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Soportales que soportan vidas

Marta Macho - denunciante de las irregularidades en las oposiciones de Osakidetza

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La pandemia ha dejado en evidencia la absoluta falsedad del imaginado super individuo neoliberal que no depende de nada ni de nadie y nos ha recordado que las personas aisladas somos más bien poca cosita.  La pandemia nos ha recordado que la organización y el apoyo mutuo son las que nos salvan de ser devoradas por el  insaciable capitalismo en el que la vida está al servicio de la producción y de un crecimiento irracional basado en la explotación de la naturaleza y de las personas, así como en la expulsión del sistema de cada vez más seres humanos: si no produces y no contribuyes al crecimiento del capital no mereces vivir.

Frente a esa lógica depredadora nosotras reivindicamos unas sencillas palabras escritas por Rosa Luxemburgo desde la cárcel de Wronke: “Para qué no es un concepto válido para la vida y sus formas. ¿Para qué están pues en la vida los herrerillos? Yo no lo sé pero me alegro de que estén”. 

Poner la vida en el centro no puede ser un eslogan vacío: del 23 al 26 de junio la Plataforma M8 y Elkartasun Sarea de Amorebieta han organizado unas jornadas con alto contenido vivencial y político. Durante las jornadas, trabajadoras de Osakidetza nos mostraron datos objetivos de la mala gestión realizada por el PNV durante la crisis sanitaria y las goteras de su modelo jerárquico y privatizador. Compañeras trabajadoras de las residencias nos relataron cómo vivieron el abandono de nuestras a amamas y aitites por parte de las instituciones. Madres que han tenido que renunciar a parte de su jornada, atrapadas en la engañosa rueda del teletrabajo, mientras a su vez cuidaban de menores, cocinaban, limpiaban, jugaban, criaban y educaban. Compañeras migrantes nos hicieron abrir los ojos a su oculta realidad: una cotidianeidad que ya antes de la pandemia estaba marcada por el confinamiento, la persecución policial, la vigilancia “vecinal”, el hambre y la escasez. Las jóvenes y Elkartasun Sarea, mientras tanto, nos contaron cómo se han organizado para apoyar a su pueblo remarcando la importancia de los proyectos autogestionados para huir de la caridad edulcorada y suplir la escasa y, a veces, inexistente acción de unas instituciones más preocupadas en atender las demandas de los propietarios industriales que las necesidades del pueblo al que dicen representar.

En definitiva hemos estado hablando de nuestras vidas, es decir, de política. Política desde y para la vida, política con mayúsculas, esa que ocurre en los soportales de un pueblo lejos del ruido electoral partidista. No es casualidad que la concentración que cerró estas jornadas fuera desplazada por un mitin con amenazas policiales incluidas. Sin entrar en dicotomías siempre peligrosas, sin menospreciar la buena voluntad de las compañeras que intentan transformar desde lo institucional, la lucha por la vida y contra todas las formas de opresión necesita  mucho más de soportales y asambleas, que de maquillaje y escenarios. Necesita mucho más reunir a vecinas para hablar de sus condiciones de vida que de reuniones de moqueta y despacho. Ya dijo Federica Montseny que antes de hacer la revolución hay que hacer pueblo. Sigamos.

*Marta Macho es anestesista y una de las denunciantes de las irregularidades en las oposiciones de Osakidetza

La pandemia ha dejado en evidencia la absoluta falsedad del imaginado super individuo neoliberal que no depende de nada ni de nadie y nos ha recordado que las personas aisladas somos más bien poca cosita.  La pandemia nos ha recordado que la organización y el apoyo mutuo son las que nos salvan de ser devoradas por el  insaciable capitalismo en el que la vida está al servicio de la producción y de un crecimiento irracional basado en la explotación de la naturaleza y de las personas, así como en la expulsión del sistema de cada vez más seres humanos: si no produces y no contribuyes al crecimiento del capital no mereces vivir.

Frente a esa lógica depredadora nosotras reivindicamos unas sencillas palabras escritas por Rosa Luxemburgo desde la cárcel de Wronke: “Para qué no es un concepto válido para la vida y sus formas. ¿Para qué están pues en la vida los herrerillos? Yo no lo sé pero me alegro de que estén”.