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Sobre este blog

Este blog pretende unir cine y memoria histórica destacando aquellas producciones que pueden promover una reflexión en el lector, enlazar con las biografías de nuestro proyecto 'Fighting Basques' y mostrar otros materiales relacionados con el audiovisual, incluyendo proyectos más modestos, como los propios de la Asociación Sancho de Beurko, cine amateur, etc. El lector podrá encontrar artículos con análisis cinematográfico y crítica siempre bajo el prisma de la memoria de la generación del período 1936-1945. Puedes leer aquí más contenidos de 'Fighting Basques'.

'Suya es la gloria' (Brian D. Hurst, 1946): buscando a uno de nuestros niños de la guerra en el gran docudrama de la operación Market Garden

Lobby Card de la película de Brian D. Hurst “Suya es la gloria”, que resume en una sola imagen el espíritu de aquella producción que aunaba cine documental y recreación en un formato de largometraje en el que los veteranos de la batalla eran los actores (https://www.paradata.org.uk/article/theirs-glory-1946).
29 de septiembre de 2023 21:46 h

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Este mes de septiembre se cumple el 79º aniversario de la mayor operación aerotransportada de toda la Segunda Guerra Mundial, bautizada como 'Market Garden', que pretendía acabar con la guerra en Europa antes de la Navidad de 1944 y sin embargo devino en un gran fracaso que afectó principalmente a los británicos. Con ellos estaba uno de nuestros niños de la guerra, José María Irala, que formaba parte del 1º Escuadrón de Reconocimiento de Freddie Gough, cuyos Jeep debían haber tomado el principal puente sobre el río Rin en Arnhem (Holanda) y no pudieron, ya que se toparon con blindados alemanes, teniendo que permanecer en el que sería conocido como el cerco de Oosterbeek hasta ser finalmente derrotados por fuerzas de las Schutzstaffel (SS). La historia de este desastre militar en el que los británicos perdieron los efectivos de una división de paracaidistas (sólo 2.163 hombres de 10.000 consiguieron cruzar el río para evitar el cautiverio) ha sido trasladada al cine en dos ocasiones. La primera lleva por título 'Theirs is the glory' ('Suya es la gloria', 1946) y fue dirigida por Brian Desmond Hurst, mientras que la segunda, 'A bridge too far' ('Un puente lejano', 1977), es obra de Richard Attenborough. Esta última es una película coral con algunos de los mejores actores del momento -incluyendo a un Lawrence Oliver en uno de sus últimos trabajos-, mientras que la primera, que es la que hoy y aquí nos interesa, es prácticamente desconocida por el gran público y puede catalogarse como un verdadero docudrama en el que participaron sin acreditar hasta 200 auténticos veteranos de la batalla.

 

Hasta el nacimiento de nuestro proyecto 'Fighting Basques' hace apenas ocho años nadie se había planteado que pudiese haber suficiente memoria del exilio republicano en las fuerzas del Reino Unido que participaron en la Segunda Guerra Mundial como para justificar una investigación entre los soldados de aquel país que tomaron parte en aquella ambiciosa operación nacida en la mente del mariscal Montgomery, pero bajar a los niveles de la microhistoria nos deparaba una sorpresa inesperada, la del paracaidista José María Irala. A la par que descubríamos su desconocida historia también supimos la de otros jóvenes en diferentes contextos y escenarios bélicos, como Lucio Sauquillo (Normandía) o Justo Balerdi (Italia), cuyos expedientes nos fueron facilitados por el Army Personnnel Centre de Glasgow. En la actualidad, cuando se encuentra tan avanzada la extraordinaria investigación de Sean Scullion sobre los españoles en el Ejército británico en la Segunda Guerra Mundial hemos sido conscientes del alcance real de toda esta modesta pero no por ello menos importante memoria, que abarca diversos nichos: desde los niños de la guerra hasta los refugiados del exilio norteafricano -a los que hacíamos referencia hace apenas unos días con la publicación en este mismo blog de nuestro artículo sobre 'Casablanca'- o del Levante mediterráneo, pasando por aquellos que llegaron a Inglaterra antes del armisticio de Francia y que pasaron a formar parte del Pioneer Corps para terminar con el extraordinario grupo que sirvió en el Special Air Service (SAS).

Si en la cinta de Michael Curtiz buscábamos a la generación del exilio entre los clientes del Rick’s Café es muy posible que el lector de este blog haya adivinado ya que lo que proponemos desde aquí es un papel activo como espectadores, interpretando la historia que se nos propone a través del cine para encontrar en la estructura narrativa de cada película el momento en el que se representa a nuestra gente, aunque ni siquiera se les cite, como suele ser el caso. Esta búsqueda puede convertirse, tanto para el cinéfilo como para cualquier espectador que quiera hacer este viaje con nosotros, en un entretenido ejercicio que, además, se torna en resiliencia por cuanto nos permite luchar contra el olvido. A través de este acto voluntario contribuimos a asentar un relato sobre estas personas que decidieron implicarse en la lucha contra el totalitarismo desde la perspectiva de la ciencia ciudadana participativa, ya que no olvidemos que estas memorias se han quedado fuera de la historiografía académica y contribuir a ponerlas en valor puede ser incluso una buena terapia para cuestionarnos sobre las políticas de las diferentes administraciones (1). En esta ocasión, al tratar de José María Irala, hemos elegido la película de Hurst en detrimento de la de Attenborough -de la que ya hablaremos otro día pues da una visión más amplia de la operación, en la que también participaron estadounidenses y polacos-, pero antes de explicar por qué, primero haremos una breve reseña biográfica de nuestro protagonista.

 

José María Irala Vara había nacido en Bilbao en 1923, pero residía con sus padres en la localidad de Getxo. El 20 de mayo de 1937, en el contexto de la evacuación de niños al extranjero durante la Guerra Civil Española, partió hacia el puerto de Southampton a bordo del vapor Habana formando parte de una expedición de 4.000 menores vascos que sería acogida por el Reino Unido en estricta clave humanitaria gracias, principalmente, a las gestiones que hizo la parlamentaria laborista Leah Manning (2). Viajaba con él su hermano Rafael, del que sería finalmente separado, como pasó con tantos otros niños. Entre 1941 y 1943, cuando decidió alistarse en el ejército británico, vivió en casa de la señora Woodbine en Dudley, una pequeña ciudad a 13 km de Birmingham. El joven pasó por diversos destinos hasta incorporarse al escuadrón de Gough el 3 de febrero de 1944. Se trataba de una unidad de tropas especiales -única en todo el ejército británico a decir del célebre autor Cornelius Ryan- que operaría en peligrosas misiones de reconocimiento con motocicletas y jeeps armados con ametralladoras. El 17 de septiembre de 1944 tomó parte en el asalto aéreo sobre Holanda, falleciendo tres días más tarde en Oosterbeek al ser alcanzado su vehículo por el fuego de un blindado alemán que había irrumpido en el interior del dispositivo de defensa británico. A pesar de los esfuerzos de sus compañeros, que le trasladaron rápidamente al puesto de primeros auxilios del hotel Hartenstein (donde estaba el Cuartel General de toda la 1ª División Aerotransportada), nada se pudo hacer por su vida. Cuando todo terminó, su cuerpo fue hallado en el hospital de Santa Isabel en Arnhem y en la actualidad está enterrado muy cerca de allí, en el cementerio británico (3). En 2018 el grupo de recreación de la Asociación Sancho de Beurko rindió homenaje a su memoria con una escenografía y un artículo que fue publicado en el blog de la editorial Desperta Ferro .

El gran docudrama histórico de la operación Market Garden

 Como dice László Munteán, 'Suya es la gloria' cayó en el olvido durante décadas, mientras que 'Un puente lejano', realizada 30 años más tarde, desempeñaría “un papel clave en introducir la desafortunada operación Market Garden en la memoria colectiva”, favorecida por su extraordinario elenco actoral y una campaña de marketing que solo se vio afectada por el estreno ese mismo año de Star Wars, que fue el verdadero fenómeno cinematográfico no ya del año sino de la década (4). Pero la verdad es que siempre ha habido voces que han clamado contra el olvido injusto de la cinta de Hurst como William B. Travis (5) o, mucho más recientemente, David Truesdale y Allan Esler-Smith (6). Y es que 'Suya es la gloria' es sin duda el gran docudrama histórico de la Operación Market Garden, además de un sentido homenaje a todos los veteranos que allí combatieron. No era algo casual, ya que este director nacido en Irlanda del Norte en 1895 había tomado parte en la Primera Guerra Mundial, perdiendo a la mayor parte de sus camaradas en Gallipoli. Después del conflicto estudió Bellas Artes en Toronto y París y más tarde se trasladó a Hollywood, donde fue nada menos que ayudante de John Ford, de quien aprendió buena parte de su oficio, incluyendo la composición de planos y la escenografía, además de impregnarse de la notoria influencia que en este había tenido el expresionismo alemán y su modo de contar historias con emotividad (como el genial director de Maine, también podía ser un poco “diabólico” con los actores). En 1933 regresó al Reino Unido, estableciendo su residencia en Londres. Durante la SGM realizó algunos filmes de propaganda que le sirvieron para experimentar con el documental, especialmente A letter from Ulster (1943) (7).

En 'Suya es la gloria' Hurst se beneficiaría de toda esta experiencia para atreverse, al acabar la guerra, a hacer un producto tan singular y ecléctico como este, donde los actores son los propios veteranos (algunos recién liberados de los campos nazis) que se interpretan a si mismos o a sus compañeros, con todas sus virtudes y sus defectos, especialmente en los diálogos -que a veces quedan forzados por una falta de naturalidad que el director busca y no siempre consigue, como corresponde a actores no profesionales-, pero proponiendo al espectador una experiencia verdaderamente inmersiva que pretende alcanzar la mayor credibilidad posible. Una recreación histórica en toda regla en escenarios de Arnhem y Oosterbeek donde todo lo que se muestra es tan auténtico como parece, sensación que se acentúa con la acertada inserción de imágenes de archivo y la exhibición del material bélico propio y ajeno, incluyendo una sucesión de blindados alemanes que hoy solo pueden verse en un par de museos en toda Europa. Del carácter amateur de los actores ya se nos avisaba al comienzo de la cinta, a modo de disclaimer, y para que no haya lugar a dudas de lo que se ofrece: “Suya es la gloria se ha producido íntegramente sin el uso de decorados de estudio ni actores. Cada incidente fue vivido o presenciado por las personas que aparecen en la película, el campo de batalla real y las ruinas de Arnhem”.

 La influencia de John Ford en esta película se nota en las escenas con diálogo, que se planifican con una gran economía en la que, indefectiblemente, la cámara permanece fija en un plano medio el tiempo suficiente para que se nos explique esto o lo otro (8), en ocasiones un mapa de la batalla, pero a Hurst no le importa distraernos con la inclusión de otros personajes, normalmente tiradores apostados en las ventanas, acentuando la tensión que necesita el combate para tornarse creíble. Todo en el filme está supeditado a esto: los hombres cuando corren y saltan o lanzan granadas están experimentando sus propias experiencias traumáticas y es muy posible que el director busque mostrar esto a través de lo que no se ve: la mirada introspectiva, los recuerdos, etc. Munteán destaca que la cámara se detiene en los ojos de los veteranos, que parecen estar ausentes de la trama, en su propio mundo (9). Y es que era totalmente previsible que al llevar a los protagonistas de Market Garden a Arnhem y Oosterbeek se reavivasen todos aquellos fantasmas aún demasiado recientes y es muy posible que durante las visitas a las tumbas de los compañeros caídos, repartidos por aquel entonces por todo el campo de batalla (hoy todos los cuerpos se encuentran recogidos en el cementerio británico), sintiesen la confusión cuando no la culpa de recrear, de jugar a los soldaditos, incluso como una falta de respeto a los muertos. Esto nos llevaría hasta los límites del cine experimental y a plantearnos cuestiones mucho más inquietantes, como que lo que se buscaba realmente fuese la exploración de la psicología humana.

 

Hoy, cuando han pasado tantos años, la única forma de acercarnos a la memoria de José María Irala en 'Suya es la gloria' es sentir la mirada perdida de aquellos hombres y destacar alguna de las escenas de esta película en la versión original que puede verse en YouTube, como las tumbas que se nos muestran al principio, incluyendo las que se encontraban enfrente del hotel Hartenstein, lugar en el que sabemos que murió con toda certeza (minuto 3:10).

Uno de los Jeep de su escuadrón puede verse a partir del minuto 17:14 y también en el 18:31, cuando resulta detenido por el fuego de los blindados alemanes. En el 32:48 aparece su jefe de escuadrón, Freddie Gough, que se encontraba al mando de la fuerza que defendía el puente de Arnhem el 20 de septiembre de 1944, el mismo día en que falleció nuestro protagonista. Eso es todo. 'Suya es la gloria“'fue producida por J Arthur Rank y la unidad de cine y fotografía del Ejército británico. Del guion se encargaron Louis Golding y Terence Young, mientras que Guy Warrack compuso la música. Ningún miembro del reparto fue acreditado y todos cobraron 3 libras por día. La película fue presentada simultáneamente en Arnhem, Ottawa y Londres el 17 de septiembre de 1946, en el segundo aniversario de la batalla. Tuvo un gran éxito en Gran Bretaña, donde se convirtió en la más taquillera de la década (10).

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