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El peligro del TTIP en Euskadi

Todavía hay quien desconoce esta sigla y lo que esconde. Y como nos va a afectar en nuestras vidas su posible aprobación por parte de las instituciones europeas. El TTIP (Trasatlantic Trade and Investment Partnership) o Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversión, es un acuerdo que se está negociando entre los EEUU y la Unión Europea y que va a regular las relaciones comerciales entre ambos bloques económicos y políticos. A priori, debería ser algo positivo y que beneficie a ambos socios, pero en la práctica los objetivos del tratado no son precisamente fomentar el bienestar de la ciudadanía ni estadounidense ni europea. Todo lo contrario, si se aprueba el TTIP, la sociedad europea, basada en un modelo de bienestar social desarrollado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, perderá gran parte de los derechos y garantías que nos diferencian de otras sociedades en países de todo el mundo y que hacen de Europa un referente para millones de personas.

Los beneficios del TTIP no son para la ciudadanía sino para las grandes corporaciones, que asumirían un papel tan importante o más que los propios estados. La aprobación de este tratado supondría por tanto la consagración de una tendencia en alza desde mediados del siglo pasado, según la cual las multinacionales y grandes corporaciones que extienden sus tentáculos por todo el mundo globalizado pasarían a tener una influencia decisiva (aunque ya la tienen en muchos casos indirectamente) en las políticas que se puedan aplicar desde las instituciones europeas, tanto de carácter supranacional como estatal, autonómico o local. Las corporaciones podrían impugnar en los tribunales decisiones tomadas pro órganos electos si consideran que atenta contra sus intereses. Una verdadera patada en la boca a la democracia.

La Unión Europea asegura que la firma del TTIP fomentará la creación de 2 millones de empleos y nos vende el tratado como una gran oportunidad económica para todos. Pero, ¿dónde está la trampa? Esto es como el fracking, otro modelo de negocio americano que se quiere aplicar en Europa y que no tendría rentabilidad sin cambiar las estrictas leyes medioambientales europeas. En este caso, lo que se quiere modificar son las leyes europeas en materias como comercio, derechos laborales, medioambiente, alimentación, etc. La trampa es que el Tratado lo que busca es destruir el sistema europeo de bienestar y solidaridad social para convertirlo en un reflejo del modelo estadounidense, neoliberal a ultranza y que solamente fomenta la desigualdad social al beneficiar a unos pocos en detrimento de la mayoría.

En Euskadi también vamos a ver, si no hacemos nada, cómo se recortan significativamente nuestros derechos laborales, sociales y medioambientales. Y poco vamos a poder hacer una vez firmado el tratado, por lo que es fundamental que se sepa lo que se está negociando al más alto nivel y de espaldas a la ciudadanía. Y que partidos como PP, PSOE, PNV, UPyD o Ciudadanos apoyan este tratado que supone un gran paso atrás para las aspiraciones democráticas de la población vasca, que sufrirá en primera persona ese grave deterioro de la democracia y de los derechos sociales que tantos años y tanto esfuerzo ha costado conquistar. Este mismo sábado se han programado movilizaciones en toda Europa para intentar parar este tratado que pretende convertir a la ciudadanía de toda la Unión Europea en simple moneda de cambio, en mano de obra barata y en consumidores a los que exprimir.

No me resisto a destacar un aspecto que me parece clave en estos tiempos que vivimos: cómo va a afectar el TTIP a los aspectos medioambientales que deberían, aunque no lo son, ser objeto de especial atención por parte de los gobiernos de las diferentes administraciones. En las negociaciones se obvian temas como el cambio climático o la crisis energética, dos aspectos que van a marcar el devenir de toda la humanidad en las próximas décadas y que ya han empezado a afectarnos. Al adecuar la normativa europea a los deseos de los poderosos lobbies energéticos y agroalimentarios estadounidenses, la protección de los ecosistemas y de los seres vivos va a reducirse drásticamente en aras del beneficio inmediato, sin que nadie se detenga a pensar en el pesado legado que vamos a dejar a nuestros descendientes. Son tantos los aspectos negativos que nos puede traer el TTIP que no cabe duda que esta es una batalla clave que puede marcar el futuro de millones de personas en nuestro continente en los próximos años.

Todavía hay quien desconoce esta sigla y lo que esconde. Y como nos va a afectar en nuestras vidas su posible aprobación por parte de las instituciones europeas. El TTIP (Trasatlantic Trade and Investment Partnership) o Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversión, es un acuerdo que se está negociando entre los EEUU y la Unión Europea y que va a regular las relaciones comerciales entre ambos bloques económicos y políticos. A priori, debería ser algo positivo y que beneficie a ambos socios, pero en la práctica los objetivos del tratado no son precisamente fomentar el bienestar de la ciudadanía ni estadounidense ni europea. Todo lo contrario, si se aprueba el TTIP, la sociedad europea, basada en un modelo de bienestar social desarrollado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, perderá gran parte de los derechos y garantías que nos diferencian de otras sociedades en países de todo el mundo y que hacen de Europa un referente para millones de personas.

Los beneficios del TTIP no son para la ciudadanía sino para las grandes corporaciones, que asumirían un papel tan importante o más que los propios estados. La aprobación de este tratado supondría por tanto la consagración de una tendencia en alza desde mediados del siglo pasado, según la cual las multinacionales y grandes corporaciones que extienden sus tentáculos por todo el mundo globalizado pasarían a tener una influencia decisiva (aunque ya la tienen en muchos casos indirectamente) en las políticas que se puedan aplicar desde las instituciones europeas, tanto de carácter supranacional como estatal, autonómico o local. Las corporaciones podrían impugnar en los tribunales decisiones tomadas pro órganos electos si consideran que atenta contra sus intereses. Una verdadera patada en la boca a la democracia.