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Un Parlamento para colaborar
En plena crisis por la tragedia humana y medioambiental de Zaldibar y apenas once días después de la huelga general convocada por los Carta de Derechos Sociales, el lehendakari Íñigo Urkullu decidió disolver el Parlamento y adelantar a abril las elecciones previstas para octubre. Como en cada cita electoral autonómica, la Cámara entró así en un periodo de transitoriedad durante el cual sus funciones pasan a ser desempeñadas por la Diputación Permanente, un parlamento, digamos, a pequeña escala y, todo hay que decirlo, con un campo de acción mucho más limitado.
Esa situación que es ordinaria entre legislaturas se ha convertido esta vez en extraordinaria por culpa del coronavirus. La emergencia sanitaria y la consiguiente declaración del estado de alarma han obligado al lehendakari a consensuar con los partidos políticos el aplazamiento de las elecciones que inicialmente había convocado para el 5 de abril y hoy nadie está en condiciones de predecir cuándo podremos ir a las urnas, dado que nadie sabe hasta cuándo va a prolongarse la actual situación.
Entretanto, el Parlamento, depositario de la voluntad democrática de la ciudadanía, sigue cerrado, sin actividad, sin ejercer las funciones esenciales que le corresponden en un Estado de Derecho, a saber: legislar y ejercer la labor de control del Gobierno. No es exagerado afirmar que en esta coyuntura el principio democrático básico de separación de poderes está en gran parte vaciado de contenido porque el poder legislativo, el Parlamento, tiene limitada en buena medida su capacidad y sus medios de control del ejecutivo, el Gobierno.
Hoy todas y todos vivimos inmersos en una situación de emergencia excepcional y el Parlamento no puede estar desaparecido, confinado. Es más necesario que nunca mostrar liderazgo político y que ese liderazgo se traduzca en iniciativas sólidas, eficaces y plurales que sean fruto del auzolan, del trabajo en común de todos los agentes políticos, sociales y económicos del país, y ahí, sin ninguna duda, el Parlamento tiene que cumplir una función de vital importancia.
Es por eso por lo que desde EH Bildu hemos solicitado que se active de inmediato la Diputación Permanente de la Cámara, que se reúna cada semana tomando las debidas precauciones sanitarias y, muy importante, que amplíe sus competencias ordinarias, que asuma nuevas funciones que hoy no contempla el Reglamento del Parlamento. Situaciones y problemas extraordinarios exigen respuestas y soluciones no menos extraordinarias y, sin duda, hoy vivimos un periodo –esperemos que sea lo más corto posible– extraordinario.
Es indispensable que la Diputación Permanente se equipare a todos los niveles al Parlamento, que funcione como de ordinario lo hace el Pleno, que ejerza de manera efectiva la representación del conjunto de la ciudadanía de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. La vida sigue fuera de esas cuatro paredes, con sus conflictos y problemas –vaya si los hay– y nuestros convecinos y convecinas necesitan soluciones ya, necesitan que las debatamos, acordemos y apliquemos ya, necesitan que los eventuales errores o déficits de gestión los corrijamos ya. No pueden esperar a que se celebren las elecciones –a saber cuándo– y el nuevo Parlamento eche a andar. Pueden pasar meses, una eternidad. Sería irresponsable por nuestra parte quedarnos a esperar con los brazos cruzados y dejar la ingente tarea solo en manos de los gobiernos de Lakua y Madrid. Es hora de que todas y todos colaboremos y en EH Bildu queremos hacerlo. En el Parlamento. No solo en el Parlamento, pero también ahí.
Es importante que en la Diputación Permanente hagamos seguimiento y control permanentes de la pandemia, de su evolución, de sus consecuencias, de las medidas adoptadas por el Gobierno para combatirla. Seguimiento y control también de la gestión del Ejecutivo en las demás áreas, porque la vida, afortunadamente, va mucho más allá del coronavirus. Y también es clave que la Diputación Permanente canalice las iniciativas y propuestas que los partidos políticos, los sindicatos o los diferentes agentes sociales puedan plantear para ser más eficaces en la lucha contra el Covid 19 y dejar atrás cuanto antes la emergencia sanitaria y el estado de alarma.
Confío en que el resto de grupos políticos compartirá estas reflexiones. Confío en que todas y todos estaremos a la altura porque es la hora de la responsabilidad. Es hora de colaborar, no de competir.
(*) Maddalen Iriarte es la candidata a lehendakari de EH Bildu Maddalen Iriarte
En plena crisis por la tragedia humana y medioambiental de Zaldibar y apenas once días después de la huelga general convocada por los Carta de Derechos Sociales, el lehendakari Íñigo Urkullu decidió disolver el Parlamento y adelantar a abril las elecciones previstas para octubre. Como en cada cita electoral autonómica, la Cámara entró así en un periodo de transitoriedad durante el cual sus funciones pasan a ser desempeñadas por la Diputación Permanente, un parlamento, digamos, a pequeña escala y, todo hay que decirlo, con un campo de acción mucho más limitado.
Esa situación que es ordinaria entre legislaturas se ha convertido esta vez en extraordinaria por culpa del coronavirus. La emergencia sanitaria y la consiguiente declaración del estado de alarma han obligado al lehendakari a consensuar con los partidos políticos el aplazamiento de las elecciones que inicialmente había convocado para el 5 de abril y hoy nadie está en condiciones de predecir cuándo podremos ir a las urnas, dado que nadie sabe hasta cuándo va a prolongarse la actual situación.