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Sin Parlamento no hay futuro

El pasado jueves 30 acudí a la reunión de partidos convocada por el lehendakari Urkullu para valorar una posible convocatoria electoral de cara al mes de julio. La reunión de pastores terminó sin acuerdo y con la oveja 'Democracia' moribunda. Veremos qué sucede el día 14, pero la cosa pinta mal para que Euskadi recupere cuanto antes una situación de normalidad democrática que perdimos en el momento en que se anularon las elecciones del 5 de abril como consecuencia del estado de alarma, dejando al país sin Parlamento, y a la ciudadanía sin un horizonte temporal en el que poder ejercer su derecho fundamental al voto.

En esa reunión, el Partido Popular reclamó “certidumbres” para poder convocar las nuevas elecciones. Por desgracia, ha quedado demostrado que, en esta situación de pandemia, “certidumbre” es lo único que nadie va a poder asegurar, ni ahora ni en el futuro cercano. Por lo tanto, ligar las elecciones a un escenario de “certidumbre” equivale a posponerlas sine die, con las graves consecuencias económicas y sociales que ello comportaría para el país.

No me sorprende esa postura de la derecha vasca. Su posicionamiento coincide con un discurso que sectores populistas de ultraderecha llevan semanas difundiendo a los cuatro vientos, el de que la política y “los políticos” no nos van a sacar de esta crisis. Abonan así el terreno para una “solución” que, superando la política -es decir, el ordenamiento democrático-, nos devuelva las “certidumbres” supuestamente arrebatadas por el Gobierno de Sánchez.

Sí me extraña, sin embargo, que esa postura haya encontrado eco en algunas fuerzas de izquierdas, particularmente en EH Bildu y Podemos. Es cierto que la emergencia sanitaria que hemos vivido durante los dos últimos meses no era la más propicia para celebrar las elecciones. Las prioridades eran otras. Pero, gracias al comportamiento ejemplar de la sociedad vasca, Euskadi entra en una nueva fase donde iremos recuperando paulatinamente nuestras rutinas sociales y empleos, sin olvidar que seguimos conviviendo con la epidemia y que debemos extremar las precauciones sanitarias. Por eso, a los partidos nos toca explicar -y defender- que convocar las elecciones es un paso fundamental en ese camino hacia la 'nueva normalidad', y no un obstáculo para ese avance o, cuanto menos, una obligación indeseable.

La representante de Podemos ha afirmado que hay que elegir, “o elecciones o reconstrucción”. Argumenta que las elecciones implican “confrontación”, algo incompatible con los acuerdos necesarios para acometer esa reconstrucción. Imagino que “confrontar” es la forma de entender la política de la señora Gorrotxategi. No la comparto. Para mí, la campaña electoral es precisamente la oportunidad de explicar las propuestas de EQUO Berdeak para afrontar la reconstrucción, y de intercambiar ideas con la ciudadanía que nos permita dibujar la mejor solución para Euskadi.

Por su parte Arnaldo Otegi defiende que “ahora no toca elecciones”. En su lugar, ha urgido de nuevo a crear una Mesa de 'Concertación Nacional', formada por partidos y agentes sociales para afrontar la reconstrucción del país. Me pregunto cómo se elegirá esa Mesa, y si su representatividad será mayor que la de un Parlamento legítimamente elegido en las urnas. Lo dudo.

Dejemos de hacernos trampas al solitario: sin elecciones no hay Parlamento, y sin Parlamento, no hay posibilidad de control efectivo del Gobierno. Tampoco se podrán aprobar o modificar las leyes que este país necesita para salir de la crisis sanitaria, social y económica en que se encuentra. No es a Urkullu, al PNV o al PSE a quienes más interesa que haya un Parlamento operativo: es a la oposición, es a la democracia.

Como ciudadano, estoy deseando que el próximo verano la sociedad vasca hayamos podido recuperar la normalidad social, dentro de lo que cabe. Espero que podamos pasear, ir a la playa, tomarnos unas cañas, estar con nuestra gente e incluso poder ir de fiesta, aunque sea con mascarilla. Imagino que es un deseo compartido con el resto de candidatos y candidatas a las próximas elecciones autonómicas.

Ahora bien, como político no me gustaría que lleguemos al verano sin habernos preguntado antes qué pasa con esas elecciones, sin haber interiorizado la importancia de la política para salir de esta encrucijada en la que nos encontramos, sin darnos cuenta de que, desde el punto de vista de una normalidad democrática, sin Parlamento no hay futuro posible.

*Jose Ramón Becerra, candidato de EQUO Berdeak a lehendakari

El pasado jueves 30 acudí a la reunión de partidos convocada por el lehendakari Urkullu para valorar una posible convocatoria electoral de cara al mes de julio. La reunión de pastores terminó sin acuerdo y con la oveja 'Democracia' moribunda. Veremos qué sucede el día 14, pero la cosa pinta mal para que Euskadi recupere cuanto antes una situación de normalidad democrática que perdimos en el momento en que se anularon las elecciones del 5 de abril como consecuencia del estado de alarma, dejando al país sin Parlamento, y a la ciudadanía sin un horizonte temporal en el que poder ejercer su derecho fundamental al voto.

En esa reunión, el Partido Popular reclamó “certidumbres” para poder convocar las nuevas elecciones. Por desgracia, ha quedado demostrado que, en esta situación de pandemia, “certidumbre” es lo único que nadie va a poder asegurar, ni ahora ni en el futuro cercano. Por lo tanto, ligar las elecciones a un escenario de “certidumbre” equivale a posponerlas sine die, con las graves consecuencias económicas y sociales que ello comportaría para el país.