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OPINIÓN | Aldama, bomba de racimo, por Antón Losada

Unidad, ¿por qué no?

Concejales de EH Bildu y Podemos

Vivimos tiempos de cambio. Hay una sensación difusa en el ambiente, esa sensación que acompaña a los momentos históricos determinantes. El análisis racional también lleva a pensar que estamos en una época de cambios. La gran crisis global que sacude al sistema capitalista ha provocado efectos aún más profundos en las zonas periféricas de la Unión Europea, como Grecia y el Estado español, donde la estructura económica y política estaba menos consolidada. Esta periferia ha quedado definitivamente relegada a un estatus subalterno en lo político y lo económico, consecuencia de lo cual se da un impresionante retroceso en los derechos sociales y el nivel económico de sus clases populares.

En el Estado español la crisis y la brutal regresión centralista han desembocado además en una quiebra del modelo territorial cuyo máximo exponente es el proceso soberanista catalán. Por otro lado, la corrupción ha provocado la pérdida de la confianza de la ciudadanía hacia las estructuras políticas tradicionales, certeramente rebautizadas como “la casta”. La crisis, la corrupción y el agotamiento del sistema político-territorial implantado en 1978 han provocado la aparición de nuevos movimientos que han aportado la ilusión del cambio en un escenario que parecía inamovible.

Mientras tanto, Euskal Herria, protagonista durante mucho tiempo de una movilización sociopolítica sostenida sin parangón en el entorno, parece situarse en una situación de impasse. La crisis ha impactado muy duro, pero para muchos la comparación con la pésima realidad del Estado provoca un efecto conservador y mejora la imagen de los gestores locales. El hundimiento del PPSOE abre además nuevos espacios de gestión al PNV. Paradójicamente, el PNV, representante vasco de la casta, sale reforzado a corto plazo de la crisis de un sistema del que ha sido un pilar, convirtiéndose en el muro de contención del Régimen, que le presta su apoyo para frenar el paso a las opciones transformadoras. Por eso, por ejemplo, mientras la policía asalta las sedes de la hoy díscola Convergencia para poner en evidencia su (indudable) naturaleza corrupta, los medios del sistema ponen sordina a la realidad de clientelismo y corrupción que rodea al PNV.

A pesar de ello se puede y se debe salir de este impasse. La izquierda vasca, las izquierdas, aún tienen mucho que decir. En su conjunto, la suma de las opciones de izquierda transformadora se constituiría como la primera fuerza política del país. De hecho, los efectos de la articulación de esta mayoría ya se han comprobado en Nafarroa.

El objetivo de las personas abajo firmantes es romper con las políticas del austericidio, del retroceso y pérdida de derechos de la ciudadanía, impulsar medidas que defiendan los intereses de los y las trabajadoras, y de la inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas, para que se nos reconozca como sujeto político, abriendo un Proceso constituyente que permita el ejercicio de los derechos de decisión sobre todos los aspectos de la realidad que nos afectan e interesan como vascas/os. Queremos elaborar políticas para llegar a una paz justa e inclusiva. sin vencedores ni vencidos, una paz que acabe con las leyes, medidas e instituciones de excepción existentes; una paz que parta del respeto a todos los derechos humanos para todas las personas y del reconocimiento de los derechos y los sufrimientos de todas las víctimas.

Sabemos y somos conscientes, que para conseguir estos objetivos no solo necesitamos acumular votos por el cambio, sino que tenemos que crear poder y unidades populares en defensa de todos los derechos en todas las dimensiones. Necesitamos impulsar el proceso de acumulación de fuerzas ya en marcha y generar dinámicas unitarias de la ciudadanía por el cambio.

Reconocemos, además, que este proceso ha de situar las reivindicaciones de la lucha feminista en primera línea, en pie de igualdad y nunca supeditadas al resto de avances.

Partimos de que el avance en este proceso de Unidad Popular no va a venir de una suma de siglas artificial, tendrá que partir desde abajo, desde un nuevo impulso de las ilusiones y de la participación de la ciudadanía, con asambleas plurales y democráticas en todos los lugares.

Las experiencias iniciadas anteriormente nos dicen que solamente podremos avanzar a partir de un enfoque nuevo de confianza y comprensión mutuas, de compartir iniciativas y experiencias conjuntas y exitosas, con los necesarios debates y clarificaciones de posiciones. Algo lógico desde fuerzas, sensibilidades y tradiciones diferentes. Este proceso no puede resolverse a golpe de voluntarismo, necesitará del ensayo social y político. Además, será imprescindible también reconocer que existen otras sensibilidades a favor del cambio, en sectores de base del PSOE, en IU, Equo o Republicanos, así como en otros muchos sectores independientes que a día de hoy no se han identificado con una u otra de las diversas expresiones políticas mayoritarias actuales (EH BILDU o PODEMOS), pero que están ahí, en el ámbito de los movimientos sociales activos, en otros campos de las movilizaciones, en la defensa de lo profesional o en el ámbito de la innovación artística, técnica y/o científica y que tienen igualmente intereses y miradas propias, pero con propuestas comunes por el Cambio, por los derechos humanos y por el empoderamiento y articulación socio política de todos ellos.

Las personas abajo firmantes pensamos que ahora es el momento de iniciar esta nueva andadura. ¡Sí, se puede! Y estamos dispuestas a trabajar para cimentar por abajo este nuevo camino de futuro para la ciudadanía, construyendo Unidad y Poder popular en todos los rincones de nuestra casa.

Kepa Gonzalez (concejal Orain Amurrio), Luis Ángel Sanchez de la China (concejal Galdakao Orain), Aitor Huarte (estudiante), Eñaut Gracia (concejal de EH Bildu en Errenteria), Alba Fatuarte (concejal de EH Bildu en Bilbo), Andoni Rojo (Miembro de EH Bildu)

Vivimos tiempos de cambio. Hay una sensación difusa en el ambiente, esa sensación que acompaña a los momentos históricos determinantes. El análisis racional también lleva a pensar que estamos en una época de cambios. La gran crisis global que sacude al sistema capitalista ha provocado efectos aún más profundos en las zonas periféricas de la Unión Europea, como Grecia y el Estado español, donde la estructura económica y política estaba menos consolidada. Esta periferia ha quedado definitivamente relegada a un estatus subalterno en lo político y lo económico, consecuencia de lo cual se da un impresionante retroceso en los derechos sociales y el nivel económico de sus clases populares.

En el Estado español la crisis y la brutal regresión centralista han desembocado además en una quiebra del modelo territorial cuyo máximo exponente es el proceso soberanista catalán. Por otro lado, la corrupción ha provocado la pérdida de la confianza de la ciudadanía hacia las estructuras políticas tradicionales, certeramente rebautizadas como “la casta”. La crisis, la corrupción y el agotamiento del sistema político-territorial implantado en 1978 han provocado la aparición de nuevos movimientos que han aportado la ilusión del cambio en un escenario que parecía inamovible.