Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
El reloj biológico masculino
Tener hijos e hijas o no, vaya cuestión. Es una decisión que, en mi opinión, si no se toma con cierta ligereza nunca se toma. Es decir, que necesitamos tantas cosas que hasta no tener todo, tener hijos queda como lo último en la lista. Esto es generalizar demasiado, sí. Afortunadamente, tenemos nuevas maneras de vivir, filosofía profesional, diversidad en circunstancias y situaciones que nos dificultan la elección. En este punto, me viene a la mente un dicho: no se puede tener todo en la vida.
Llevamos años con noticias como que la natalidad ha descendido (según el Instituto Nacional de Estadística, de un 21.60% en 1996 al 7.15% en 2020) y que la pirámide demográfica se ha invertido (es decir, que tenemos más fallecimientos que nacimientos). He leído por ahí, que “la tendencia a no tener hijos en España depende de su economía y de su mercado de trabajo” y sí, es una razón, pero, yo creo que hay muchas más razones que van más allá del dinero que tenemos. Se le llama cambio de prioridades. O, simplemente, no querer tener hijos. No fui realmente consciente de esta realidad hasta que hace unos años cayó en mis manos un artículo que decía que el 70% de las mujeres de 35 años no quieren ser madres según la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). Hasta tenemos términos para describirlo: maternofobia. Es decir, la decisión de ser madres ha pasado a ser de ella, casi exclusivamente. Esto se debe a que en la mayoría de los casos es ella quien renuncia y ahora es consciente de ello.
Entre los que nos “animamos” sabemos que nuestro estilo de vida retrasa la decisión hasta límites biológicos y la presión de ser madre suele recaer en nosotras porque nuestra salud es vital pero, he aquí unos motivos por los que ellos también deben de preocuparse. En primer lugar, cabe destacar que el 25-35% de las causas de infertilidad son de origen masculino según la SEF. Estas causas son las alteraciones en la producción de gametos (cantidad y calidad de los espermatozoides) y alteraciones que impiden o dificultan el contacto entre los gametos (relacionados con erección y la eyaculación). Este diario tuvo la suerte de poder entrevistar al andrólogo Nicolás Garrido que citaba que “tenemos motivos para preocuparnos cada vez más de la importancia de la infertilidad masculina” porque se ha demostrado que la calidad seminal está descendiendo desde hace tiempo. Las principales razones de esta alarmante pérdida de calidad no están claros, pero apuntan a la obesidad, estrés, químicos (plaguicidas) y tóxicos de nuestro día a día.
El 25-35% de las causas de infertilidad son de origen masculino según la SEF
Además, los hombres también tienen reloj biológico. El término edad paterna avanzada resuena cada vez más y se ha establecido en 40 años cuando en mujeres es de 38. Sorprendentemente, no distan mucho entre sí. ¿Qué puede ocurrir a partir de esta edad? Si nos centramos en la muestra seminal, se desconoce la razón, pero la calidad y cantidad disminuyen. Por otro lado, el consumo de alcohol, tabaco y otros tóxicos afectan a la integridad genética del propio espermatozoide. Esto ocurre porque estos tóxicos provocan estrés oxidativo en los espermatozoides y como consecuencia, daño en el ADN y muerte de los mismos. Otro concepto importante relacionado con el ADN es el número de cromosomas de los espermatozoides maduros (los espermatozoides sufren un proceso de maduración de varias etapas). Y es que, un estudio reciente ha demostrado que hay mayor aneuploidía (número incorrecto de cromosomas) en hombres a partir de 40 años (14% de aneuploidía en varones mayores de 40 años frente 4% en varones más jóvenes). Las aneuploidías en mujeres las conocemos porque las tenemos asociadas a la causa principal de enfermedades genéticas como síndrome de Down (trisomía del cromosoma 21). En el caso de los hombres, los errores en la maduración de los espermatozoides que afectan a los cromosomas (en este caso, cromosoma 21) pueden derivar en casos de síndrome de Down en el 10% de los casos. Todo lo anteriormente mencionado (el estado del ADN y cromosomas de los espermatozoides) al parecer está relacionado con el mayor número de abortos observado en casos de edad paterna avanzada. Tanto los abortos, como la imposibilidad de concebir tras intentarlo hasta rozar la obsesión, son realidades muy duras que, como vemos, los dos miembros de la pareja son partícipes.
Por lo tanto, la salud reproductiva en varones es igual de importante que en las mujeres. Pero, exceptuando afecciones o molestias, no hay conciencia de su conocimiento ni seguimiento como el que podemos tener nosotras como son las visitas a consultas ginecológicas que nos recomiendan cada cierto tiempo. A lo mejor, un programa en el que se pudiera incluir un seminograma (prueba para cantidad y calidad de la muestra seminal) tras situaciones concretas como infecciones o traumatismos o simplemente, antecedentes familiares podría darnos tiempo a concienciarnos y conocer nuestras posibilidades en un futuro. Además, al igual que se vitrifican (un tipo de congelación ultrarrápida) los óvulos, las muestras seminales también se pueden preservar. Es decir, contamos con herramientas y técnicas para tener una correcta salud reproductiva. A pesar de ello, una vez más, para abordar los problemas reproductivos es fundamental cuidarse y tener hábitos de vida saludables. Porque la prevención puede ser la clave.
Tener hijos e hijas o no, vaya cuestión. Es una decisión que, en mi opinión, si no se toma con cierta ligereza nunca se toma. Es decir, que necesitamos tantas cosas que hasta no tener todo, tener hijos queda como lo último en la lista. Esto es generalizar demasiado, sí. Afortunadamente, tenemos nuevas maneras de vivir, filosofía profesional, diversidad en circunstancias y situaciones que nos dificultan la elección. En este punto, me viene a la mente un dicho: no se puede tener todo en la vida.
Llevamos años con noticias como que la natalidad ha descendido (según el Instituto Nacional de Estadística, de un 21.60% en 1996 al 7.15% en 2020) y que la pirámide demográfica se ha invertido (es decir, que tenemos más fallecimientos que nacimientos). He leído por ahí, que “la tendencia a no tener hijos en España depende de su economía y de su mercado de trabajo” y sí, es una razón, pero, yo creo que hay muchas más razones que van más allá del dinero que tenemos. Se le llama cambio de prioridades. O, simplemente, no querer tener hijos. No fui realmente consciente de esta realidad hasta que hace unos años cayó en mis manos un artículo que decía que el 70% de las mujeres de 35 años no quieren ser madres según la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). Hasta tenemos términos para describirlo: maternofobia. Es decir, la decisión de ser madres ha pasado a ser de ella, casi exclusivamente. Esto se debe a que en la mayoría de los casos es ella quien renuncia y ahora es consciente de ello.