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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Y, de pronto, Pablo Casado

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Si para algo ha servido la moción de censura de Vox, ha sido para que PP y Ciudadanos hayan por fin decidido huir de los extremos y de la absurda política de bloques que ha venido empantanando y envenenando la política española durante los últimos años, provocando división y enfrentamiento y un hartazgo social cada vez más palpable. Con ello no quiero decir que ellos fueran los principales responsables de la situación actual pero sí tengo claro que podrían haber actuado con mucha mayor inteligencia. El responsable máximo es Sánchez, pero se trata de que los partidos que están en la oposición actúen con inteligencia para así intentar obligar al PSOE a volver al constitucionalismo y al izquierdismo sensato, aunque es obvio que tal cosa es misión imposible, al menos en el corto plazo. 

Que el PP haya decidido por fin romper públicamente con Vox y decidir rechazar la moción de censura del modo en que lo hizo no es sino sinónimo de inteligencia política, y es lo que conviene tanto al PP como a España, y esto último es lo que a mí más me importa. Y cuando digo romper no digo poner en marcha un cordón sanitario o despotricar con insultos y exageraciones varias de los postulados de Vox sino simplemente describir con rigor su proyecto político y distinguirse de ellos, para que quede meridianamente claro que PP y Vox no son lo mismo. Así es como se noquea al oponente político. Y eso es lo que hizo Pablo Casado con Santiago Abascal en su brillante intervención en el Congreso de los Diputados. 

Así que sí, considero que la intervención de Pablo Casado fue brillante. Y decir esto no implica que un servidor haya abrazado los postulados del PP ni cosa parecida… sino que ejerzo con libertad mi capacidad de análisis político. Si tengo que reconocer una buena estrategia política o un gran discurso, lo seguiré haciendo, lo haga quien lo haga. Mejor tratar de ser ecuánime que un sectario incapaz de reconocer los aciertos de otros. Y, efectivamente, a un partido como el PP le interesaba hacer lo que hizo Pablo Casado: con firmes y convincentes argumentos, “ubicó” a PSOE y Podemos, por un lado, y a Vox, por el otro, en los extremos del tablero político… para tratar de ocupar todo el resto. Y tengo para mí que lo que realmente le molestó a Vox no es tanto que Pablo Casado vapuleara a Santiago Abascal… sino que hiciera lo propio, aunque más sutilmente, con PSOE y Podemos. Al fin y al cabo la moción era de Vox y contra el PP, por lo que es normal que centrara sus críticas en la formación de Santiago Abascal, cosa que no le impidió criticar igualmente a PSOE y Podemos. Y aunque haya quien no lo recuerde, una moción de censura la presenta uno para ser presidente, no para demostrar que quien ya lo es no tiene nivel suficiente para seguir siéndolo. Y es que Sánchez no está capacitado para ser presidente de España, pero Abascal tampoco. La diferencia es que el primero tiene los votos suficientes para serlo, y el segundo no.

La moción de censura de Vox al menos ha servido para algo: que PP y Cs hayan huido de la política de bloques que solo lleva a la división y al enfrentamiento

Con su intervención, Pablo Casado fue capaz de devolver la dignidad a su propio partido, harto como estaba (vean su gesto y su vehemencia) de los vituperios que Vox lleva tiempo dedicando al PP. Efectivamente, estaba harto, de ahí el “hasta aquí hemos llegado”. En política es esencial ser capaz de hacer ambas cosas: por un lado, derrotar ideológicamente al rival (ganarle con argumentos el debate) y, por otro, ser capaz de ganar en la lucha partidaria y, de paso, elevar la moral de los propios. La política es a veces un estado de ánimo. Por mucho que muchos no lo entiendan, creo que si Pablo Casado hubiera optado por un discurso condescendiente con Vox o incluso simplemente por abstenerse, el resultado habría sido el fortalecimiento de la formación de Abascal (y a su costa), dado que tal posición les habría dado razones, moral y fuerza para continuar con su estrategia: “¿Veis? Tenemos razón”, se habrían dicho; sin embargo, la contundencia del PP con la formación populista va a hacer que muchos de los que se fueron vuelvan al PP y, de paso, se moderen. Así suelen ser las luchas fraticidas o cuando se pelea por un mismo sector del electorado: habitualmente, son peleas más encarnizadas. Y Pablo Casado, en lugar de optar por la postura supuestamente más sencilla (la más cobarde, como en la vida misma), optó por la más valiente: se enfrentó ideológicamente a Vox y venció en la lucha partidaria. Y no fue un engaño ni una representación teatral. Al fin y al cabo, el PP no es Vox, y es lo que Casado quiso dejar claro. Ahora falta que ese nuevo discurso se mantenga en el tiempo y se concrete en hechos. Con esto tampoco pretendo que el PP deje de ser el PP: no aspiro a tanto. Y no estoy ubicado en ese espacio. 

En fin, la moción de censura de Vox al menos ha servido para algo: que PP y Cs hayan huido de la política de bloques que solo lleva a la división y al enfrentamiento. Muy bien hecho. Es, además, la forma más inteligente de lograr que Sánchez haga lo mismo y, si no lo hace (y seguramente no lo haga), que no pueda echar la culpa al resto. De momento ha reculado y ha retirado su reforma del Poder Judicial, que daba la puntilla a la ya muy en las últimas independencia judicial en España. 

Ahora solo falta que tengamos (porque la necesitamos) una izquierda sensata, defensora de la igualdad, los derechos sociales y la unidad cívica de España. Seguramente, esto implicará sustituir al PSOE por un partido de izquierdas que defienda la igualdad y el Estado, y no confraternice con los nacionalistas que quieren romper España. Pero ese es otro cantar, de momento, palabras mayores.

Si para algo ha servido la moción de censura de Vox, ha sido para que PP y Ciudadanos hayan por fin decidido huir de los extremos y de la absurda política de bloques que ha venido empantanando y envenenando la política española durante los últimos años, provocando división y enfrentamiento y un hartazgo social cada vez más palpable. Con ello no quiero decir que ellos fueran los principales responsables de la situación actual pero sí tengo claro que podrían haber actuado con mucha mayor inteligencia. El responsable máximo es Sánchez, pero se trata de que los partidos que están en la oposición actúen con inteligencia para así intentar obligar al PSOE a volver al constitucionalismo y al izquierdismo sensato, aunque es obvio que tal cosa es misión imposible, al menos en el corto plazo. 

Que el PP haya decidido por fin romper públicamente con Vox y decidir rechazar la moción de censura del modo en que lo hizo no es sino sinónimo de inteligencia política, y es lo que conviene tanto al PP como a España, y esto último es lo que a mí más me importa. Y cuando digo romper no digo poner en marcha un cordón sanitario o despotricar con insultos y exageraciones varias de los postulados de Vox sino simplemente describir con rigor su proyecto político y distinguirse de ellos, para que quede meridianamente claro que PP y Vox no son lo mismo. Así es como se noquea al oponente político. Y eso es lo que hizo Pablo Casado con Santiago Abascal en su brillante intervención en el Congreso de los Diputados.