Entrevista Presidenta de la Asociación Vasca de Suicidología

Cristina Blanco: “Ni la crisis de 2008 ni la pandemia han disparado los suicidios”

Maialen Ferreira

27 de marzo de 2022 21:30 h

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Cristina Blanco es Doctora en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y presidenta de la Asociación Vasca de Suicidología (Aidatu). Blanco habla en primera persona sobre el duelo por suicidio en un familiar y sobre el abandono que se siente por parte de la sociedad cuando eso ocurre. “El duelo por suicidio es tremendamente complicado, es un duelo completamente diferente porque, como mínimo, tiene tres aspectos diferenciadores: la culpa, el abandono social y la sensación de abandono por parte del familiar que se ha suicidado”, explica. Según detalla, en su caso, amigos y vecinos optaron por no hablarle de su familiar fallecido, no dirigirle la palabra y hasta cambiarse de acerca cuando la veían. “De la persona que ha vivido hasta hace unos días y se ha suicidado, ya no se vuelve a hablar nunca más. Sin embargo, cuando se muere una persona por accidente o por enfermedad, se sigue hablando de esa persona y hay un sostenimiento social, pero a mí me ha pasado de empezar a hablar de esa persona y que me cambien de tema y eso es durísimo”, confiesa.

Desde que ocurrió su caso no ha parado de luchar para que el suicidio se visibilice y la sociedad sea consciente de que se trata de una problemática que concierne a toda la población. Así fundó Aidatu, que en una de sus traducciones al castellano significa “remontar el vuelo” y así participó en la creación del Posgrado en Suicidiología de la UPV/EHU, ya que se dio cuenta de que ni los propios profesionales en salud mental estudiaban el tema del suicidio en la carrera.

¿En qué se basa la labor que realiza la Asociación Vasca de Suicidología (Aidatu)?

Aidatu surge en 2017 por un grupo de personas supervivientes de la pérdida de un familiar o persona allegada por suicidio. Nos dimos cuenta de que en ese ámbito faltaba mucho por hacer porque había mucho desconocimiento. Por eso fundamos la asociación, para trabajar en la prevención, en la incidencia social, en la formación y en la investigación sobre el suicidio.

En Euskadi, una persona se suicida cada dos días. ¿Qué está fallando en cuanto a la prevención?

En España no hay un Plan de Prevención del Suicidio pese a que la OMS considera indispensable que todo país tenga un plan específico. Lo único que hay son algunas líneas dentro de la Ley de Salud Mental. En Euskadi, en el 2019, se presentó una Estrategia de Prevención del Suicidio, pero antes no había nada. ¿Qué ha fallado? Prácticamente todo, porque no había nada redactado, ni campañas publicitarias. Si lo comparamos con los accidentes de tráfico, la curva de accidentes de tráfico ha descendido brutalmente desde los años 80 en gran medida por las campañas y las medidas seguridad que han ido creando. Sin embargo, en el tema del suicidio, antes de 2019 no había nada. Ahora se ha empezado a visibilizar un poco más gracias a la Estrategia, pero llegó la pandemia y todo se ralentizó.

Muchos psicólogos no están preparados para abordar un proceso o una conducta suicida porque en el Grado de Psicología no se estudia

¿Hay suficientes profesionales de salud mental en la sanidad pública para abordar esta problemática?

No, ni en la pública ni en la privada. Nos hace falta formación entre los propios psicólogos porque muchos no están preparados para abordar un proceso o una conducta suicida y esto ocurre porque en el Grado de Psicología no se ofrece esa materia, no se estudia la conducta suicida. En los Posgrados yo diría que habrá pocos también que aborden como tal la conducta suicida. Ese es uno de los vacíos que vimos que podíamos subsanar y por eso creamos el Posgrado en Suicidología en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) que puede realizar no solo personal sanitario, sino también policías, bomberos y personal de ayuda telefónica a emergencias.

El 10% de la población vasca presenta autolesiones. ¿Se comete el error de no darle demasiada importancia?

Las autolesiones no siempre son conductas suicidas. Son conductas de la mala gestión del sufrimiento que se producen cuando una persona lo pasa mal mentalmente y prefiere redirigir ese dolor hacia aspectos físicos. No siempre es una conducta suicida, pero es fundamental darle importancia porque aunque esa persona no quiera morir, está mostrando un malestar que hay que atender.

Hay que hablar del suicidio siempre, pero sobre todo cuando se notan señales de alerta en una persona cercana

¿Qué papel juegan las familias en la prevención del suicidio?

Un papel importantísimo. La sociedad, en general, trata de evitar hablar del suicidio porque da miedo. Solemos pensar que si hablamos de ello con una persona que puede tener una conducta suicida le vamos a terminar metiendo ideas que no tenía, y eso se ha demostrado que es falso. Hay que hablar del suicidio siempre, pero sobre todo cuando se notan señales de alerta en una persona cercana. Y cuando eso ocurre, no podemos dejar sola a esa persona, porque muchas veces pensará que es una carga y terminará aislándose y sin contarle a nadie lo que siente o piensa, por eso hablar de ello en la familia es importantísimo.

¿Qué ocurre con las familias cuando se da un caso de suicidio?

Si la prevención no está bien resuelta, la posvención, es decir, la atención a las personas que han sufrido una muerte por suicidio en la familia, está en el más absoluto de los abandonos, en todos los sentidos. Hay un abandono social e institucional, por eso asociaciones de supervivientes son las que más están trabajando y visibilizando el tema del suicidio en general y del duelo por suicidio en particular. El duelo por suicidio es tremendamente complicado, es un duelo completamente diferente porque, como mínimo, tiene tres aspectos diferenciadores: la culpa, el abandono social y la sensación de abandono por parte del familiar que se ha suicidado. Además, también pueden llegar a sentir que la sociedad les culpa por no haberse dado cuenta de la situación por la que estaba pasando su familiar y haberlo evitado. Entonces, lo que hacen es ocultarlo, por lo que el daño psicológico tras haber sufrido un caso de suicidio de cerca, está servido.

¿Cómo es el abandono social que viven las familias que han sufrido un caso de suicidio?

Cuando ha habido un suicidio en tu familia hay gente que se cambia de acera para no cruzarse contigo. Hasta cierto punto es entendible porque no tenemos recursos para afrontar estos temas. La palabra suicidio es un tabú, por eso es importe visibilizar y desestigmatizar. A mí hay gente que me decía que no me preguntaba porque temía hacerme más daño. Lo que ocurre es que de la persona que ha vivido hasta hace unos días y se ha suicidado, ya no se vuelve a hablar nunca más. Sin embargo, cuando se muere una persona por accidente o por enfermedad, se sigue hablando de ella y hay un sostenimiento social. A mí me ha pasado de empezar a hablar de esa persona y que me cambien de tema y eso es durísimo. Eso en el mejor de los casos, porque luego hay peores, como que te digan que qué egoísta fue o que cómo no te diste cuenta. Eso hace muchísimo daño. Es importante que la sociedad sepa que a los supervivientes hay que hablarles de su familiar y, sobre todo, no hay que evitarles.

A mí me llegaron a decir que qué egoísta fue por haberse suicidado o que cómo no me di cuenta y eso hace muchísimo daño

Algunos profesionales, como el presidente de la sociedad española de neuropsiquiatría, Mikel Munárriz, aseguran que “se prevendrían más suicidios con una renta básica universal”. ¿Qué opinión tiene al respecto?

Puede ayudar, aunque no sé si se evitarían. El suicidio ocurre por múltiples causas y es verdad que buena parte de esos factores que están detrás del suicidio son sociales. En ese sentido puedo estar de acuerdo con él porque visibiliza la idea de que no todas las personas que se suicidan tienen un problema de salud mental, pero no considero que con una renta básica universal se eviten del todo los suicidios porque eso hace que identifiquemos el suicidio con una causa, como es la situación económica. Evidentemente es un factor de riesgo y por eso una renta podría ayudar, pero no creo que solucione totalmente el problema de esa persona.

¿Cómo ha afectado la pandemia a los casos de suicidio?

No se sabe realmente. En cifras de muertes por suicidio no ha habido un número elevado. Los últimos datos oficiales de los que disponemos son de 2020 y sí que reflejan que ha aumentado el número de muertes por suicidio, pero el aumento no ha sido significativo. Ni la crisis de 2008 ni la pandemia han disparado los suicidios, por mucho que se haya querido hacer ver que así ha sido. Cuando se habla de que en Euskadi se ha doblado el número de suicidios en menores de 15 años, es verdad, pero han pasado de 7 a 14, son números pequeños, por eso los datos de doblar o triplicar no se pueden tomar como referencia. Lo que quiero decir con esto es que es muy importante que el suicidio no se asocie a coyunturas concretas, porque se cae en el peligro de creer que cuando se mejore esa situación los suicidios caerán, y no es así. El suicidio es un problema muy serio que no baja. A lo largo de la historia el número de muertes por suicidio siempre ha ido en aumento, jamás disminuye.

¿Qué mejoras presenta la nueva Estrategia de Prevención del Suicidio en Euskadi?

Tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Entre los fuertes está que se ha creado gracias a la colaboración de distintos agentes más allá de la sanidad y la salud mental, que visibiliza mucho el tema del suicidio y que las medidas que plantea suponen iniciar un camino que hace tiempo que debíamos recorrer. En cuanto a los puntos débiles, yo mencionaría que apenas se ha hecho nada aún. Dicen que es por la pandemia y les dejaremos un poco de margen, pero yo creo que la razón de que vaya tan lento es porque no hay suficientes recursos humanos al frente de esa Estrategia y porque no tiene un presupuesto asociado.

elDiario.es/Euskadi

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