Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
¡Que viene Sánchez…!
No hay jornada, sobre todo desde que a Susana Díaz le amargaron el día los avales de su rival, sin que la prensa adicta a la andaluza no incluya alguna noticia o artículo de opinión que advierta sobre el peligro de una victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas. Abismo, ruptura, caos, desaparición… el diccionario se les va quedando escaso. A eso hay que añadir que si Corbyn por aquí, que si Hamon por allá y que si al contrario mira a Schulz y a Renzi, tan moderados. Aparte de que no se sabe muy bien qué es exactamente lo que hay que ver en el líder socialdemócrata alemán y en el centrista italiano, salvo que tampoco gobiernan y que no parece fácil que lo hagan, lo que llama la atención es tanta preocupación por repetir el cuento del lobo con Sánchez.
Porque, veamos, si Sánchez es un radical izquierdista podemizado y plegado a la estrategia de Pablo Iglesias, algo tendrá que reflejarse en el programa de gobierno que propone a su partido. Se llama “Por una nueva democracia” y, sinceramente, además de una fusilada a Tony Judt y la propuesta de una participación más efectiva de los militantes en la toma de decisiones del partido, no se ve por ningún lado el radical distanciamiento con el discurso socialista. Incluso diría que al contrario. Un ejemplo en tema candente, Cataluña. Si siguiéramos creyendo lo que El País quiere que creamos, pensaríamos que aquí viene lo de un pacto con los independentistas, lo del referéndum… Cito: “Partiendo de estos elementos, federalismo, reforma de la Constitución y diálogo sincero, será posible que aquellos que se sienten a la vez catalanes y constitucionalistas, retomen la iniciativa frente a un independentismo irredento que se ha potenciado a partir del argumento del agravio comparativo y el 'no nos dejan decidir'”. Inmediatamente: “En Catalunya, como en cualquier otro territorio en España y en cualquier sociedad compleja y diversa, la existencia de identidades nacionales diferentes no puede convertirse en un instrumento político de dominación y segregación de unos ciudadanos sobre otros”. ¿Y el abismo? Si lo dijera Rivera, los mismos que nos cuentan el cuento aplaudirían con las orejas.
Bien, si el abismo no está en lo que públicamente dice Sánchez en el documento que presenta a sus conmilitantes para pedir su confianza, busquemos en otro lado. Declaraciones de él mismo diciendo que si tiene ocasión intentará formar gobierno con Podemos y sus confluencias. Ahí podría estar el caos… pero ¡oh sorpresa! resulta que es algo que en el PSOE ya conocen bien porque los mismos que cuentan el cuento del lobo resulta que es exactamente eso lo que hacen: en Aragón, en Castilla-La Mancha, en Valencia, en Asturias, en Extremadura, en Madrid, en Barcelona, en Zaragoza… bien con pactos de gobierno bien con apoyos parlamentarios. Debe recordarse que esos gobiernos fueron formados siendo secretario general Sánchez y a propuesta de los líderes territoriales, mismos que ven el caos, el abismo, la ruptura, la desaparición del partido mismo caso de intentar pactar con Podemos. Raro ¿no?
Se me van acabando las posibles explicaciones, aunque queda una: que esté yo totalmente equivocado buscando razones políticas cuando el pavor lo provoca el propio partido. Por aquí sí puede ir la cosa porque ciertamente es de temer que si Sánchez gana tienda a ir cargándose como en caseta de tiro al actual establishment del partido. En el caso del PSOE es mucho decir porque es el partido (junto al PNV quizá) que más consolidada tiene desde la Transición la estructura interna y la identificación de un liderazgo transgeneracional cuyos máximos representantes son precisamente los barones, todos ellos nacidos para mandar en el partido y conscientes herederos de la generación anterior. Ciertamente hacerlo sería una temeridad y podría quebrar el partido, pero ¿no lo quebraba también conspirar contra y defenestrar al secretario general? Sobre todo si la cosa se orquesta de modo que una entrevista en Prisa de Felipe González funciona como la Grandola Vila Morena que pone en marcha el golpe, el quiebre parece cosa más que evidente.
Es por ello que lo del cuento del lobo al final tiene poco o nada que ver con Podemos, con Corbyn y Hamon y absolutamente nada que ver con la propuesta política de Sánchez que de radical no tiene un pelo. Tiene que ver con el poder dentro del PSOE y con la función que se quiere en cada caso que cumpla ese partido en el panorama político español. Sobre eso es sobre lo que creo que deberían meditar los militantes socialistas. Yo no lo soy, pero si lo fuera habría avalado con mi firma a Patxi López porque considero que aunaba las cualidades de querer un partido adaptado a lo que el momento exige y de poder refundar un liderazgo asumido por toda la militancia. A día de hoy, sin embargo, lo único que sabría es a quién no votaría. Veremos el debate.
No hay jornada, sobre todo desde que a Susana Díaz le amargaron el día los avales de su rival, sin que la prensa adicta a la andaluza no incluya alguna noticia o artículo de opinión que advierta sobre el peligro de una victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas. Abismo, ruptura, caos, desaparición… el diccionario se les va quedando escaso. A eso hay que añadir que si Corbyn por aquí, que si Hamon por allá y que si al contrario mira a Schulz y a Renzi, tan moderados. Aparte de que no se sabe muy bien qué es exactamente lo que hay que ver en el líder socialdemócrata alemán y en el centrista italiano, salvo que tampoco gobiernan y que no parece fácil que lo hagan, lo que llama la atención es tanta preocupación por repetir el cuento del lobo con Sánchez.
Porque, veamos, si Sánchez es un radical izquierdista podemizado y plegado a la estrategia de Pablo Iglesias, algo tendrá que reflejarse en el programa de gobierno que propone a su partido. Se llama “Por una nueva democracia” y, sinceramente, además de una fusilada a Tony Judt y la propuesta de una participación más efectiva de los militantes en la toma de decisiones del partido, no se ve por ningún lado el radical distanciamiento con el discurso socialista. Incluso diría que al contrario. Un ejemplo en tema candente, Cataluña. Si siguiéramos creyendo lo que El País quiere que creamos, pensaríamos que aquí viene lo de un pacto con los independentistas, lo del referéndum… Cito: “Partiendo de estos elementos, federalismo, reforma de la Constitución y diálogo sincero, será posible que aquellos que se sienten a la vez catalanes y constitucionalistas, retomen la iniciativa frente a un independentismo irredento que se ha potenciado a partir del argumento del agravio comparativo y el 'no nos dejan decidir'”. Inmediatamente: “En Catalunya, como en cualquier otro territorio en España y en cualquier sociedad compleja y diversa, la existencia de identidades nacionales diferentes no puede convertirse en un instrumento político de dominación y segregación de unos ciudadanos sobre otros”. ¿Y el abismo? Si lo dijera Rivera, los mismos que nos cuentan el cuento aplaudirían con las orejas.