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De vuelta al Parlamento Vasco
Hace unos días volví a la que fue mi casa durante casi ocho años, el Parlamento Vasco, donde siempre me reciben con una enorme amabilidad que agradezco y un respeto que incluso llega a sorprenderme. Cada vez que he vuelto desde que a finales de 2016 tuve que marcharme sin casi despedirme, he notado que siguen considerándome miembro de la institución de pleno derecho, como si el tiempo no hubiera pasado, como si siguiera siendo diputado vasco y como si fuera nuevamente a tomar la palabra como tantas veces hice. Volví porque EiTB prepara un programa especial con motivo del 40º aniversario del Parlamento Vasco. Y aproveché, como siempre que vuelvo, para saludar a tantos excompañeros, todos ellos adversarios políticos, con algunos de los cuales tuve duros enfrentamientos.
El programa, que se emitirá a finales de marzo, repasará la trayectoria de la institución durante estas cuatro décadas y sus hitos más destacables. Y recordará los hechos más relevantes que ocurrieron, desde la creación de la propia institución parlamentaria hasta los días actuales, pasando por la aprobación de leyes clave para el autogobierno y el progreso de Euskadi, polémicas varias o debates inolvidables. Y, como siempre, lo más triste que nos ha ocurrido por estas tierras: el asesinato de algunos de sus miembros, uno de ellos (Santiago Brouard) a manos de los GAL en 1984 y tres de ellos a manos de ETA (Enrique Casas en 1984, Gregorio Ordóñez en 1995 y Fernando Buesa en 2000).
En el repaso dirigido por dos presentadores, se citó la aprobación en 2016 de la Ley de Vivienda como uno de los hechos más destacables. En ese punto se me preguntó si consideraba que esa es una de las leyes más relevantes que se aprobaron durante mis dos legislaturas (2009-2016) de trabajo parlamentario. Y, efectivamente, respondí que sí, dado que con la aprobación de dicha ley se hizo realidad el derecho subjetivo a disfrutar de una vivienda digna, se obliga a las instituciones vascas a que toda la vivienda pública sea vivienda en alquiler y se incluyen determinadas medidas para impedir los desahucios injustos que tantas personas han sufrido como consecuencia de la crisis económica y por causas sobrevenidas e inevitables. Es de esas leyes, expliqué, que mejoran la vida de la gente, y de la que uno puede sentirse orgulloso. Durante su tramitación, el Gobierno Vasco y el PNV aseguraron que la ley provocaría “un efecto llamada a nivel mundial” y que acarrearía graves problemas financieros en las cuentas públicas. Yo les insistía que la cosa no sería para tanto y que, en todo caso, el dinero público debe destinarse a solucionar los problemas de la gente, en lugar de destinarlo a cuestiones irrelevantes. Finalmente, la Ley de Vivienda, la más avanzada y progresista del Estado, salió adelante gracias a nuestro voto decisivo, tras largas conversaciones con el Grupo Socialista y, en particular, con su responsable para estas cuestiones, Bixen Itxaso. Y, desde luego, ni ha provocado un efecto llamada a nivel mundial ni ha llevado al Gobierno Vasco a la bancarrota.
Tras destacar la Ley de Vivienda como una de las leyes más importantes aprobadas durante esos años, quise destacar otras tres, más allá de que pudiera dejarme otras cuestiones relevantes en el tintero: Ley de Transparencia, Ley de Custodia Compartida y Ley de Iniciativa Legislativa Popular. Quise destacarlas porque, o bien fue igualmente decisivo nuestro voto, o bien fuimos quienes trabajamos durante muchos años para hacer posible que se aprobaran. Al fin y al cabo, a veces el ruido mediático nos impide ver las cosas importantes que a veces se discuten en los parlamentos y, en concreto, en el Parlamento Vasco.
La Ley de Transparencia porque, a pesar de que fue presentada por el Gobierno Vasco, desde UPYD insistimos durante años sobre la conveniencia de disponer de una ley de esas características que asegurara la transparencia en el uso de los dineros públicos y permitiera a los ciudadanos tener un mayor y más fácil acceso a la gestión de los distintos gobiernos, cuyos miembros, al igual que los cargos públicos, deberían cumplir una serie de principios éticos y de buen gobierno. Pretendíamos además, como habíamos pretendido en el Congreso de los Diputados, que el derecho a la información fuera un derecho fundamental recogido en la propia Constitución Española. A pesar de que finalmente la ley no fue lo suficientemente ambiciosa, considero que su aprobación supuso un avance importante.
La Ley de Custodia Compartida porque fue una ley presentada a través de una Iniciativa Legislativa Popular y cuya tramitación y aprobación duró literalmente años, como consecuencia de que algunos de los principales partidos decidían posponerla incomprensiblemente para así evitar su debate. Respecto al contenido, se pretendía defender el derecho de los menores a relacionarse en igualdad de condiciones con ambos progenitores después del divorcio y la separación… y evitar situaciones injustas que han tenido que padecer durante largos años tantos padres y tantos niños. Se aprobó que la custodia compartida, en interés siempre del menor, sería la norma general cuando se produzcan separaciones y divorcios. Y es que la custodia compartida respeta mejor el principio de igualdad entre mujeres y hombres, elimina las dinámicas de ganadores y perdedores, favorece la coparentalidad y la colaboración en los aspectos afectivos, educativos y económicos y es el sistema que mejor respeta el derecho del niño a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos progenitores.
Y, finalmente, la Ley de Iniciativa Legislativa Popular, que nosotros mismos presentamos y que, tras arduas negociaciones, conseguimos aprobar. Su objetivo, facilitar la participación de los ciudadanos en la vida parlamentaria, para lo cual conseguimos reducir de 30.000 a 10.000 las firmas necesarias para poder presentar una ILP, ampliar los temas que puede tratar y que la Comisión Promotora pueda presentar y defender su propia iniciativa en el Pleno del Parlamento Vasco, entre otras medidas. Fue sorprendente la dureza con la que algunos partidos políticos se opusieron a estos cambios, especialmente el PNV. Pero logramos nuestro objetivo.
Durante casi ocho años, fueron múltiples los temas que defendimos durante maratonianas jornadas de trabajo dentro y fuera del Parlamento Vasco, y por algunos de los cuales tuvimos especial repercusión mediática. Hoy, sin embargo, quiero destacar esas cuatro leyes como hitos que deben ser recordados.
Hace unos días volví a la que fue mi casa durante casi ocho años, el Parlamento Vasco, donde siempre me reciben con una enorme amabilidad que agradezco y un respeto que incluso llega a sorprenderme. Cada vez que he vuelto desde que a finales de 2016 tuve que marcharme sin casi despedirme, he notado que siguen considerándome miembro de la institución de pleno derecho, como si el tiempo no hubiera pasado, como si siguiera siendo diputado vasco y como si fuera nuevamente a tomar la palabra como tantas veces hice. Volví porque EiTB prepara un programa especial con motivo del 40º aniversario del Parlamento Vasco. Y aproveché, como siempre que vuelvo, para saludar a tantos excompañeros, todos ellos adversarios políticos, con algunos de los cuales tuve duros enfrentamientos.
El programa, que se emitirá a finales de marzo, repasará la trayectoria de la institución durante estas cuatro décadas y sus hitos más destacables. Y recordará los hechos más relevantes que ocurrieron, desde la creación de la propia institución parlamentaria hasta los días actuales, pasando por la aprobación de leyes clave para el autogobierno y el progreso de Euskadi, polémicas varias o debates inolvidables. Y, como siempre, lo más triste que nos ha ocurrido por estas tierras: el asesinato de algunos de sus miembros, uno de ellos (Santiago Brouard) a manos de los GAL en 1984 y tres de ellos a manos de ETA (Enrique Casas en 1984, Gregorio Ordóñez en 1995 y Fernando Buesa en 2000).