Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Revoluciones
Esta mañana, temprano, he escuchado en una emisora de radio a un periodista ingles diciendo que el resultado del referendum en el Reino Unido era la consecuencia de que “los movimientos nacionalistas, patrióticos o ultra patrióticos, siempre han tenido la estrategia de inducir en los pobres nativos el temor a ser invadidos por los pobres extranjeros”. Una vez apreciada la lucidez de dicho comentario, he comprobado que tras la ventana de mi cocina, unos pequeños pájaros piaban y corrían por el ramaje todavía seco que cae tras dicha ventana. ¿Quién se fija hoy en día en los pájaros?. Nadie o casi nadie dado que la mayoría de la gente, sobre todo los jóvenes, solo parece prestar atención a lo que sucede en las pantallas de sus móviles.
Los jóvenes viven en la urgencia de una revolución tecnológica que ha acelerado el tiempo y que acapara toda su atención. Lo que no ocurre en sus pantallas parece que no ocurre, de tal modo que da lo mismo que llueva, truene, deslumbre el sol o, como hoy, abrumen las nubes sobre nuestras desorientadas cabezas, ya que, ahora, si ambicionas ser conocido por las nuevas generaciones tienes que poner todo tu esfuerzo en hacerte un nombre en las redes sociales ya sea mostrándote en alguna de las plataformas de internet totalmente desnudo, tatuado hasta el alma, dando consejos para triunfar en la vida, asaltando cielos, contando chistes, tuiteando sentencias revolucionarias hasta el desmayo o bailando con tus compañeros de trabajo al son de una melodía repetitiva, insustancial y grotesca.
Lo mismo da que fuera, en la calle, merced a la llegada del verano, la luz del día se alargue tornándose cada vez más vertical y que los pájaros vuelen por los aires, pien o se arrastren, como reptiles, por los matorrales, las zarzas biblícas o por el suelo. Todas las revoluciones modifican la realidad de una manera drástica. Las peores de un modo sangriento y las mejores recuperando la cortesía. La de esta época, la tecnológica, ha decidido prescindir de la realidad física que nos rodea, la cotidiana, la que tenemos más cerca, para mostrarnos un mundo virtual en el que todos los sentidos, menos los de la vista y el oido, han desaparecido como por arte de magia, como buques tragados por una furiosa galerna repentina.
Tal vez por esto no creo que el acto más revolucionario que se puede cometer en esta época sea acudir a una sesión del Congreso calzando chanclas, peinando tirabuzones y amamantando bebés sino apagar la radio y el televisor, desconectarse de Internet para no inundarte el alma con las noticias acerca del Brexit, los últimos mensajes de nuestra campaña electoral y otras calamidades y luego, entre perplejos y asombrados por disfrutar, de nuevo, de la curiosa circunstancia de contemplar las cosas en tres dimensiones, tratar de buscar la belleza del mundo en todo aquello que tenga una consistencia física sólida; real, olorosa, palpable; en los pájaros, por ejemplo, o en las nubes de Baudelaire...
El dueño del establecimiento hostelero al que acudo todas las tardes con el ánimo de hacerme creer que tengo una vida no entiende lo de la nubes de Baudelaire cuando se lo menciono. No esperaba otra cosa, así que enciendo mi teléfono móvil, rebusco entre mis mensajes y le muestro la última parodia virtual que un compañero de trabajo me ha enviado haciendo referencia al desastre provocado por David Cameron en el Reino Unido. Le ha faltado tiempo para reenviarlo a su mujer.
Esta mañana, temprano, he escuchado en una emisora de radio a un periodista ingles diciendo que el resultado del referendum en el Reino Unido era la consecuencia de que “los movimientos nacionalistas, patrióticos o ultra patrióticos, siempre han tenido la estrategia de inducir en los pobres nativos el temor a ser invadidos por los pobres extranjeros”. Una vez apreciada la lucidez de dicho comentario, he comprobado que tras la ventana de mi cocina, unos pequeños pájaros piaban y corrían por el ramaje todavía seco que cae tras dicha ventana. ¿Quién se fija hoy en día en los pájaros?. Nadie o casi nadie dado que la mayoría de la gente, sobre todo los jóvenes, solo parece prestar atención a lo que sucede en las pantallas de sus móviles.
Los jóvenes viven en la urgencia de una revolución tecnológica que ha acelerado el tiempo y que acapara toda su atención. Lo que no ocurre en sus pantallas parece que no ocurre, de tal modo que da lo mismo que llueva, truene, deslumbre el sol o, como hoy, abrumen las nubes sobre nuestras desorientadas cabezas, ya que, ahora, si ambicionas ser conocido por las nuevas generaciones tienes que poner todo tu esfuerzo en hacerte un nombre en las redes sociales ya sea mostrándote en alguna de las plataformas de internet totalmente desnudo, tatuado hasta el alma, dando consejos para triunfar en la vida, asaltando cielos, contando chistes, tuiteando sentencias revolucionarias hasta el desmayo o bailando con tus compañeros de trabajo al son de una melodía repetitiva, insustancial y grotesca.