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¿Qué está pasando en la Ertzaintza?

Iñigo Landa

26 de junio de 2023 21:45 h

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Puede ser la manera de empezar un artículo, pero, a la vez, es una pregunta que me llevo haciendo hace muchos días. Demasiados días. Intento recoger información de una y de otra parte. De una en concreto he de decir que es bien sencillo ya que, a simple vista, desde el Departamento de Seguridad se llega ágilmente y sin mayor problema a los medios de comunicación.

Del otro lado, del de la parte sindical, cuesta un poco más pero bien es cierto que tampoco les falta protagonismo. En cualquier caso, tampoco es esa la pregunta con la que he empezado estas líneas. Resulta que es innegable obviar que en la Ertzaintza pasa algo porque, de lo contrario, no se podría entender el nivel de crispación que se está trasladando a la sociedad en relación con esta institución (siempre por mí querida, apreciada y reconocida), de la cual decidimos dotarnos libremente la inmensa mayoría de las y los vascos.

Por si esto fuera poco, de un par de meses a esta parte el ambiente se ha venido diariamente viciando o enrareciendo hasta el punto de que haya hasta quien ha vinculado el conflicto con la extrema derecha española, pero que, después de hacer mis pequeñas y domésticas investigaciones, me ha sorprendido comprobar que a sus convocatorias asisten gentes de todos los sindicatos y de todo tipo de adscripciones políticas. Por sorprenderme, hasta lo hizo el hecho de ver hasta a algún familiar directo de quien forma parte del propio Gobierno vasco. Es lo que tiene presenciar en vivo y en directo esas concentraciones porque, como perfectamente sabe quien me conozca un poco, soy más de esos que optan por verlo ‘in situ’ en vez de que se lo cuenten.

Entonces, y permítanme el vulgarismo, ¿qué coño está pasando con todo esto? De entrada, resulta poco entendible que unos trabajadores (y también los ertzainas lo son), lleven diez años con un convenio caducado. Buscando información he visto que el último convenio fue firmado con el consejero del Departamento de Interior (ahora Departamento de Seguridad), Rodolfo Ares (goian bego). De aquel entonces hasta ahora, en lo que a convenio se refiere (y miren que he buscado), nada de nada. Con lo cual, no me queda más que decir que lo que cuentan en tal sentido los sindicatos no “asindicales” de la Ertzaintza, es rotunda y rigurosamente cierto.

A todos les cuesta -a mí también- y, especialmente en el momento en que me hayan podido poner una multa, identificar a un ertzaina como un trabajador. Pero lo cierto es que lo son y, tan simplemente por ello, tienen derecho a actualizar sus condiciones laborales sin que por su condición se vean relegados al limbo de los sueños.

Es ahí cuando, súbitamente, aparecen los autodenominados “asindicales”. Reconozco que, en un primer momento, me dejé guiar por el relato del Departamento de Seguridad donde se les ubicaba en el entorno de la ultraderecha española, pero como ya he citado, el mero hecho de ver a familiares directos de miembros del Ejecutivo vasco participar en las movilizaciones me hizo, al menos en la generalidad, cuestionar -si no- rechazar tal idea.

Ahora bien, éstos “asindicales” o, al menos un autoproclamado líder de los mismos parece alejado de la realidad social del día a día por el mero hecho de pedir, sin el menor rubor, que se le suba el sueldo 1.100 euros lineales al mes... ¡Casi nada! A todas luces, todo un disparate, si bien tampoco cabe duda de que puede llegar a tener cierta lógica cuando se aspire a vivir en Zugazarte siendo ertzaina. Para ser más sincero, creo que, igual, lo que debería plantearse alguien fuese el cambiar de trabajo o el sacrificar la idea de vivir en Neguri.

De todas formas, y en relación con lo de los famosos (y citados) 1.100 euros, no he encontrado entre ninguno de los sindicatos presentes en la Mesa de negociación dicha reivindicación, pero si soy justo, sí debería decir que he encontrado una y otra vez la atribución a las organizaciones sindicales de la Ertzaintza la petición de semejante dispendio. Así pues, una vez más me he puesto a indagar sobre el affaire en cuestión y me encuentro con que en ninguna de las reivindicaciones sindicales (luego, no “asindicales”) aparece dicha dislática cantidad y, por el contrario, sí la equiparación comparativa con las policías municipales vascas (Euskal Polizia), supongo, claro está, que con la mejor remunerada entre las mismas. Tiene su punto de lógica.

Me parecía extraño que un policía municipal de Euskadi cobrara más que un ertzaina pero, si vuelvo a ser ecuánime, he visto (siempre por lo que he encontrado consultando diversas fuentes) que en su inmensa mayoría esto es así. Es decir, la inmensa mayoría de los agentes de Policía, Guardia Municipal o Local (Udaltzaingoak en definitiva) ganan más que un ertzaina. Y es algo que me sorprende especialmente en relación al hecho de las competencias de unos y otros, de la ausencia de trabajo nocturno de unos y no de otros o, como pasa en muchos sitios, hasta el hecho de porte del arma. Curioso pero nuevo punto para los sindicatos en lo que al relato se refiere. Lógicamente, no tengo un polígrafo ni trabajo para una cadena de telebasura, pero visto lo reseñado, los ertzainas dicen la verdad.

Visto esto, no entiendo de dónde salen los números que ha difundido y ha puesto sobre la mesa el Departamento de Seguridad. Así que, después de conseguir que algunos ertzainas me hayan enviado voluntariamente sus nóminas (otras similares andan “circulando” por las redes sociales), he de decir que no es oro todo lo que reluce en ese colectivo, especialmente en lo que al sueldo se refiere. Si bien eso no quita para que quien es ertzaina deba tener siempre presente que hay quien se encuentre de una forma, laboralmente, más precaria en nuestra sociedad. Esto jamás debería olvidarlo, y menos quién es un servidor del pueblo, por mucha razón que tenga. Dicho lo cual, y visto lo visto, parece que la predicha razón bascula del lado de las y los ertzainas.

Y es que creo que, definitivamente, la cuestión de la Ertzaintza se ha ido de madre. Da la sensación de que se ha ido dejando de la mano de Dios hasta llegar al punto límite en el que está: enquistado. También parece quien “aterriza” para gestionar la institución como consejera o consejero siempre sale escopetado de ella. Así que, una de dos: o la Policía vasca se ha convertido en algo ingobernable o, como dice por ahí algún policía vasco, la Ertzaintza no es sino una plataforma para el despegue de algunas y algunos hacia otras cotas políticas más altas y, tal vez, más relajadas.

El caso es que, según he podido leer recientemente, ahora los sindicatos de la Ertzaintza piden que se les pague las noches, festivos y las horas extra a, exactamente, el mismo precio al que se les paga en Osakidetza a los de su misma escala, es decir, lo mismo que a los celadores.

No tengo ni repajolera idea de en lo que va a terminar todo esto, pero buena pinta no tiene. Y, a todo esto, me juran y me perjuran varios ertzainas que conozco que el Tour se va a celebrar, que estamos tranquilos y que confiemos en un colectivo que siempre ha demostrado su responsabilidad y su compromiso con este país. Y si a la historia nos ceñimos con cierto rigor, en justicia procede decir y reconocer que esto siempre ha sido así y que, con sus aciertos y sus errores, lo cierto es que siempre han dado la cara. Tendré que confiar... Tendremos que confiar. Euskadi se juega mucho en el Tour en cuanto una imagen de indiscutible proyección mundial. Creo que esto es indiscutible, pero también lo es lo que se está jugando nuestra Ertzaintza a la que, por supuesto hay que exigirla, pero también arroparla y, tal vez, hasta trasladarla de vez en cuando nuestro cariño y escucha.

Al menos yo lo hago, lo pongo en valor y, en esto, me temo que tampoco estoy tan solo.

Puede ser la manera de empezar un artículo, pero, a la vez, es una pregunta que me llevo haciendo hace muchos días. Demasiados días. Intento recoger información de una y de otra parte. De una en concreto he de decir que es bien sencillo ya que, a simple vista, desde el Departamento de Seguridad se llega ágilmente y sin mayor problema a los medios de comunicación.

Del otro lado, del de la parte sindical, cuesta un poco más pero bien es cierto que tampoco les falta protagonismo. En cualquier caso, tampoco es esa la pregunta con la que he empezado estas líneas. Resulta que es innegable obviar que en la Ertzaintza pasa algo porque, de lo contrario, no se podría entender el nivel de crispación que se está trasladando a la sociedad en relación con esta institución (siempre por mí querida, apreciada y reconocida), de la cual decidimos dotarnos libremente la inmensa mayoría de las y los vascos.