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El cambio climático traerá la “desertificación” del sur de Álava y desprendimientos de laderas

El primer tramo pasa por unir Oyón con Laguardia

Iker Rioja Andueza

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Coincidiendo con el día del Medio Ambiente, el Gobierno ha retomado la tradición prepandémica de llevar su reunión semanal a Urdaibai en el mes de junio, a la Torre Madariaga. Allí, la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, ha aprovechado la ocasión para avanzar una “estrategia” para “abordar de forma integral” la protección del suelo. Y la presentación ha venido acompañada de algunos avisos vinculados al cambio climático, un fenómeno que es “emergencia” declarada desde 2019. Hay “riesgo de desertificación” también en Euskadi, singularmente en el sur de Álava, por el “aumento de los períodos de sequía”, y, al mismo tiempo, hay probabilidad de que crezcan las “precipitaciones extremas” y, con ellas, los “deslizamientos” de laderas en la zona montañosa del norte, se lee en el documento presentado por Tapia. “Tenemos que sensibilizar a la población desde pequeños”, ha urgido la consejera.

Sobre la “desertificación”, que en todo caso es menos probable que en la zona sur de Portugal, España o Italia, se indica que “se ha identificado una zona de 10.952 hectáreas en Álava con riesgo alto”. “Esta superficie se localiza en la parte meridional de este territorio, donde predominan los viñedos y los cultivos de cereales. Y sobre los aludes, el documento añade ”la actividad humana (construcción de carreteras y caminos, urbanización en zonas de pendiente elevada o deforestación de laderas y terraplenes) influye directamente en la estabilidad del terreno“.” Esta intervención junto con los cambios esperados en los patrones de lluvia debido al cambio climático, hacen prever una mayor incidencia de esta amenaza en el suelo“, indica la estrategia, que se puede leer íntegramente en la web de Ihobe.

¿Qué se puede hacer? “El cambio de políticas forestales para evitar técnicas de tala que dejen expuestas grandes cantidades de suelo susceptibles a desprendimientos de ladera, acciones para la permeabilización de suelo urbano y la atenuación del efecto isla de calor, soluciones basadas en la naturaleza para evitar inundaciones fluviales y mareales o actuaciones que contribuyan a evitar la desertificación, especialmente en zonas del sur de Euskadi, son otros de los desafíos a abordar a corto-medio plazo”, plantea el Ejecutivo.

El plan se fundamenta en un diagnóstico de la situación actual y también “se pone de manifiesto la amenaza que supone la erosión para los suelos de Euskadi”, hasta en el 80% del territorio. “Deben estabilizarse o incrementarse las reservas de materia orgánica de los suelos de Euskadi como elemento estratégico, no sólo para mejorar la salud de los suelos y su resiliencia frente al cambio climático, sino también para contribuir a la reducción de gases de efecto invernadero”, se explica. Eso sí, “el 20% del total de los emplazamientos potencialmente contaminados inventariados ha vuelto al mercado una vez que se ha intervenido sobre ellos para garantizar su calidad y seguridad”. Ahora toca “prestar especial atención a 1.568 hectáreas de terreno con aguas subterráneas”.

Según ha detallado Tapia ante los medios de comunicación, el objetivo es que “todos los suelos de Euskadi sean gestionados para el año 2050 de forma sostenible, garantizando así la salud y las funciones del suelo a largo plazo, para su uso por las generaciones futuras”. “Para alcanzar este objetivo, el presupuesto operativo recogido para el periodo 2022-2030 asciende a 137,5 millones de euros, cifra que se destinará al desarrollo de las 69 actuaciones previstas en el documento”, detalla Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente. Las grandes líneas de este plan son “minimizar” la ocupación de suelos “a través de la valorización de los suelos ya antropizados, es decir, modificados por la actividad humana”, restaurar los espacios degradadas y evitar la ocupación de suelo virgen para actividades humanas y, en tal caso, “compensar” los efectos de ese consumo.

“Como en el resto de Europa la artificialización del suelo en Euskadi es un parámetro muy relevante por tratarse de un país densamente poblado, industrializado y desarrollado, con un modelo de asentamiento concentrado en valles, que exige un nivel consuntivo de suelo muy intenso y localizado para la construcción de primera y segunda vivienda, de establecimientos productivos e infraestructuras de transporte. Desde el año 2006 hasta el 2011 aumentó el ritmo urbanizador y la superficie de suelo sellado en Euskadi llegó a ser el 6,68%”, estima el documento.

El documento presentado por Tapia recoge que “entre las actuaciones previstas, está poner en marcha una política de recuperación y reutilización de suelos vacantes degradados que permita la recuperación de 400 hectáreas de suelos contaminados”. ¿Cuáles son esos emplazamientos “históricos”? El Gobierno, en Bizkaia, cita Santurtzi, Burtzeña en Barakaldo, Inama en Muxika y Playa Barri o Sakoni en Erandio. En Gipuzkoa, se menciona La Herrera en Pasaia, Oikia en Zumaia o Arcelor Mittal en Zumarraga. “Aunque hay muchísimas más”, ha asegurado Tapia, que entiende que este trabajo permitirá hacer atractivos estos terrenos para nuevos proyectos. 

“Actualmente la sociedad presenta un alto grado de concienciación sobre la importancia de la protección de medios como el agua o el aire; no ocurre lo mismo con el suelo. La dependencia de la consecución de los retos de la sociedad actual y la calidad del suelo es una relación que grupos de interés y ciudadanos no establecen de forma directa. Por ello, la concienciación y sensibilización se convierte en una condición necesaria para que el nuevo enfoque que guía esta estrategia pueda llegar a materializarse”, concluye el plan.

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