque mi ánimo y mi actitud durante el curso nada tienen que ver con mi ánimo y mi actitud durante las vacaciones; si hay alguien que lo vive, incluso me atrevo a decir, que lo sufre, esas son mis hijas.

Pero mis hijas son enormemente afortunadas, y se lo digo muchas veces a riesgo de resultar una madre pesada: tienen y disfrutan de las vacaciones; tienen un colegio cerca de casa al que ir; tienen unos padres con trabajo que pueden hacer frente a los gastos escolares; y tienen un entorno agradable donde crecer y jugar sin más preocupaciones.