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Nuit Debout: la indignación se levanta en Francia
La reforma laboral ha sido sólo la última de las gotas que ha colmado el vaso de la indignación; y las manifestaciones, el detonante para ocupar las plazas. La realidad es que la sociedad francesa llevaba ya meses en un estado de desánimo.
Francia se despierta. O se levanta, si se prefiere, para pasar las noches en pie, La Nuit Debout. Mucho se está hablando estas semanas sobre este movimiento parecido al 15M y de las movilizaciones contra la reforma laboral del presidente francés François Hollande. No es para menos, aunque la ventana de oportunidades para el cambio a nivel europeo que abre esta movilización social aún es pequeña, rápidamente se puede convertir en algo grande.
La semana pasada tuvimos la ocasión de desplazarnos a la capital francesa para seguir de cerca las manifestaciones contra la reforma laboral francesa, la ley El Khomri, en nombre de la ministra que la impulsa. También quisimos vivir el ambiente de la Place de la République, la Plaza de la República, donde todas las noches un creciente número de personas se reúne para “ver, sentarse y escuchar”, como nos relataba una de las activistas allí congregadas.
Las reuniones en las plazas francesas se han extendido ya a más de 20 ciudades. Han surgido, como decíamos, en el calor de las grandes movilizaciones contra la última reforma laboral, pero limitarla solo a este hecho no sería ser fiel a la realidad. La reforma laboral ha sido sólo la última de las gotas que ha colmado el vaso de la indignación; y las manifestaciones, el detonante para ocupar las plazas. La realidad es que la sociedad francesa llevaba ya meses en un estado de desánimo. En primer lugar porque el partido socialista francés ha abandonado las reivindicaciones y los valores que tradicionalmente hemos llamado “de izquierdas”.
Aunque menos severas por el momento que las del Estado español, el partido de Hollande ha impulsado reformas y recortes presupuestarios, en la línea de lo que mandan las instituciones europeas, dando la espalda a la ciudadanía. La flexibilización del mercado laboral recortando por la parte de los derechos de los trabajadores y trabajadoras es una de ellas. Una buena parte de la juventud que está ya precarizada, ve con esta reforma, alejarse todavía más un futuro estable. Estos nuevos recortes se suman a los numerosos ya hechos en materia de servicios de salud o de educación, haciendo crecer las desigualdades. Además, hay que sumar los recortes de libertades por el estado de excepción en Francia tras los terribles atentados, sin olvidar que la respuesta del gobierno francés ha sido y sigue siendo una llamada a la guerra, sin valorar la eficacia de esta política exterior que está llevando. A estas dos rupturas - sociales y morales - se puede añadir también una tercera ruptura ecologista. A pesar de las numerosas movilizaciones contra el llamado “Gran proyecto inútil” de aeropuerto de Notre-Dames-des-Landes (oeste de Francia), el gobierno sigue queriendo construir este aeropuerto que no tiene justificaciones ni económicas, ni ecológicas.
El segundo motivo de desánimo entre la sociedad francesa es el auge de la extrema derecha como agente capitalizador del descontento social frente a la crisis. Pese a lo difícil que pueda ser que el Frente Nacional llegue al gobierno, debido al sistema electoral, lo cierto es que su crecimiento ha obligado en las últimas elecciones regionales (el equivalente de las Comunidades Autónomas) a que el partido socialista tenga que retirar sus candidatos en dos regiones y pedir el voto para los conservadores. Las consecuencias de este hecho todavía están por ver. No es cierto, como se apunta, que el Frente Nacional este captando el voto de las clases trabajadoras que antes votaban al Partido Comunista, la mayoría de este electorado está optando por la abstención. Lo que si es cierto, es que el mensaje del Frente Nacional si está calando de una u otra manera en los sectores más afectados por la crisis con un mensaje que señala al inmigrante como causante de los problemas de Francia.
Si algo debemos agradecer al 15M en el Estado español es que, desde la propia sociedad, tanto desde sectores de gente militante en los movimientos sociales como desde sectores no movilizados hasta la fecha, se apuntara a los verdaderos culpables de la crisis: la banca y una clase política corrupta, más representante de los intereses económicos de las élites que el régimen del 78 sostenía y sigue sosteniendo, que de los problemas de la ciudadanía. Este efecto en Francia contrastaría de frente con la estrategia de la extrema derecha, que no confronta el modelo de Europa neoliberal y austericida que se está construyendo. Es más, lo permite. Por lo tanto, no estamos hablando solo de la posibilidad de cortocircuitar el crecimiento de la extrema derecha, ya tocado esta semana por la aparición de gente cercana a Marie Le Pen en los Panama Papers, sino de la posibilidad de que esta respuesta social se una al cuestionamiento de la Unión Europea como proyecto de mercado neoliberal, basado en la permisividad fiscal y en la desigualdad de derechos, y como fortaleza para el refugiada.
Creemos que no debemos forzar la máquina de movilización del pueblo francés con el simil con el 15M. Francia debe recorrer su propio camino, en el que esperamos con ilusión encontrarla pronto. Lo que si nos transmitió la gente de la Plaza de la República la semana pasada es que, ante el desánimo acumulado en los últimos meses, el pueblo francés estaba creando un nuevo orgullo popular de resistencia, de impugnación y de alternativa social y política. Esperemos que esta nueva ilusión no haga caso a las fronteras y se difunda también en los otros países europeos.
La reforma laboral ha sido sólo la última de las gotas que ha colmado el vaso de la indignación; y las manifestaciones, el detonante para ocupar las plazas. La realidad es que la sociedad francesa llevaba ya meses en un estado de desánimo.
Francia se despierta. O se levanta, si se prefiere, para pasar las noches en pie, La Nuit Debout. Mucho se está hablando estas semanas sobre este movimiento parecido al 15M y de las movilizaciones contra la reforma laboral del presidente francés François Hollande. No es para menos, aunque la ventana de oportunidades para el cambio a nivel europeo que abre esta movilización social aún es pequeña, rápidamente se puede convertir en algo grande.