La brecha salarial, esa discriminación de las mujeres que “existe” y en la que “está en juego la propia democracia”
En Euskadi un hombre cobra una media de 5.914 euros más al año que una mujer. Es decir, un sueldo de 33.040,1 euros para los trabajadores frente a los 27.125,9 euros de las trabajadoras. O lo que es lo mismo, una brecha salarial de casi el 18% en 2020, último dato ofrecido por el INE. Un porcentaje, como mínimo preocupante, aunque si se quiere ver la botella medio llena, veníamos de un 22,6% en 2018. “La brecha salarial de género existe y hay que combatir su negacionismo”, ha señalado este miércoles en Bilbao la vicelehendakari y consejera de Trabajo y Empleo, Idoia Mendia, en la inauguración del I Congreso sobre Brecha Salaria que hasta el jueves pondrá el foco sobre este tipo de discriminación hacia la mujer en pleno siglo XXI y que es necesario erradicar, porque “hay mucho en juego”. De entrada, la “propia democracia”, como ha señalado la presidenta de la Comisión de Igualdad en el Congreso de los Diputados y exvicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, que ha sido una de las ponentes principales del congreso, aunque ha intervenido por videoconferencia.
“La democracia y la calidad de la misma se la juega con la capacidad que tenga para dar respuesta a la desigualdad entre hombres y mujeres”, ha dicho Calvo. En su intervención, bajo el título ‘El coste de la desigualdad’, Calvo ha señalado que la brecha salarial tiene un coste muy elevado desde el punto de vista ético y de calidad democrática, porque supone una discriminación de la mitad de la población, pero también desde el punto de vista económico, donde la brecha “es muy cara”. En este sentido, ha recordado que un estudio elaborado por la ONU, cuantificó que marginar a la mujer del mercado de trabajo supone una pérdida del 10% del PIB mundial.
Calvo ha señalado que se ha avanzado en la “igualdad formal”, pero ha reconocido que “a veces con ello se cae una trampa” porque esa igualdad “no es real”. Por ello, ha hecho hincapié en la necesidad de “sacar a la política” y poner el foco en los problemas de la mujer en el trabajo, la brecha salarial, y cómo afectan a las mujeres cuestiones como la maternidad. En este sentido ha recordado que la maternidad, que tanto ha condicionado la incorporación de la mujer al mercado laboral en los últimos años, debe entenderse como una cuestión colectiva, de toda la sociedad, y en ningún caso como una cuestión exclusiva del ámbito privado de la mujer que acabe perjudicándola en su progresión laboral. “La maternidad requiere de un gran debate político”, ha señalado.
En este punto se ha referido a la situación del la Ley del Aborto que se encuentra en estudio por el Constitucional tras un recurso del PP. Calvo ha confiado en que no se tumbe el derecho de las mujeres a decidir cuándo y cómo quieren ser madres, porque esa es una cuestión central también para la incorporación al mundo laboral en igualdad.
En cualquier caso, y pese a que se mostrado partidaria de que haya transparencia en las tablas salariales de las empresas, ha señalado que la brecha salarial entendida como que hombres y mujeres que en las mismas condiciones cobran diferente, apenas existe. “Lo que hay es un cúmulo de circunstancias en el camino laboral” desde su incorporación hasta su jubilación, que determinan que la mujer termine “ganando menos, cotizando menos y cobrando menos en la jubilación”. Unos 340 euros menos que sus compañeros pensionistas. “Estamos en una sociedad que todavía no se ha adaptado a la mujer y sus circunstancias y sigue funcionando con criterios hipermasculinos”, ha dicho. Además, ha abogado por que se imponga un cambio en los horarios laborales que permitan compaginar “el trabajo con la vida” dando por sentado que la mayor parte de los cuidados, a pequeños o mayores lo siguen asumiendo las mujeres.
La vicelehedakari Idoia Mendia, ha considerado, por su parte, una cuestión trascendental conseguir la igualdad plena de la mujer con el hombre para “ganar en justicia social y competitividad”. Mendia se ha preguntado, en este sentido, por qué no hay “una respuesta empresarial decidida por captar talento que se esconde en la mitad de la población que no acaba de emerger”. Y ha calificado la brecha salarial como “la gran losa que pesa en la economía, la sociedad y la democracia en España y en Euskadi”.
La primera jornada del congreso que se ha celebrado en el Palacio Euskalduna de Bilbao, se ha centrado básicamente en las causas que pueden explicar esta situación, entre las que no puede faltar el factor educativo y la reticencia de las jóvenes a optar por carreras y estudios de FP relacionados con la tecnología, que acaban derivando a profesiones con mayores sueldos. El análisis de este sesgo en la elección de estudios ha corrido a cargo de Milagros Sainz, Investigadora senior y Directora del grupo de investigación de Género y TIC de la UOC, que entre otras cosas ha destacado el peso que tiene en la elección la influencia de las familias de los estereotipos y también de las orientaciones de los profesores que en ocasiones no tienen una visión feminista.
Por otra parte, Diego Dueñas Fernández, Profesor de la Universidad de Alcalá, ha constatado que a medida que avanza la edad de las mujeres aumenta la brecha, por lo que cabe esperar que una vez que las generaciones ahora jóvenes vayan avanzando en el mercado laboral, la brecha vaya disminuyendo.
Entre otros ponentes ha intervenido por vídeo Asa Ragnér, Subsecretaria General de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva Adjunta de ONU Mujeres, que ha abogado por la necesidad de contar con una coalición de las naciones para igualdad de salario. Irune Aguirrezabal Quijera. Doctora en estudios multidisciplinares de género, consultora y profesora, ha defendido que la “revolución feminista está por llegar, porque queda mucho trabajo por hacer”, y ha advertido de que “no se puede seguir creciendo sin contar con las mujeres”. Además ha recordado que “hay una gran correlación entre políticas sociales e igualdad”.
El congreso continuará este jueves con diversas ponencias y una mesa redonda sobre “La igualdad de género en la empresa, un factor de competitividad”.
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