Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Pedro, me estoy cabreando
En realidad soy un don nadie pero deberías tomarme, Pedro, por una metáfora, la de tu último votante. Cuando el PSOE pierda mi voto, así se vaya a la abstención, que es lo más probable aunque me tenga que atar la mano, tu partido se quedará como el Partido Socialista Francés, hecho unos zorros. Así, que creo que conviene tomar nota de por qué los últimos votantes socialistas nos estamos cabreando, y mucho.
Vaya por delante el subidón que me dio el día que puliste como se merecía a Susana Díaz. Me lo tomé como la victoria de la dignidad frente a la marrullería y creo que eso te encumbró muy merecidamente a una posición dentro del partido que te permitía, finalmente, llevar adelante la política que, por ejemplo, te había costado el acta de diputado. Ole tus huevos.
Pero, a partir de ahí, Pedro, hemos ido de mal en peor. No estoy de acuerdo con el 'compa' Alfonso Guerra en señalar como primera metedura de remo lo de Cataluña. Al contrario, creo que Iceta y tú mismo estuvisteis en la línea que esperamos los últimos votantes socialistas: preservación de la Constitución y el Estado —faltaría más— y diagnóstico acertado al señalar que el problema no es solamente de orden público y catalán, sino también de orden constitucional y español. Por eso, creo, Albert Rivera os acaba de dejar en cuadro la comisión de análisis que lograsteis abrir en el Congreso. Pero Rivera, ya lo vemos a diario, está últimamente entregado a dar al pueblo pan y circo.
El desbarre ha empezado, como suele ocurrir, por casa. Con todo el viento a favor quien dirige un partido como el tuyo no puede empezar a licenciar a la peña solo porque se puso del otro lado. Menos aún debe, como recambio, llevar a primer plano a mediocres cuyo único mérito es haberte apoyado a resistir el golpe de partido de Susana y compañía. ¿Qué pasa con el capital político que tienes acumulado en ese grupo de ochenta y tantas personas y que brilla menos que una noche de luna nueva? Cierto que la responsabilidad mayor de los sietes que se hicieron en las costuras del partido fueron provocados por quienes te quisieron echar de manera rastrera, pero con poco más de ochenta escaños, ¿está tu partido para prescindir de gente con experiencia y capacidad más que probada?
Y de ahí, creo, la pendiente que nos está llevando a mi desconcierto y mi cabreo, el del último votante socialista. Ese debate sobre las pensiones, Pedro, estaba ganado antes de empezar. Como un Barça… quien sea. Si se quedó en agua de borrajas es porque salieron Pablo Iglesias con un discurso mucho más eficaz desde la izquierda y Rivera con otro más interesante y pragmático para centristas. Por no hablar de Mariano que os robó la cartera por enésima vez. Y como toda respuesta ante el desbarajuste, la ocurrencia del salario de los diputados… por favor.
Y ese debate, Pedro, sobre la prisión permanente revisable. Si Ciudadanos se atrevió a improvisar populismo sobre la marcha es porque estaban seguros, como así fue, de que no dais una. Centrar el argumento en intentar valorar el dolor de unas víctimas y otras es no ya de pardillos, sino de ineptos. Si el de las pensiones estaba ganado, este, a poco que se hubiera preparado con legislación y experiencias comparadas, estaba cantado. Hasta Ciudadanos se habría pensado dos veces dar más pan y circo a la galería. Para un debate que le cuadraba a Margarita Robles, la dejáis en el banquillo.
Con todo, Pedro, lo peor no es que se meta la pata en esto o en aquello. Lo que de verdad está cabreando al último votante socialista es la inanidad, la sensación de que no tenéis nada que decir, con la que está cayendo. Vivimos un momento que requiere que alguien se la juegue y proponga alguna solución al mayor problema que seguimos teniendo, aunque todavía dure la anestesia: reintegrar a una buena parte de catalanes a la identidad si no española al menos sí constitucional y, de paso, adelantarse a la propuesta que ya ha echado a rodar el PNV para transformar Euskadi en territorio independiente constitucionalmente de España, un horror de confederalismo conservador y cutre.
La comisión parlamentaria, ya ves, estaban unos y otros deseando reventarla desde el principio y así ha sido. ¿No es, entonces, hora ya de empezar a retratar a unos y otros presentando una propuesta razonada, coherente, trabajada de reforma de la constitución?
Decir que el PSOE propone federalismo es, además de dejárselo en bandeja al del pan y circo, no decir mucho. Eso hay que llenarlo de contenido y explicar por qué merecería la pena y por qué viviríamos mejor. Que los socialistas creemos que autogobierno y Estado del bienestar son dos caras de la misma moneda y que para ello la relación federal en un país de identidades complejas como el nuestro es una buena idea. Que nos permitiría cerrar un asunto que en nuestra actual Constitución no se resuelve porque es una constitución de Transición precisamente. Que podríamos, finalmente, dedicar el esfuerzo a ser un mejor país y no a discutir si somos un país.
En fin, Pedro, que para no perder al último votante socialista se trata de currar y de rodearse de personas que puedan aportar (y haberlas, haylas) y no de personas cuyo CV es que echaron un cable, porque los tiempos son chungos y más que se pueden tornar.
Una última cosa: por si fuera poco, jugáis también contra el árbitro. Tienes a casi toda la prensa entregada a la causa de Rivera y cuanto más pan y circo reparta, más estará. La otra a Podemos. Vosotros no os jamáis un rosco ahí. Al contrario, esto es casi 'bulling'. Pero la prensa es y debe ser libre (también de caerse del guindo, todo llegará) y vosotros tendréis que remar más profundo, qué le vamos a hacer. Pero, por favor, empezad a remar.
En realidad soy un don nadie pero deberías tomarme, Pedro, por una metáfora, la de tu último votante. Cuando el PSOE pierda mi voto, así se vaya a la abstención, que es lo más probable aunque me tenga que atar la mano, tu partido se quedará como el Partido Socialista Francés, hecho unos zorros. Así, que creo que conviene tomar nota de por qué los últimos votantes socialistas nos estamos cabreando, y mucho.
Vaya por delante el subidón que me dio el día que puliste como se merecía a Susana Díaz. Me lo tomé como la victoria de la dignidad frente a la marrullería y creo que eso te encumbró muy merecidamente a una posición dentro del partido que te permitía, finalmente, llevar adelante la política que, por ejemplo, te había costado el acta de diputado. Ole tus huevos.