Blogs Opinión y blogs

Sobre este blog

Silencio

Kastor Santana

0

Se llamaba Gorka Bengoa. No ha dormido bien, pero es lunes así que se levanta sobre las 6 de la mañana, se afeita, se viste, se toma un café con galletas y baja al garaje, se sube al coche, bajo el que tantas veces se tumbó años atrás en busca de una bomba lapa, ahí es donde se fue rompiendo, y se va al trabajo: la comisaría de Bilbao.

Aparca en el parking para ertzainas que hay frente a la comisaría. Durante muchos años la Ertzaintza fue uno de los objetivos principales de ETA; recuerda que apuntaban sus matrículas, les rompían los cristales, quemaban sus coches y pusieron una bomba lapa al ertzaina Ramón Doral, que murió por la explosión. Ese parking es el único privilegio de la Ertzaintza implementado sólo por el peligro de muerte.

Pero ahora los tiempos han cambiado mucho y nadie quiere recordar el horror que ocurrió en Euskadi, salvo los que no pueden olvidar. Gorka entra saludando al ertzaina de la pecera, “Egun on”, “Egun on”, intercambian sonrisas. Gorka era sensible y buena persona, tenía amigos de verdad en toda la comisaría pues trabajaba allí desde hacía más de 20 años; le abre la puerta al centro.

Se cambia en los vestuarios, deja su ropa bien colgada, era una persona muy ordenada, y se pone el uniforme como tantas veces, como tantos años. Se ajusta el cinturón, luego la pistola, se asegura de que el seguro está puesto y cierra el corchete de seguridad.

Después, ficha como cualquier trabajador de una empresa normal y corriente. Entonces, la parte más difícil: se dirige a un sitio seguro dentro de la comisaría. Y cuando por fin se siente a salvo, satisfecho de que todo ha salido bien, sabiendo que nadie corre peligro, se sienta y piensa en los desprecios de ciertos jefes, el miedo permanente a ETA y a todo su entramado de odio que se le ha quedado pegado en el estómago, el estruendoso silencio institucional... y a pesar del amor a su mujer y a sus dos hijos que le adoran, se dispara en la cabeza, porque no puede más, porque no aguanta más la rotura que lleva por dentro. Y vuelve el silencio.

En nombre de los compañeros de Gorka Bengoa

Se llamaba Gorka Bengoa. No ha dormido bien, pero es lunes así que se levanta sobre las 6 de la mañana, se afeita, se viste, se toma un café con galletas y baja al garaje, se sube al coche, bajo el que tantas veces se tumbó años atrás en busca de una bomba lapa, ahí es donde se fue rompiendo, y se va al trabajo: la comisaría de Bilbao.

Aparca en el parking para ertzainas que hay frente a la comisaría. Durante muchos años la Ertzaintza fue uno de los objetivos principales de ETA; recuerda que apuntaban sus matrículas, les rompían los cristales, quemaban sus coches y pusieron una bomba lapa al ertzaina Ramón Doral, que murió por la explosión. Ese parking es el único privilegio de la Ertzaintza implementado sólo por el peligro de muerte.