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Toño, “de vivo a muerto”
A Toño le asesinaron sin más. Según el etarra Sarasketa, implicado en su muerte: “Era un guardia civil anónimo, un pobre chaval, no había ninguna necesidad de que aquel hombre muriera”. Era un joven gallego que acababa de cumplir 25 años, nacido el 01 de junio de 1943, asesinado el 07 de junio de 1968. A José Antonio Pardines Arcay, a Toño, le apasionaba el fútbol, le entusiasmaban las motos y esta afición le había inclinado a entrar como motorista en la recientemente creada Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, destinado al Sector de San Sebastián. También era un joven enamorado, se había encontrado en Irún con Emilia, novios después, que se habían presentado a sus familias, lo que auguraba un próximo enlace. He aquí el primer hombre asesinado por un miembro de ETA, cuyo perfil es presentado en el libro 'Pardines, cuando ETA empezó a matar', coordinado por los prolíficos especialistas Gaizka Fernández Soldevilla y Florencio Domínguez Iribarren (Editorial TECNOS, 2018).
Este libro es un documento coral, con 14 participantes que desarrollan una visión panorámica del hito cruel, en 381 páginas de ágil lectura y con imágenes ilustrativas. Condensar la tragedia es siempre complicado, las vidas que se cruzan, los hechos que se enlazan, los contextos en que suceden, tiempos y espacios que se expanden en la historia, configuran una amplísima y profunda realidad que ha de ser resumida, sin faltar a la verdad.
Es lo que nos encontramos en el texto y en la selección afortunada de fotografías ¡Qué importante es la imagen para aprehender la vida! Las fotos de Pardines, los planos del suceso o la copia de la carta de solicitud de ingreso en la Guardia Civil son trozos de su existir. Algunas de esas imágenes pueden dar lugar a más ampliaciones victimológicas, como la grafo-psicología a partir de su letra y firma, o el cambio de composición en el diorama que reproduce el atentado y que se encuentra en el Museo de la Guardia Civil (tendría que adaptarse a la versión real que se constata en el libro, porque la actual corresponde más bien a la versión de los asesinos, sorprendentemente).
Hay aportaciones muy significativas en este libro sobre el asesinato del guardia Pardines. A partir de contrastar los hechos con seriedad y equidad, que no equidistancia, aporta elementos de juicio que desmienten la versión terrorista, la loa del asesino por sus conmilitones y seguidores. No fue un duelo entre el 'picoleto' y el 'nuevo gudari', sino que el etarra cazó sorpresivamente al joven guardia. La pistola del etarra no provenía de la Guerra Civil española (bando nacionalista), sino que fue un modelo de 1943 (originalmente solicitada por los nazis a la guerniquesa Astra). Ni siquiera hubo 'etarra bueno', que no disparó (Sarasketa), y 'etarra malo' (Echebarrieta), que asesinó “cuando no era necesario”. Según las pruebas que rescatan los autores, ambos dispararon y mataron, como demuestran los proyectiles, las pistolas y los informes forenses contrastados.
Desde luego que hay otros aspectos novedosos e interesantes, como la distinción entre las diferentes responsabilidades que señala José Mª Ruiz Soroa en su capítulo, destacando su tratamiento de la “responsabilidad por creación del riesgo”, tan sugerente con respecto a superar la miopía y fijarnos sólo en el asesino, por lo que sus pocos párrafos nos parecen escasos. También el análisis de los “años huligánicos” de Jesús Casquete se nos queda corto, por su agudeza en desmenuzar tantos significados y significantes, su examen de la “domesticación de la muerte”, y su referencia en las conclusiones que, considero, afecta a todo el libro, citando a Hannah Arendt: “Cuando admitimos que cada generación tiene derecho a escribir su propia historia, solo estamos reconociendo el derecho a ordenar los acontecimientos según la perspectiva de dicha generación, no el derecho a alterar el propio asunto objetivo”. ¿Qué historia estamos construyendo sobre ETA y sus consecuencias?
Todo libro que se precie provoca nuevas demandas sobre el asunto. Es imposible que un texto cierre un suceso como el asesinato de Pardines. Así, podemos ampliar el estudio presentado con el 'perfil' de José Antonio, su carácter y sus vínculos emocionales, porque es preciso humanizar a la víctima (sin panegíricos indebidos), mostrando la injusta y trágica decisión asesina, más cuando los terroristas buscan cosificar a sus víctimas. También es factible un análisis antropológico de las relaciones personales y sociales, sobre las novias de los guardias (desde Emilia a las chicas de Alsasua), o las condiciones laborales en las que ejercían sus funciones policiales, o, en fin, entre otras más, el tratamiento del tema en las redes sociales actuales (tengamos en cuenta que el motor de búsqueda de Google ofrece para “guardia civil Pardines”, 30.700 resultados, y que el texto en Wikipedia es ya obsoleto ante las constataciones del libro).
Quien lea este comentario, a modo de reseña, se percatará que me he centrado en Toño, “de vivo a muerto”, en el guardia civil Pardines, pero en el libro se tratan muchas más cosas. Podemos considerar sus aportaciones dentro de un modelo ecológico explicativo, comprensivo, pero no justificador. La víctima, el victimario y el medio en el que suceden los hechos son expuestos y analizados en el texto, en el prólogo (de Fernando Aramburu) y en sus X capítulos. En todos surgen cuestiones novedosas, como la (Des)memoria que señala el historiador Raúl López, o los precedentes de agresiones etarras a guardias civiles mostradas por la investigadora María Jiménez (una de las dos mujeres autoras, junto a Roncesvalles Labiano), todas ellas exigirían un comentario posterior. Por ejemplo, si en la primera agresión registrada (1965) en la que etarras golpean a dos guardias civiles, se encontró una pistola abandona por los terroristas, cómo eso no originó una instrucción institucional al caso, que hubiera conllevado una precaución mayor en la intervención de guardias y policías.
Queda por aportar para una plasmación real y efectiva de Verdad, Dignidad y Justicia, frente al terrorismo de ETA, pero el libro de 'Pardines, cuando ETA empezó a matar' es una contribución significativa en la correcta Memoria. En especial, cumpliendo nuestra obligación para que hechos así no se repitan, transformando la muerte de Toño en vida futura.
*Doroteo Santos Diego es ertzaina, especialista en Investigación; miembro de la Asociación Vasca de Victimología
A Toño le asesinaron sin más. Según el etarra Sarasketa, implicado en su muerte: “Era un guardia civil anónimo, un pobre chaval, no había ninguna necesidad de que aquel hombre muriera”. Era un joven gallego que acababa de cumplir 25 años, nacido el 01 de junio de 1943, asesinado el 07 de junio de 1968. A José Antonio Pardines Arcay, a Toño, le apasionaba el fútbol, le entusiasmaban las motos y esta afición le había inclinado a entrar como motorista en la recientemente creada Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, destinado al Sector de San Sebastián. También era un joven enamorado, se había encontrado en Irún con Emilia, novios después, que se habían presentado a sus familias, lo que auguraba un próximo enlace. He aquí el primer hombre asesinado por un miembro de ETA, cuyo perfil es presentado en el libro 'Pardines, cuando ETA empezó a matar', coordinado por los prolíficos especialistas Gaizka Fernández Soldevilla y Florencio Domínguez Iribarren (Editorial TECNOS, 2018).
Este libro es un documento coral, con 14 participantes que desarrollan una visión panorámica del hito cruel, en 381 páginas de ágil lectura y con imágenes ilustrativas. Condensar la tragedia es siempre complicado, las vidas que se cruzan, los hechos que se enlazan, los contextos en que suceden, tiempos y espacios que se expanden en la historia, configuran una amplísima y profunda realidad que ha de ser resumida, sin faltar a la verdad.