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La diócesis de Bizkaia anima a víctimas de abusos sexuales a denunciar: “Queremos ayudarles”

Exposición 'Shame' sobre víctimas de abuso sexual infantil

Iker Rioja Andueza / Maialen Ferreira

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El museo de arte sacro de Bilbao, sito en un antiguo convento dominico, ha acogido este jueves el simbólico pistoletazo de salida de la exposición Shame ('vergüenza', en castellano) con retratos de víctimas de abusos sexuales en la infancia, evento del que es colaborador elDiario.es/Euskadi. Kerman López, vicario general de la diócesis de Bilbao, ha solemnizado que al menos esa pequeña demarcación de la Iglesia católica apoya “sin duda” a los denunciantes de casos en ámbitos eclesiásticos y les ha animado a dar el paso si aún no lo han hecho. En el marco de la exposición, cuyas fotografías también son visibles en las estaciones del metro de Moyúa e Indautxu, se espera un pronunciamiento más solemne de perdón por parte del obispo, Joseba Segura, según las fuentes consultadas.

López ha realizado públicamente ante un auditorio compuesto por damnificados, familiares, autoridades y representantes sociales, esa “invitación” a que posibles nuevas víctimas denuncien. “Queremos escucharles y, en lo posible, ayudarles”, ha manifestado. Ha agregado que los actuales gestores eclesiásticos no están “eximidos de responsabilidad”, que el “problema” ha estado muy “extendido” y que en Bizkaia se forma a quienes tienen contacto con menores en entornos de ocio o educativos para prevenir episodios de pederastia. “Reparación” y “no repetición” son dos principios básicos para gestionar esta materia, ha insistido. La diócesis tiene una comisión para recabar denuncias y también prevé realizar encuentros restaurativos entre víctimas y victimarios, similares a los que se realizaron con presos de ETA y familiares de asesinados.

La exposición está promovida en España por la asociación Infancia Robada, capitaneada por los padres de Juan Cuatrecasas, víctima de abusos en el colegio masculino del Opus Dei de Leioa, Gaztelueta. En su caso, no hallaron esa voluntad de “reparación” que ahora predica la Iglesia vizcaína. Más bien al contrario, aquel centro y el Opus Dei protegieron al abusador hasta el punto de atacar a la víctima o pagarle parte de la defensa en el proceso penal. Cuatrecasas, ahora ya mayor de edad, es uno de los retratos en blanco y negro que se exhiben en la muestra. Todos ellos son obra del italiano Simone Padovani. El mecenas suizo Guido Fluri y el Consejo de Europa han logrado una colección de cien víctimas de todo el continente y las fotografías viajarán a otras ciudades para dar a conocer las cien historias detrás de cada una de ellas.

El titular del Ararteko, Manuel Lezertua, ha pronunciado también un discurso en la inauguración. La de “víctima” no es una “categoría” como si se tratase de una “enfermedad crónica”, ha opinado. Los datos de esta institución muestran que el caso de Gaztelueta es una excepción: apenas el 5% de las denuncias concluyen en una condena penal. Aquí, aunque el Tribunal Supremo rebajó al mínimo la condena efectiva, a dos años, hubo una doble resolución final que confirmó que lo que decía el joven era cierto. Eukene Arana, exparlamentaria vasca que participó en la pasada legislatura una ponencia sobre abusos que ahora se ha retomado en la Cámara, ha asegurado que “las consecuencias de los abusos sexuales no sólo afectan a los menores y a sus familiares, sino también afectan e interpelan a la sociedad en su conjunto”. “Oponerse a estos comportamientos y desvelar a quienes de cualquier modo toleran, disculpan o protegen a los responsables es nuestro deber como ciudadanos”, ha aseverado Iñaki Viar, uno de los profesionales que atendió a Cuatrecasas en plano de la salud mental.

Hablan las víctimas: “Bastante hice con sobrevivir”

Cuatrecasas no ha tomado la palabra, aunque ha seguido el acto sentado entre el público. Sí han hablado otras víctimas. “Soy Leonor, agredida en 1972 por el capellán del grupo sanatorial Santa Marina de Bilbao, donde ingresé enferma de tuberculosis con ocho años. Su nombre era padre Martín. Me hirieron y animo a todas aquellos a que alcen la voz. Aunque soy consciente de lo duro que puede ser iniciar este camino de denuncia, es el único para que no nos derroten. Esto que hoy aquí nos congrega es el ejemplo y por lacerante que a muchos y muchas nos resulte, con estas figuras y un confesionario en la entrada asaltando nuestra mirada, llamo a la Iglesia que nos ofrece este espacio, a la Iglesia aquí presente, a la que se indigna y deplora hechos tan lamentables, para que nos apoye de un modo contundente y clame junto a nosotras”, ha clamado Leonor G. Paqué en una alocución muy aplaudida.

“Soy Pepe Godoy y sufrí abuso sexual de los ocho a los once años. Mi agresor era un entrenador de fútbol. Todos le querían. Era un monstruo, era mi monstruo, pero todos le querían. Lo pude contar 36 años después, con 44 años. Dos años después, con 46, lo denuncié ante la Policía y también públicamente. El año en que empezaron los abusos fue como un hachazo en mi vida. Hasta entonces era un niño valiente y feliz. Empecé a tener miedos. Empecé a tener terrores nocturnos. Empecé a tener manías. Una situación que no me dejaba vivir, que me angustiaba, que me ahogaba. No podía hablar de ello y también abusó de mis hermanos, entonces la carga se hacía cada día más pesada porque me sentía culpable y cómplice. Me sentía responsable de los actos del pederasta. Con los años y la terapia entendí que bastante hice con sobrevivir”, ha contado este hombre, cuya imagen es la primera nada más entrar a la sala de la exposición.

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