“El otro día se suicidó una niña de 16 años. El suceso está siendo investigado. Se descubrió un diario en su cuarto, en él escribía sus cosas, y dentro de las cosas que escribía, en cuatro puntos diferentes, comentó que se sentía muy mal. Escribía lo que le estaba pasando, que no lo voy a decir, y mencionaba que no se lo podía contar a nadie. En un punto más adelante del diario, contaba 'me he armado de valor y se lo he dicho a mi profesora y mi entrenadora'. Durante cuatro veces repitió en el diario 'son las dos únicas personas a las que se lo he dicho'”. Con ese suceso real ocurrido hace menos de dos semanas ha comenzado su intervención Iñaki Alonso, responsable de la protección de la infancia del Athletic Club, durante la conferencia 'Abusos sexuales a menores en el ámbito de la educación no formal: deporte y tiempo libre' que ha tenido lugar este lunes en la Fundación Sabino Arana de Bilbao.
Tras narrar lo ocurrido, ha confesado que él mismo también sufrió violencia en el ámbito del deporte cuando era un niño, en el Bizkaia de los 80: “El 84% de los menores han vivido algún tipo de violencia en la práctica deportiva y yo soy uno de ellos. Yo sufrí violencia en mi práctica deportiva de pequeño, en fútbol, en Bizkaia, en los años 80. No tengo nada más que decir. (...) Cuando hablamos de violencia, vais a pensar en una pelea, pero esas violencias, y no lo digo para provocar, no me preocupan tanto, porque se ven. Lo vemos cada fin de semana. Lo que me preocupa no es lo que pasa en la grada, me preocupa lo que pasa en un vestuario cuando la puerta se cierra, lo que comparten los grupos de WhatsApp, las miradas de un entrenador cuando un niño se cambia o el tono despectivo de algunos comentarios. Eso es violencia”, ha asegurado.
Para poner en situación a los asistentes, Alonso ha enumerado una serie de casos que ha atendido como responsable del Programa Aterpe de protección a la infancia a lo largo de 2021 tanto de Euskadi como de fuera de la comunidad autónoma. Entre ellos ha destacado el suceso de una niña a la que de vacaciones un familiar “le hacía algo que tiene que ver con su sexualidad”, una entrenadora de un equipo (no ha especificado el deporte) de Bizkaia a la que una de sus jugadoras le dijo que “el novio de su madre juega a médicos con ella” o un entrenador de un equipo de fútbol, que envió por el grupo de WhatsApp del equipo “tres imágenes de tres chicos de 16 años desnudos de cintura hacia abajo” y escribió '¿Sabéis quienes son?'. “Esa imagen fue subida por una persona del cuerpo técnico del equipo, que preguntaba si era o no era normal o si era más serio de lo que parece. Me lo consultaron para ver qué hacían con él, si le decían que no mandara esas cosas o si tenían que hacer algo más”, ha detallado a modo de ejemplo de la “normalización” y la “falta de concienciación” de los profesionales del ámbito deportivo en particular y de las familias en general.
Según el informe 'Violencia en el deporte' en Euskadi, realizado por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) a petición del Gobierno vasco, en 2021 el 95% de los casos conocidos de violencia, se produjo en el fútbol y el 97% de las personas sancionadas por conductas violentas fueron hombres. A pesar de contar con estos datos gracias al informe, Irune Murguruza, directora de Familias e Infancia del Gobierno vasco, ha confesado que en Euskadi, más allá de lo que concluye ese estudio no existe un registro de los casos de violencia, ya sea física, psicológica o sexual de menores en el deporte. “El informe recoge que uno de cada cinco menores en Euskadi puede haber sufrido violencia sexual en el deporte, pero los datos disponibles proporcionan una panorámica fragmentada y confusa. La Ertzaintza tiene unos datos, los servicios sociales forales tienen otros y los juzgados otros diferentes. No existe un registro de casos de violencia hacia menores en Euskadi, no existe ni sobre violencia en general, ni tampoco sobre violencia sexual”, ha informado.
Otro de los informes que han mencionado durante la jornada, es el llamado 'Child Abuse in Sport European Statitics' que se centra en datos de menores en toda Europa y concluye que un 70% de los menores sufre violencia psicológica o emocional en el deporte, un 43% violencia física, un 36% lo que denominan violencia sexual sin contacto y un 20% violencia sexual con contacto.
Un “coordinador del bienestar” en el nuevo Anteproyecto de Ley del Gobierno vasco
Para hacer frente a esas situaciones, el Gobierno vasco ha elaborado un Anteproyecto de Ley de Infancia y Adolescencia que sustituye la Ley 3/2005 de Atención y Protección a la Infancia y la Adolescencia y que realiza cambios en varias cuestiones, como en los ejes de actuación. Mientras en la anterior ley el eje principal era la protección, en el anteproyecto, los ejes de actuación se basan en la promoción, participación, prevención y protección. Además de ello, incorporará en todas las empresas e instituciones que trabajen con menores (ya sean en el ámbito del deporte o no) la figura de “un coordinador del bienestar y protección” y un “delegado de protección” a la que se debe acudir en el caso de ser testigos de algún tipo de violencia.
“Los menores, debido a su etapa de madurez y desarrollo, pueden carecer de herramientas adecuadas para afrontar situaciones de riesgo y de violencia. Son el sector más vulnerable de la sociedad y al que debemos proteger, escuchar y reconocer sus derechos. Las relaciones entre personas adultas y niños y adolescentes se caracteriza por las relaciones de poder asimétricas, con prevalencia de la persona adulta con la persona menor de edad. El objetivo de la estrategia es que toda infancia pueda vivir libre de violencia. Sabemos que no podemos ahora erradicar toda la violencia, pero debemos ir avanzando”, ha apuntado Murguruza.
Para concluir, entre las acciones que se pueden y deben llevar a cabo para prevenir y saber sobrellevar este tipo de situación, han detallado que está el lograr que el menor se sienta “apoyado para comunicar lo que ocurre”, crear una “conciencia” tanto en el centro en el que se practica el deporte, como en las familias para que sepan detectar lo que está ocurriendo o sepan anticiparse y dejar de lado la “reputación institucional” para que en el centro escolar o deportivo no valoren antes a la institución que al menor que está sufriendo abusos o violencia. Y, sobre todo, “ser conscientes” de todo lo que implica la palabra violencia. “El reto es asegurar que los menores van a estar en un entorno seguro, para ello, es necesaria la prevención, formación y la actuación. El riesgo cero no existe, pero debemos ser conscientes de que solo conocemos la punta del iceberg, porque en los casos de violencia, sobre todo si se trata de violencia sexual contra un menor, el silencio lo abarca todo”, ha concluido Alonso.